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The Guardian en español

“Desde Rusia con amor”: suspicacias por el envío a Italia de ayuda sanitaria y personal del Ejército ruso

Se ultima un hospital de campaña en la Feria de Bérgamo

Anna Bonalume

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En las afueras de Bérgamo, la ciudad italiana más golpeada por el coronavirus, una enorme feria de comercio y un centro de exposiciones han sido convertidos en un hospital de campaña. En lugar de pabellones y puestos, hay 142 camas, de las cuales solamente 38 están ocupadas.

Dentro de la zona roja del hospital, donde son atendidos los pacientes en estado más crítico, hay casi tantos médicos rusos como pacientes: 32 médicos y enfermeras de las fuerzas armadas rusas y ocho intérpretes, todos enviados desde Moscú en un gesto humanitario polémico.

Aquí, entrar al área de cuidados intensivos es un proceso complejo: hay que colocarse dos capas de elementos protectores. Primero, una bata blanca del hospital y luego un traje quirúrgico desechable, zapatillas de plástico, guantes, gafas transparentes y una máscara de soldar transparente, todo desinfectado varias veces con gel hidroalcohólico. Incluso después de todo esto, es difícil sentirse 100% a salvo del virus que ha arrasado esta ciudad y la región de los alrededores, provocando miles de muertes en solo unas semanas.

Médicos voluntarios de una ONG italiana, que trabajaron durante la epidemia del ébola en Sierra Leona, y equipos médicos del hospital Papa Juan XXIII de Bérgamo, que se llevaron la peor parte de la devastadora primera etapa del brote en esta región, están a cargo de las salas principales. Pero a los médicos rusos se los reconoce inmediatamente porque han traído sus propios equipos de protección personal: trajes blancos con rayas azules.

Los rusos también han venido con su propio logo: dos corazones, uno envuelto en la bandera rusa y el otro en la bandera italiana, unidos por las palabras: 'Desde Rusia con amor'. Un póster con el logo ha sido pegado en la pared del improvisado hospital.

Los médicos rusos no se sienten cómodos cuando se les pregunta sobre la polémica en torno a su presencia en Italia. El periódico La Stampa ha sugerido que se trata de una tapadera para una operación de inteligencia rusa; otros han especulado que tiene como objetivo que la UE levante las sanciones a Rusia o que es un ejercicio de relaciones públicas para dejar en evidencia la falta de cohesión dentro de la UE.

“No queremos meternos en esa polémica de índole política. Nosotros somos médicos y hacemos nuestro trabajo. La tradición rusa es que si alguien nos pide ayuda, ayudamos”, afirma el teniente coronel Alexander Yumanov, director del equipo médico ruso.

“Llegamos con todos los equipos necesarios”, asegura Yumanov. “Nuestros médicos y enfermeras han estado preparados para trabajar desde el día uno, y hemos traído ocho respiradores. Trajimos otros 45 respiradores de regalo, así como trajes protectores, máscaras, sistemas de protección personal y lotes de pruebas de coronavirus”.

¿Dónde fueron enviadas esas pruebas? “Nosotros sugerimos que se quedaran en Bérgamo pero no sabemos dónde acabaron”, responde.

¿Cuándo tenéis planeado regresar a Rusia? “Los plazos no han sido definidos. Por el momento estamos intentando dar lo mejor de nosotros mismos”, asegura Alexander Volosatov, director adjunto de prensa del Ministerio de Defensa de Rusia, que acompaña a Yumanov.

¿Estáis esperando que todos los pacientes sean dados de alta? “Estamos esperando que se estabilice la situación epidemiológica”, dice Volosatov.

Todavía no está claro cómo surgió la implicación de Rusia. Un político de la Liga Norte, el partido pro-ruso de Matteo Salvini, ha alegado que él negoció la intervención a través del partido alemán de extrema derecha, Alternativa para Alemania (AfD). El coronel ha explicado que fue un arreglo bilateral entre el primer ministro italiano, Giuseppe Conte, y el presidente ruso, Vladmir Putin. “Siempre hemos tenido buenas relaciones con Italia”, remarca.

Ayuda rusa frente a solidaridad europea

Oliviero Valoti, director de sanidad de este hospital de campaña, admite que al principio hubo cierta preocupación por la presencia rusa, desde una perspectiva médica. “Nos preocupaban la cuestión del idioma y también las diferencias culturales. Pero debo decir que en la práctica han demostrado ser muy eficientes. Se han alineado perfectamente a nuestro enfoque de trabajo, tanto desde el punto de vista terapéutico como en relación al manejo clínico de los pacientes”.

Caminando por el amplio pasillo que separa los diferentes sectores del hospital, Valoti -que es anestesiólogo- elogia los respiradores que llegaron de Moscú en aviones de carga: “Todo el cargamento de los aviones eran respiradores donados por el contingente ruso. Este tipo de respiradores no existen en Occidente. Los hemos evaluado y utilizado y son de la más alta calidad. Nos son muy útiles en la UCI”.

Guido Marinoni, presidente de la orden de médicos de Bérgamo, contrasta la ayuda rusa con la solidaridad europea: “Han venido médicos de las fuerzas armadas rusas, también médicos albaneses, cubanos y chinos. No ha venido ningún médico alemán ni francés ni estadounidense. Esto te hace pensar. Y no es que no haya coronavirus en China o en Rusia”.

De hecho, 44 pacientes en estado crítico fueron llevados en un avión sanitario de las fuerzas armadas alemanas desde Bérgamo hacia hospitales con capacidad libre en Renania del Norte y Sajonia, aunque el esquema de traslado de pacientes comenzó después de la llegada de los médicos rusos. Alemania también ha enviado respiradores a Italia, y al menos otros ocho gobiernos de la UE han enviado equipos de protección personal.

En las salas de este hospital de campaña, los pacientes son mayormente hombres, muchos de ellos de edad avanzada y solo unos pocos menores de treinta años.

Mauro Poleni, un técnico de 27 años oriundo de Paladina, enviado al hospital el 11 de abril, explica que “al principio fue un poco extraño”. “Pensé que iba a costarme comunicarme con los rusos, pero los intérpretes son buenos. Cuando tuve 40 grados de fiebre, actuaron rápidamente”, relata.

En Bérgamo, las tasas de infección y las admisiones en los hospitales están cayendo, y los jóvenes de la ciudad están ansiosos por retomar sus vidas y sus trabajos cuando se flexibilice el confinamiento el 4 de mayo. Pero muchas personas mayores son cautelosas, ya que han quedado traumatizadas por las muertes en la ciudad y en los pueblos de los valles cercanos: la provincia, que tiene una población de un millón de habitantes, ha perdido oficialmente a 2.700 personas pero se calcula que la cifra real de muertos se acerca a los 5.000.

El doctor Marinoni también expresa cierto recelo sobre volver a la vida como era antes: “Si no nos aseguramos de que el regreso a la actividad sea gradual y esté acompañado por un control de la capacidad de contagio de la gente que vuelva a trabajar, corremos un enorme riesgo de que esto vuelva a empezar”.

Traducido por Lucía Balducci

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