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Este chico es la voz de Spiderman, pero teme que la inteligencia artificial se la copie

Mario García, actor que interpreta la voz en castellano del actor Tom Holland, entre otros

Carlos del Castillo

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“Un gran poder conlleva una gran responsabilidad” es la cita más conocida de Spiderman. En la ficción, la frase es pronunciada por el tío de Peter Parker, quien la adopta como principio moral para su vida como superhéroe: aquellos que tienen la capacidad de afectar la vida de otras personas deben ser conscientes de las consecuencias de sus acciones y buscar el beneficio para los demás. Spiderman rememora la frase en comics, series de dibujos animados y películas. Cuando el actor Tom Holland fue escogido para encarnarlo sabía que la pronunciaría. También Mario García, el actor que interpreta la voz de Holland en los doblajes al castellano. Pero la próxima vez que los espectadores escuchen a Spiderman recordar la cita de su tío Ben, su voz podría haber sido generada de manera sintética.

La de los actores de doblaje es una de esas carreras a las que la revolución de la Inteligencia Artificial (IA) alcanza de lleno. La IA ya escribe libros en segundos, compone canciones interpretadas por los artistas más famosos sin que estos intervengan y crea cuadros que podrían exponerse en museos. El arte no es un terreno vedado para ella, como tampoco lo son las interpretaciones de los actores de doblaje. Pero esta no es (solo) otra historia de una profesión que teme ser arrollada por esta nueva tecnología.

“Lo que nosotros defendemos es que las inteligencias artificiales no pueden tener derecho a copiar nuestras voces sin más. En la interpretación volcamos una parte de nosotros mismos, de nuestras vivencias”, explica García en conversación elDiario.es: “Ya hay compañeros que se han encontrado sus voces diciendo cosas que ellos no han grabado y simulando sus emociones. No estamos en contra de la tecnología, pero hay que regularla antes de que todo esto se desborde”.

Contratos secretos

Para entender la problemática con la que se han encontrado los actores de doblaje, primero que hay que conocer el secretismo en el que se mueve su profesión. Dado que su intervención se produce con productos terminados que aún no ha salido a la luz, las productoras y distribuidoras (las Disney, Universal, Paramount, Warner o Netflix) les hacen firmar estrictas cláusulas de confidencialidad. Los mismos estudios de grabación son terrenos prácticamente vetados a la prensa, como pudo comprobar este medio cuando contactó con media docena de ellos durante la elaboración de este reportaje.

“A nosotros nos convocan al estudio sin saber lo que vamos a hacer, a veces con muy poca antelación. Cuando llegamos al estudio nos ponen delante el contrato, que incluye una cesión de derechos de propiedad intelectual para que puedan hacer una difusión pública de la interpretación. Son documentos y cláusulas muy largas y complejas que además están basadas en las leyes de propiedad intelectual estadounidenses, pero hasta que no lo firmas no puedes entrar en la sala a grabar. Son cosas que debería leer un abogado, pero para nosotros es un lo tomas o lo dejas. Durante años hemos firmado ese tipo de cesiones de derechos abusivas con las que ahora las distribuidoras podrían hacer muchas cosas”.

Quien toma la palabra en este caso es Raúl Lara, presidente del Sindicato de Artistas de doblaje de Madrid (Adoma). Hasta ahora las asociaciones regionales han sido la herramienta fundamental de este sector a la hora de defender sus derechos laborales. Ahora, doce de ellas se han unido en una plataforma nacional y firmado un manifiesto para protegerse “ante la aparición de aplicaciones informáticas capaces de clonar voces y de desarrollar voces de Inteligencia Artificial”.

“Lo más preocupante es lo rápido que avanza esto y lo cero regulado que está”, avisa Lara. Una de las peticiones del manifiesto es una “moratoria en el uso de este tipo de técnicas sustitutivas del trabajo realizado por humanos hasta el momento en que exista una regulación específica sobre su uso en el sector artístico”. A su vez, piden que las cesiones de derechos firmadas hasta ahora no se utilicen como amparo legal para entrenar inteligencias artificiales con sus voces, así como que cualquiera de estos sistemas que vaya a aprender a replicar voces humanas con ayuda de sus interpretaciones requiera de su permiso expreso previo.

En busca de “emociones neutras”

“El toro nos va a pillar porque el toro ya está aquí. Ya ha habido dos estudios en España que comenzaron proyectos de entrenamiento de voces sintéticas en el que tú ibas y tenías que decir una frase con distintas emociones. Pero pedían que esas emociones fueran muy neutras”, revela Mario García. “En uno de ellos, por ejemplo, teníamos que decir me gusta la pasta con una entonación de contento, triste, enfadado”.

“Al principio pensamos que era para un videojuego. Luego nos enteramos de que eran proyectos de inteligencia artificial y nos organizamos para renuncia a ese tipo de proyectos. Parece ser que los estudios no eran muy conscientes de lo que estaban haciendo. Lo que necesitamos que entiendan es que esto es un círculo vicioso: si las empresas de IA logran automatizar todas las locuciones, ellos y sus salas de grabación tampoco van a ser necesarias en el proceso”, añade.

Mario García y Raúl Lara son dos jóvenes de la nueva hornada de actores de doblaje que han tomado el testigo de voces míticas del sector para afrontar la revolución que se les viene encima. El camino les ha llevado a reunirse con representantes del Ministerio de Cultura y con las patronales de estudios de grabación. También participan en la creación de una organización a nivel europeo para iniciar una comunicación con Bruselas. En la actualidad la UE ultima un nuevo Reglamento para la IA que incluye alguno de los puntos que los actores de doblaje recogen en su manifiesto, como la inclusión de una marca de agua en cualquier contenido que se haya generado con esta tecnología.

“En Cultura nos agradecieron que nos pusiéramos en contacto con ellos y nos expresaron que es una preocupación compartida por otros sectores. Nos dijeron que efectivamente es algo que hay que regular, pero que todavía no está muy claro como se va a hacer y que de momento está en manos de la Unión Europea”, explican los actores de doblaje. Fuentes del Ministerio reconocen a este medio estos contactos y adelantan que se ha decidido crear un grupo de trabajo con representantes de la industria del cine para analizar el impacto que la IA puede tener en el sector y en sus profesionales.

elDiario.es ha contactado también con Amaedis, una de las patronales del sector de estudios de grabación. “Nosotros somos meros intermediarios. Hemos trasladado sus peticiones a nuestros clientes, que son multinacionales grandes y son quienes tienen que modificar los documentos y expresiones que utilizan en ellos. La mayoría, prácticamente todos, han expresado la voluntad de hacerlo”, aseguran a este medio fuentes de la organización. “Ahora en las fechas que estamos es más complicado recibir respuestas, ya que estas empresas dependen de departamentos legales que están en Estados Unidos y tienen sus propios ritmos. Casi todos lo han recibido bien”, inciden.

Un sector que crecía hasta la llegada de la IA

Pese a los nubarrones que se han instalado ahora sobre los actores de doblaje, lo cierto es que el sector se encontraba en una etapa de expansión. El efecto Netflix se ha dejado notar en todo el mundo pero también dentro de España, donde los intérpretes especialistas en las diferentes lenguas y dialectos del Estado asisten a un renovado interés por su trabajo. Entre las asociaciones firmantes del manifiesto hay representantes de actores especialistas en catalán, valenciano, euskera, gallego o andaluz.

“Tú abres Netflix y puedes cambiar el doblaje a 20 idiomas de Europa. Se está empezando a doblar en un montón de países que antes no se doblaba, en Asia, en Latinoamérica, en África. Es algo que está pasando a nivel mundial. Se está generando una industria en cada país que se basa en una actividad artística y cultural. Si ahora se empieza a hacer con IA, se elimina todo eso de un plumazo”, avisa García.

“Es obvio que esto no le interesa a nadie salvo a las grandes multinacionales, que se ahorrarían muchísimo dinero eliminando de una tacada a todo el personal artístico que necesitan para que sus productos estén en todos los idiomas del mundo. Ellos son los que saldrían beneficiados”, incide.

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