Kim Jong-un viaja con su propio retrete portátil para evitar que sus heces lleguen a servicios de inteligencia extranjeros
Los líderes políticos han desarrollado a lo largo de la historia protocolos de seguridad extremos, pero en Corea del Norte esa obsesión alcanza un nivel casi caricaturesco. Entre los múltiples detalles de este control absoluto aparece la idea central de que al amado líder siempre hay que protegerlo, incluso en lo más íntimo. Ese principio se traduce en la vigilancia de objetos tan pequeños como un vaso usado o una colilla, porque cualquier rastro físico se considera una amenaza potencial. El ejemplo más gráfico de esta política, que se aplica en cada viaje oficial dentro y fuera del país, es la costumbre de Kim Jong-un de desplazarse con su propio retrete portátil.
Ni colillas ni bolígrafos quedan fuera de un control llevado al límite
El tren blindado Taeyangho se ha convertido en un emblema de esta dinámica. No solo destaca por su blindaje y lujo, también porque dentro incorpora un baño exclusivo del líder, que jamás comparte con terceros. Durante la visita a Pekín para asistir al 80 aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial, Kim utilizó de nuevo ese vagón privado que evita cualquier contacto con instalaciones ajenas. La prensa japonesa Nikkei reveló que esta costumbre se extiende a sus desplazamientos dentro de Corea del Norte, incluso cuando acude a fábricas o bases militares.
La escena repetida en China, con asistentes limpiando la silla y la mesa que había usado para conversar con Vladimir Putin, evidenció que la medida no se limita a los baños. Un vídeo difundido por CNN mostró a un miembro del equipo repasando con un paño cada superficie en la que Kim había apoyado sus manos. El periodista Alexander Yunashev, presente en el Kremlin, apuntó que el personal del líder norcoreano “retiró el vaso del que bebió, frotó la tapicería de la silla y las partes del mobiliario que tocó”.
Ese celo va más allá de lo anecdótico. En 2018, cuando Kim participó en la cumbre intercoreana celebrada en la zona sur de la frontera, su equipo trasladó un retrete portátil para garantizar que ningún desecho pudiera quedar expuesto. Ese mismo año, la reunión con Estados Unidos en Singapur repitió el ritual, con un baño trasladado por avión para su uso exclusivo. Reuters citó a Michael Madden, analista del Centro Stimson, que explicó que “el inodoro especial y las bolsas de basura necesarias para los residuos, desechos y colillas sirven para que una agencia de inteligencia extranjera, incluso una amiga, no puedan obtener una muestra y analizarla”.
La idea no se limita al interior del baño. En 2019 se difundió un vídeo en el que Kim fumaba en una estación china mientras su hermana Kim Yo Jong sostenía un cenicero. El gesto buscaba impedir que las colillas quedaran accesibles y alguien pudiera rastrear su ADN. Esa misma obsesión explica por qué nunca utiliza los bolígrafos oficiales en las ceremonias, sino que recurre a uno preparado de antemano por su equipo.
Los expertos alertan de que un simple resto biológico revela demasiados secretos
Expertos como Peter Ward, investigador del Instituto Sejong, señalaron en South China Morning Post que “la salud y la información biométrica del líder supremo son un secreto muy bien guardado y están asociadas con su seguridad”. Ward añadió que lo que sus ayudantes limpiaban en Pekín probablemente eran células cutáneas mezcladas con sudor, un material útil para detectar problemas médicos.
Los servicios de inteligencia surcoreanos y japoneses confirman que cada desplazamiento internacional repite el mismo protocolo. Incluso los hoteles donde se aloja reciben un tratamiento minucioso por parte de su equipo, que limpia platos, cubiertos y habitaciones para evitar que un simple cabello acabe en manos ajenas. El diario Nikkei recogió las palabras de un responsable surcoreano que remarcó que “la condición física del líder supremo tiene un impacto decisivo en el régimen norcoreano”.
El interés por estos detalles no es exclusivo de Corea del Norte. Financial Express señaló que Vladimir Putin cuenta con un equipo especializado en recoger y destruir sus desechos en el extranjero. Rumores similares han circulado en torno a sus encuentros con líderes occidentales, reforzados durante la pandemia con episodios como la célebre mesa de 4 metros en el Kremlin.
Los expertos coinciden en que los desechos biológicos pueden revelar datos comprometedores. Lim Si-keun, profesor de ciencias forenses en la Universidad Sungkyunkwan, explicó a This Week in Asia que “características personales como beber mucho alcohol o padecer diabetes pueden conocerse recolectando ADN”. También apuntó que, aunque la clonación humana y la eterna juventud aún parezcan lejanas, “nunca sabemos cómo avanzará la tecnología y puede ser mejor que los dirigentes oculten su información genética”. De hecho, el mandatario Xi Jingping ya fue cazado hablando sobre esto recientemente.
Corea del Norte extiende la estrategia a la familia y convierte la limpieza en doctrina
En un contexto internacional donde la inteligencia genética ha ganado terreno, Corea del Norte se aferra a esta política de ocultación extrema. Las desapariciones prolongadas de Kim en 2020 alimentaron rumores sobre su salud y reforzaron el valor de cada muestra biológica como elemento de especulación. Por eso, cada vaso retirado, cada silla desinfectada y cada colilla recogida se convierten en parte de un guion obsesivo que pretende blindar a un dirigente rodeado de sospechas médicas.
Ni siquiera su hija, Ju-ae, queda al margen de esta estrategia, como se vio en el viaje reciente a China en el que acompañó a su padre. Su presencia fue interpretada como un gesto hacia la sucesión, aunque lo que más llamó la atención volvió a ser el despliegue de asistentes borrando rastros. En definitiva, lo que para otros líderes puede parecer un gesto excéntrico, en el caso de Kim es una política de Estado con la que pretende asegurarse que nada, ni siquiera una simple gota de sudor, quede fuera de control.
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