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Gabriella Coleman: “Hay una contrarrevolución reaccionaria en las redes que no vimos venir”

Gabriella Coleman.

Carlos del Castillo

Anonymous fue un movimiento pionero en muchas cosas. También en desactivarse. En su momento pocos entendieron cómo un grupo de personas que no se conocían personalmente, sin estructura ni liderazgos sólidos, podían coordinarse para causar tantos problemas a Estados y multinacionales. Eran hackers, activistas, espías o, simplemente, bromistas, como los definió Gabriella Coleman (Puerto Rico, 1973), autora de la investigación de referencia sobre un movimiento que llenaba portadas pese a ser un gran desconocido.

El momento de Anonymous pasó (“aunque sigue teniendo actividad en algunos lugares, como en España”, especifica la antropóloga) pero los hackers siguen en las portadas. Para Coleman lo ocurrido tras la desactivación de Anonymous permite concluir muchas cosas. Una es que los “Estados siguen necesitando un hombre del saco en Internet” sobre el que fundamentar recortes de libertades y no han tardado en encontrar un sustituto en la figura de los hackers rusos. Otra, que el fin de la brecha digital ha finiquitado también la brecha ideológica en las redes: el ciberactivismo tiene nuevos protagonistas que muchos, incluida ella, no esperaban.

Biella contesta a las preguntas de eldiario.es desde Montreal, donde ostenta la cátedra Wolfe en Alfabetización científica y tecnológica en la Universidad McGill, y ofrece sus claves para entender el hacktivismo que viene:

Hubo un tiempo en que las redes fueron un sinónimo de espacios prodemocracia, servían de foro para críticas contra la opacidad de las élites, movimientos a favor de la cultura libre... hoy los discursos racistas, machistas u homófobos están mucho más presentes, ¿qué ha pasado?

En los últimos 20 años se ha hablado y escrito mucho sobre Internet y democracia, y de cómo el uso de ciertas herramientas y la creación de ciertas comunidades en la red, como Anonymous, iba a servir para conseguir más democracia y progreso social, en base a la idea de que esas herramientas siempre se usarían en una sola dirección.

Muchos sentíamos que gran parte de esos discursos eran exagerados y naíf, porque no se puede asociar el simple uso de las redes con lograr mejores democracias. No obstante, es verdad que lo que muchos pasamos por alto fue la reacción que iban a tener las fuerzas conservadoras, que también podían aprovechar estas herramientas, como de hecho han hecho durante los últimos años de forma tan exitosa.

Ha sido sorprendente. Yo nunca fui tan ingenua de pensar que estas herramientas solo podían usarse para el bien, pero existía la idea de que eran mayormente las fuerzas progresistas y las élites técnicas las que podían aprovecharlas más y mejor, y que las fuerzas más reaccionarias no tenían las habilidades necesarias para explotarlas de la misma forma. Pero claramente lo han hecho y en los últimos años lo hemos comprobado de la forma más dramática posible. No lo vimos venir.

Se acabó la brecha digital, también en lo ideológico.

Sí. Hace 15 años, para dominar todas las herramientas digitales había que tener conocimientos avanzados. Ese ya no es el caso. La facilidad de acceso a Internet es una de las razones por las que ya puedes encontrar a todo el espectro ideológico en la red.

Creo que está muy claro que Internet, en varios sentidos, es un campo de batalla. Provee una serie de herramientas cuyo uso es indispensable a día de hoy para los movimientos sociales. No puedes tener un movimiento social exitoso que no haga uso de ellas. Pero esos recursos pueden ser usados por grupos de extrema izquierda, de extrema derecha, y por todo lo de en medio. Quien los explote mejor siempre conseguirá ir un paso por delante de los demás.

Como tecnología, a Internet le ha pasado lo que ocurrió con la radio, que tuvo un impacto tremendo en la difusión de ideas progresistas y revolucionarias, pero también fue increíblemente importante en el desarrollo del fascismo. En más de un sentido, podemos decir que ha habido una contrarrevolución reaccionaria en el uso de las redes y las herramientas digitales.

¿En qué consiste esa contrarrevolución reaccionaria?

De una forma muy general, podemos decir por ejemplo que hay grandes grupos de trolls que usan herramientas como Twitter para propagar ideas machistas y acosar a mujeres como respuesta a los movimientos #MeToo. Pero podemos ser más específicos y analizar como grupos e individuos de la alt-right [derecha alternativa] están explotando los recursos de la cultura visual de Internet de forma muy refinada, usándolos para la propaganda.

En EEUU esto ya ha tenido consecuencias. Este tipo de usos de las herramientas digitales consiguieron cambiar el contexto del debate alrededor de las elecciones de 2016. Hacen uso de una cultura visual que apela a la gente joven, normalmente a través del humor, y que encarna elementos de transgresión que se suelen asociar con los movimientos políticos de izquierda, que ahora se usan también para la política de derechas.

Por dar solo un ejemplo de cómo funciona, cuando Hillary Clinton se puso enferma durante la campaña electoral, estos trolls fueron muy efectivos extendiendo imágenes propagandísticas de ella moribunda, casi como una zombie, y haciendo que la conversación girara alrededor del hashtag #SickHillary [#HillaryEnferma]. Entonces los principales medios de comunicación empezaron a informar también acerca de la supuesta gravedad de la enfermedad de Hillary. ¡Los trolls consiguieron imponer su propia agenda a los grandes medios! Y para ello usaron solo recursos digitales.

¿Hacia dónde cree que evoluciona esto? ¿Batalla de propagandas en Internet?

Bueno, hay algo que me hace ser optimista tanto respecto a la propaganda de la alt-right como a la propaganda que intentaron extender los rusos: era identificada como propaganda de forma casi inmediata. Si te fijas en las grandes campañas de propaganda anteriores, como en la Primera Guerra Mundial por ejemplo, el Gobierno británico tenía un equipo de periodistas trabajando para ellos de forma secreta para influenciar en la información que se publicaba sobre el conflicto. Esas informaciones solo se identificaron como propaganda muchos años después. Esta vez fuimos capaces de identificarla a la vez que ocurría. Eso no quiere decir que no tenga un efecto, porque lo tiene, pero sí permite ser optimista respecto al futuro.

En general, para entender el futuro hay que entender que estas revoluciones y contrarrevoluciones están ocurriendo en el presente. Creo que es algo positivo en comparación a descubrirlas cinco o diez años después de que ocurran.

Aunque haya habido un auge de la extrema derecha, no creo que las fuerzas progresistas vayan a huir de Internet o a evitar su uso de ninguna forma. En ciertos aspectos creo que vamos a ver una sucesión de diferentes grupos en las posiciones más visibles y activas en las redes. Ninguno de los que hemos visto hasta ahora, desde Anonymous a los trolls de la alt-right, han establecido mecanismos para reproducirse a través del tiempo.

¿Por qué es difícil que un grupo hacktivista perdure?

Porque ninguno ha descifrado cómo hacerlo. Es muy difícil organizarse online de forma que permita reproducir un movimiento a lo largo del tiempo, la principal razón es que el panorama de software está cambiando todo el tiempo. Es muy difícil ir readaptándose a los nuevos medios de producción online y usarlos durante un tiempo prolongado. Por eso es un mundo con tanto dinamismo y cambio. Eso hace muy difícil predecir qué es lo que vendrá después y también significa que seguramente haya una alternancia ideológica también en Internet, dependiendo de quien se adapte mejor a la emergencia de cada nueva herramienta.

Anonymous lleva una temporada ralentizado. ¿Qué ha ocurrido? ¿Volverá en algún momento o podemos considerarlo una página pasada de las redes?

Bueno, Anonymous no es el tipo de fuerza que una vez fue, pero sigue teniendo cierta actividad en algunos sitios, como en España por ejemplo, donde los hackers se han integrado en los movimientos sociales muy, muy bien, siendo importantes en las corrientes del 15M pero también en el independentismo catalán.

A nivel internacional, el acoso a los hackers ha sido un factor muy importante. Cuando un grupo de hackers activos es detenido se derrumba todo el movimiento. Segundo, no era un movimiento diseñado reproducirse a sí mismo a través del tiempo con facilidad, porque era descentralizado, la gente no se conocía... eso hacía más difícil que se sostuviera a lo largo del tiempo. Y por último, las fuerzas progresistas están pasándolo mal en este momento, y no solo en Internet. Eso también ha afectado a Anonymous.

En cualquier caso, pienso que un movimiento hacktivista como Anonymous puede resurgir en cualquier momento, fácilmente, y hacerse muy visible online. No hay nada que prevenga que gente con especiales conocimientos técnicos se reúna en determinados puntos de encuentro de Internet, usen este tipo de herramientas como Anonymous y comiencen de nuevo con el hacking desde una lógica progresista y con objetivos progresistas.

No hay ninguna razón para que eso no ocurra de nuevo. Incluso ante el imperio de plataformas como Facebook, donde no necesitas conocimientos avanzados para ser un usuario intensivo. La gente con ese tipo de habilidades sigue estando ahí. Y siguen teniendo espacios donde reunirse.

Anonymous ha sido un movimiento casi copado por hombres. Ese próximo movimiento hacktivista, ¿podría ser más feminista?

Bueno, había ciertas partes de Anonymous que eran un poco más diversas. El movimiento en sí era diverso, con gente de diferentes orígenes, géneros… Pero la parte más hacker, sí es verdad que estaba formada por hombres casi al 100%.

En mi opinión, la parte más hacker, la gente con elevados conocimientos técnicos y deseo de irrumpir en otros sistemas y ordenadores con propósitos políticos, probablemente continuará siendo muy masculina. El número de hackers mujeres es pequeño, y mirando entre las hackers que están dispuestas a violar la ley, el número es todavía más pequeño.

Dicho esto, también es cierto que toda la esfera de la tecnología, del código abierto, o el desarrollo de herramientas criptográficas, se ha vuelto mucho más igualitaria de lo que era hace cinco años. Las cosas se han vuelto mucho más… bueno, quizá no mucho más, pero sí un poco más inclusivas. Y lo que sí que existe es un compromiso mucho mayor por la diversidad en comunidades como la de Tor y para el desarrollo proyectos para anonimizarte en Internet.

Por esa parte, se va a igualar un poco la participación de mujeres y hombres. Si miras a la parte más hacker y a la gente dispuesta a llevar a cabo ese tipo de acciones con propósitos políticos, tengo que ser honesta y decir que va a seguir siendo un campo muy masculinizado en los próximos años.

Durante la época de mayor actividad de Anonymous, usted defendió que los gobiernos estaban utilizando el movimiento como excusa para recortar libertades en Internet. ¿Ha pasado lo mismo con los hackers rusos?

¡Já! ¡Buena pregunta! Totalmente. Siempre hay una figura espeluznante, un hombre del saco de Internet, alguien por cuya idiosincrasia es fácil identificar con el mal. Los gobiernos señalan a esa figura y la aprovechan para mandar mensajes como “oh, mira lo que pasa con la encriptación”, o “necesitamos tener acceso a la información en esas plataformas”, o “la cibervigilancia es necesaria”.

Anonymous sirvió para ese objetivo cuando era muy fuerte y visible. Sin duda, actualmente son los hackers rusos los que han tomado ese rol en el imaginario colectivo y la obsesión de los gobiernos.

Indudablemente, el Gobierno ruso ha empleado el hackeo como un método para alterar el marco político en su beneficio, pero se ha desatado una histeria excesiva sobre lo que pueden hacer y lo que han hecho. Eso se ha usado para justificar restricciones de las libertades civiles.

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