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De canal de comunicación oficial a bloquear su uso: Irán emula a Rusia y prohíbe Telegram

Una mujer iraní sostiene un smartphone con la aplicación Sorush, que contiene emojis especiales con mensajes políticos.

Marina Villén (EFE)

Teherán —

Tras un mes de amenazas, las autoridades iraníes bloquearon el popular servicio de mensajería Telegram, que se suma así a la lista de redes sociales como Facebook y Twitter filtradas en el país por ser consideradas “peligrosas”. Se calcula que Telegram tiene unos 40 millones de usuarios en Irán, aproximadamente la mitad de la población del país, y hasta hace menos de dos semanas era empleada también por el Gobierno como canal de comunicación con la ciudadanía.

El primer aviso de este controvertido bloqueo lo dio el jefe de la Comisión de Seguridad Nacional del Parlamento, Alaedín Boruyerdí, quien denunció “el papel destructor” de Telegram y su inminente sustitución por el sistema interno Sorush.

El rechazo a Telegram creció entre las autoridades desde que en algunos de sus canales se convocaron las protestas antigubernamentales de finales de diciembre y principios de enero pasado, cuando la aplicación estuvo bloqueada durante dos semanas. De hecho, la orden del Poder Judicial iraní para filtrar su acceso alegó el daño que ha causado el sistema de mensajería a la seguridad del país al ser usada para “provocar caos y disturbios” y para difundir “propaganda contra el sistema de la República Islámica”.

La reacción popular no se hizo esperar. Tras conocerse la decisión judicial, los usuarios compartieron en Telegram diferentes aplicaciones VPN (programas antifiltros de internet) y aseguraron que seguirán divulgando “las traiciones de los responsables al pueblo”. “Telegram es el único lugar donde se pueden revelar estos temas y por ello se ha convertido en una amenaza” para el sistema de la República Islámica, se pudo leer en canales opositores.

A cambio, las autoridades han tratado en el último mes de promocionar sistemas locales como Sorush, creado hace un par de años y con poco más de 3 millones de usuarios, pero la desconfianza es alta. Una de las bromas que han circulado en las últimas semanas decía: “Para descargar Sorush manden el número 1 al 1000397 y disfruten de que sus conversaciones y chats sean escuchados”. “Cuando instalas Sorush la aplicación inmediatamente te hace una foto. Creo que la necesitan para completar tu expediente”, indica otro chiste.

Algunos llamaron a esta aplicación “sistema de rastreo y escucha”, mientras que otros divulgaron una foto de una mujer con una vestimenta más liberal censurada junto a la frase “cuando tu novia te manda su foto por Sorush”.

Una usuaria de Telegram, Nilufar, que tiene un canal en este servicio de mensajería para informar de las actividades en su gimnasio, expresó sus reticencias a usar Sorush. “Se dice que está vigilado por las autoridades y nosotros en el canal anunciamos algunas clases como zumba que están prohibidas, por lo que seguiremos en Telegram e informaremos a partir de ahora también en Instagram”, explicó.

En la misma línea, Ali, propietario de una empresa dedicada a la exportación que se comunica con sus abogados por Telegram, dijo que no se fía de Sorush. “No vamos a usar la aplicación que ellos (las autoridades) quieran”, señaló. Telegram se considera seguro porque no comparte datos con los gobiernos, lo que ha llevado a varios países a ponerlo en su punto de mira, como Rusia, que bloqueó el servicio este mes desatando protestas populares en defensa de la libertad en internet (aunque no le ha dado demasiado resultado).

De todas formas, al igual que Nilufar, la mayoría pretende seguir accediendo a Telegram con programas antifiltros de internet, aunque la petición judicial a los servidores de internet locales apuntaba a imposibilitar también su uso con estos sistemas.

La lucha por controlar la información en internet es también una batalla interna del sistema: el bloqueo de Telegram por el conservador poder judicial se produce solo una semana después de que el presidente moderado, Hasan Rohaní, afirmara que la aplicación no iba a ser prohibida.

Rohaní prometió a la ciudadanía libertad en internet y que la idea era “eliminar el monopolio del espacio de mensajería”, con la promoción de Sorush, pero no bloquear otras aplicaciones.

Pese a todo, el propio Gobierno prohibió a sus distintos órganos usar Telegram el pasado 18 de abril, el mismo día que el líder supremo, Ali Jameneí, cerró su canal en esta aplicación. Quizá la decisión que desencadenó todo.

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