Así era el extraño reptil marino que dominó los mares hace 190 millones de años
Un equipo internacional de paleontólogos ha descrito una nueva especie de ictiosaurio descubierta en la costa de Dorset, en el sur de Inglaterra, que arroja nueva luz sobre la evolución de estos antiguos reptiles marinos. Bautizado como Xiphodracon goldencapensis, el “dragón espada”, este fósil de tres metros de longitud pertenece a una etapa poco conocida del Jurásico temprano y constituye el ejemplar más completo de su tipo hallado hasta la fecha en el mundo. El estudio, publicado en la revista Papers in Palaeontology, sugiere que este animal ayuda a comprender mejor el cambio evolutivo que remodeló la fauna marina hace unos 190 millones de años.
Hallado en 2001 el fósil del “dragón espada”
El fósil fue encontrado en 2001 cerca del acantilado Golden Cap, el punto más alto de la conocida Costa Jurásica, declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO por su extraordinaria concentración de restos fósiles. El ejemplar permaneció durante años en proceso de preparación y estudio en el Museo Real de Ontario, en Canadá, hasta que un equipo liderado por el paleontólogo británico Dean R. Lomax de la Universidad de Manchester, y becario de investigación 1851 de la Universidad de Bristol, logró completar su análisis y reconstrucción tridimensional. La pieza conserva casi el esqueleto completo, incluida una sección del cráneo con una preservación excepcional, lo que ha permitido realizar un estudio anatómico detallado.
El nuevo ictiosaurio se distingue por su hocico extremadamente alargado y estrecho, un rasgo que inspiró su nombre científico: Xiphodracon, que en griego significa “dragón espada”. Los investigadores señalan que esta morfología probablemente le permitía capturar peces pequeños con gran precisión, del mismo modo que los actuales delfines o peces aguja. Su dentición fina y cónica refuerza la idea de que se trataba de un depredador rápido y especializado, adaptado a aguas abiertas. Además, el análisis de sus huesos nasales y maxilares sugiere la posible existencia de estructuras asociadas a glándulas de sal, una adaptación evolutiva que pudo ayudarle a sobrevivir en ambientes marinos cambiantes.
Desde el punto de vista filogenético, Xiphodracon goldencapensis pertenece al grupo de los leptonéctidos, una familia de ictiosaurios caracterizada por su cuerpo aerodinámico y sus grandes ojos, rasgos esenciales para la caza en entornos oceánicos con poca luz. Sin embargo, el nuevo estudio propone una clasificación más precisa: la creación de una nueva subfamilia, Hauffiopterygia, que engloba formas transicionales entre las especies más primitivas del Triásico y los ictiosaurios más modernos del Jurásico medio. Este cambio taxonómico refleja la diversidad evolutiva de un grupo que, durante más de 150 millones de años, dominó los mares del planeta.
Por qué es relevante el hallazgo
El descubrimiento es especialmente relevante porque el periodo al que pertenece el fósil, el Pliensbachiense, está poco representado en el registro fósil. Se trata de una fase intermedia del Jurásico temprano, situada entre los grandes eventos de diversificación del Sinemuriense; y el Toarciense, donde los ictiosaurios experimentaron una sustitución progresiva de formas primitivas por especies más ágiles y especializadas. Xiphodracon encarna precisamente ese punto de inflexión: un eslabón que muestra cómo los antiguos depredadores del Triásico fueron reemplazados por linajes capaces de adaptarse a mares más profundos y dinámicos.
Los sedimentos de Dorset indican que esta región formaba parte de un extenso sistema marino tropical con abundante vida, incluyendo ammonites, peces y reptiles marinos. La presencia de fósiles asociados sugiere que Xiphodracon compartía su hábitat con otros ictiosaurios más pequeños, lo que apunta a una estructura ecológica compleja con distintos niveles tróficos.
La investigación utilizó un enfoque comparativo que combinó observaciones morfológicas con análisis filogenéticos informatizados. Estas técnicas permitieron establecer con precisión la posición evolutiva de la nueva especie y reconstruir su árbol genealógico dentro del linaje de los ictiosaurios. Según Dean Lomax, “este hallazgo ayuda a llenar un vacío en el registro fósil y demuestra que la historia evolutiva de estos animales fue mucho más dinámica de lo que se había asumido”.
Más allá de su interés taxonómico, el descubrimiento ofrece una ventana excepcional al proceso de recuperación de la vida marina tras la extinción masiva del final del Triásico, hace unos 201 millones de años. Xiphodracon goldencapensis muestra cómo los ecosistemas oceánicos se reorganizaron rápidamente, generando nuevas especies adaptadas a condiciones ambientales en constante cambio. Su hallazgo no solo amplía el mapa evolutivo de los ictiosaurios, sino que también permite comprender mejor cómo la biodiversidad se reconstruye tras una crisis planetaria. En palabras de Lomax, “cada fósil de este periodo nos recuerda que incluso después de los momentos más oscuros de la historia de la Tierra, la vida siempre encuentra la forma de volver a florecer”.
0