Un impacto de meteorito en Arizona hace 56.000 años pudo levantar un lago enorme en el corazón del Gran Cañón

Crater Barringer

Héctor Farrés

2 de noviembre de 2025 13:00 h

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El sol cae a plomo sobre las paredes rojas del Gran Cañón y el aire parece inmóvil. Las rocas desprenden calor, las sombras escasean y el terreno impone su dureza con la misma naturalidad con que muestra su evidente belleza. Quien se aventura por sus corredores comprende pronto que ese paisaje no concede tregua alguna.

La piedra domina cada rincón y el horizonte parece infinito, como si el propio desierto custodiara su historia bajo capas de polvo y silencio. Pese a esa aridez extrema, hubo un tiempo remoto en que el agua cubrió gran parte de este terreno.

Un antiguo impacto cambió para siempre el paisaje del norte de Arizona

Un estudio publicado en Geology propone que un meteorito caído en lo que hoy se conoce como Cráter Barringer alteró la estructura del Gran Cañón y creó un lago temporal de unos 80 kilómetros de longitud.

El impacto habría ocurrido hace unos 56.000 años y provocó deslizamientos de roca que bloquearon el cauce del río Colorado, según explicó Karl Karlstrom, profesor de Ciencias de la Tierra y Planetarias de la Universidad de Nuevo México. El estudio vincula dos de las formaciones más conocidas del norte de Arizona —el cráter Barringer y el Gran Cañón— y plantea que ambos comparten un mismo episodio geológico.

Las pruebas conservadas en cuevas revelan un suceso ocurrido hace 56.000 años

El equipo de Karlstrom analizó fragmentos de madera hallados en varias cuevas situadas a gran altura sobre el nivel actual del río. La madera, recogida en parte por su propio padre en 1970, ofrecía un enigma: había llegado a lugares inaccesibles para cualquier crecida reciente.

Las dataciones más antiguas hablaban de unos 35.000 años, pero los análisis actuales situaron su antigüedad en torno a los 56.000. Esas cifras coincidían con la época estimada del impacto del meteorito, lo que llevó a los investigadores a relacionar ambos hechos.

Los deslizamientos de roca confirmaron el alcance del temblor provocado por el meteorito

Los científicos identificaron en el cañón de Nankoweap, en el Gran Cañón, una pared de piedra caliza que podría haber cedido tras aquel temblor. Ese seísmo alcanzó una magnitud estimada de 5,4 cerca del cráter Barringer y, pese a producirse a más de 160 kilómetros de distancia, habría provocado en el Gran Cañón movimientos equivalentes a un terremoto de magnitud 3,5. La onda expansiva habría bastado para desestabilizar el terreno y desencadenar un gran deslizamiento de roca.

Chris Baisan, dendrocronólogo del Laboratorio de Investigación de Anillos de Árbol de la Universidad de Arizona, aseguró que se aprecia una zona en la que la pared del cañón colapsó sobre el río, lo que encaja con la hipótesis del deslizamiento.

El cierre natural del cauce habría retenido el agua el tiempo suficiente para formar un lago de hasta 90 metros de profundidad. Cuando el sedimento rellenó el embalse, el río recuperó su curso y erosionó el dique de piedra, dejando tras de sí los restos de madera que hoy ofrecen la prueba más visible del suceso. La investigación también analizó arena recogida en otra cueva próxima, cuya datación coincide con la misma antigüedad, lo que refuerza la idea de un evento único.

El colapso de una pared caliza en la zona de Nankoweap y la magnitud del seísmo registrado explican cómo se cerró el cauce del río

Otros especialistas, como John Spray, geólogo de la Universidad de New Brunswick, destacaron la coincidencia temporal entre ambos fenómenos. Según dijo, “son hechos muy cercanos en el tiempo, si es que no ocurrieron al mismo tiempo”. A su juicio, la probabilidad de que el impacto fuera el origen del deslizamiento que alteró el curso del río Colorado es muy alta.

Nuevas muestras apuntan a que el Gran Cañón albergó varios lagos a lo largo del tiempo

Los trabajos continúan con la búsqueda de nuevas muestras en distintas cavidades del parque nacional. Karlstrom indicó que ya se han localizado fragmentos aún más antiguos, lo que apunta a que el cañón pudo haber albergado varios lagos a lo largo de su historia.

Ese descubrimiento amplía el conocimiento sobre la formación del paisaje y muestra cómo una colisión ocurrida a cientos de kilómetros de distancia pudo modificar durante décadas la geografía de uno de los lugares más monumentales del planeta.

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