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El CNI, preocupado por la fuerza de Anonymous en España: ¿tiene razones?

El entonces comisario jefe de la Brigada Tecnológica, José Manuel Vázquez, sujeta la careta de Anonymous en 2011, tras detener a la que definió como "la cúpula" del movimiento en España.

David Sarabia / Carlos del Castillo

Cuando “la cúpula de Anonymous” (en palabras de la Policía) fue detenida en junio de 2011, la carcajada en Internet fue generalizada. Más aún cuando cinco años después los tres hombres que integraban ese teórico aparato fueron absueltos, a pesar de que la Fiscalía pidiese cinco años de prisión para ellos.

¿Era realmente Anonymous una estructura jerarquizada desmantelada aquella mañana de julio? ¿O nunca ha dejado de ser más bien una idea, una inspiración para pequeños grupos de hackers que actúan por su cuenta? Para el Centro Criptológico Nacional (CCN), un organismo encargado de la ciberseguridad en España y dependiente del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), Anonymous representa aún una amenaza para “infraestructuras críticas o las instituciones públicas españolas”.

El CNI asegura que durante 2017 se produjeron 75 ataques a instituciones públicas que tuvieron “cinco o seis réplicas” durante el año y que se prolongaron una media de 10 días en el tiempo. Según el organismo de inteligencia especializado en ciberseguridad, los ataques partieron desde “núcleos de hackers bajo la bandera de Anonymous vinculados al procés de Catalunya”. A su vez, también anuncian que “la geolocalización de los ataques no se da en España” aunque sea un dato “que no dice nada”.

El CNI también explicó que estos 75 ataques están contenidos dentro de los 38.000 ciberincidentes que el CCN gestionó exitosamente el año pasado. Solo un 2,7% de esos ataques (1.026) los califica como “de peligrosidad alta”. Restan importancia a los objetivos institucionales que según ellos se fijó Anonymous, ya que la mayoría fueron atacados a través de DDoS (ataque de denegación de servicio que consiste en tumbar una página web inundando de peticiones el servidor, haciendo que colapse).

España: ¿Último bastión del movimiento?

Anonymous es un movimiento internacional. “Londres ahí está, Italia, USA, Grecia, Guatemala, Nicaragua, Venezuela (aunque no acabemos de comulgar con sus piedras de molino)...”, explica a eldiario.es una de las cuentas de Anonymous España en Twitter. “Con el tema de la independencia de Catalunya han surgido o se han mostrado algunos sectores con más fuerza que anteriormente y da la sensación de que en España estamos muy activos”, continúan.

No esconden que “en general, el movimiento ha perdido fuerza a nivel internacional”, pero no consideran que Anonymous esté desactivado. “¿Que somos los últimos en los que está vivo el movimiento...?”, preguntan irónicamente. También advierten sobre la cuenta de Twitter @ANONYMUS_ES, un perfil mercenario para inflar el impacto de la ultraderecha en España: “Utilizan nuestro nombre y nuestra imagen. Por cierto, nos han bloqueado pero seguimos viendo su actividad en redes”, continúan desde la cuenta oficial del movimiento.

El grupo hacktivista se despide dejando un mensaje al CNI: “Hay temas y grupos en Internet bastante más importantes y peligrosos de los que deberían preocuparse y a los que prestar bastante más atención”. Anonymous no está muerto pero ha perdido cadencia: ni siquiera los expertos les dan por desaparecidos, al menos en España. Todo lo contrario.

“La Nueve paró y eso les permitió regresar”

Hay al menos dos claves para que Anonymous siga siendo un actor relevante en nuestro país. Las señaló en conversación con este medio Gabriella Coleman, antropóloga que pasó seis años en los foros que la comunidad hacker utilizaba para organizarse, usando sus herramientas y empleando su lenguaje. Su nick, “Biella”.

“España es un sitio bastante único en lo referente a la cultura hacker y la organización de protestas a través de las redes. Ha habido un movimiento muy potente de hackers progresistas que se han integrado muy bien en varios movimientos sociales. Lo hicieron en el 15M llevando la tecnología a las plazas, pero también han estado muy presentes en el independentismo catalán”, afirma Coleman, cuya investigación sobre Anonymous se convirtió en una de las principales referencias para conocer los códigos de esta identidad colectiva.

El segundo motivo que apunta la investigadora es que las fuerzas de seguridad no llegaron a cazar a los hacktivistas españoles, aunque lo intentaron. “Hubo arrestos en el norte de España que la Policía quiso relacionar con Anonymous, pero en realidad ninguno de los grandes hackers fue detenido. Eso es importante, porque cuando los hackers importantes son arrestados todo el movimiento tiende a colapsar”.

Por último, la investigadora indica una última carta que los hackers españoles que se han valido de la careta de Guy Fawkes jugaron para no acabar en prisión. Menciona directamente a La Nueve, una rama española de Anonymous que fue muy activa: “Supieron parar. Tiene sentido hacer eso, porque no es sostenible hackear todo el tiempo. Primero porque al final te terminarían cogiendo y después porque técnicamente es complicado continuar sin parar. La Nueve era muy activa hace unos años y pararon, dieron un paso atrás. Eso les ha permitido regresar”.

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