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Italia enfila su desescalada mientras China se prepara para evitar una segunda ola de casos

Un operario desinfecta la plaza del Duomo en Milán (Italia).

Icíar Gutiérrez

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Tras siete semanas confinados, el 4 de mayo es una fecha señalada en el calendario de muchos italianos. El Gobierno de Giuseppe Conte ha programado para este día los primeros pasos hacia lo que ha nombrado la 'fase 2', de reapertura progresiva del país. Mientras, en China, semanas después de levantar el estricto confinamiento de Wuhan, las autoridades continúan enfrentándose a un goteo de casos de coronavirus, esta vez al norte del país, que temen que se conviertan en una segunda ola de infecciones.

El presidente italiano explicó este domingo algunas de las directrices que marcarán la nueva rutina de la población. Lo que está claro es que ante todo va a ser una relajación de las restricciones decretadas contra el coronavirus. Los medios locales se refieren a las nuevas pautas como “libertades reconquistadas”, pero las limitaciones siguen siendo la norma. La recuperación de la vida social, tal y como se conocía antes de la pandemia, aún tendrá que esperar.

A partir del próximo lunes, los italianos se adentrarán en una etapa de “convivencia” con el virus, según ha insistido el Gobierno. La premisa básica es mantener la distancia física. “El comportamiento responsable de cada uno de nosotros será fundamental: nunca debemos acercarnos, la distancia de seguridad debe ser de al menos un metro”, sostuvo el primer ministro. Tampoco se podrá salir con fiebre superior a 37,5 y las autoridades se muestran cautelosas, condicionando la puesta en marcha de las medidas a que no haya un repunte de los contagios y se mantenga la tendencia a la baja del brote.

El 4 de mayo, podrán retomar su actividad el sector manufacturero, la construcción y el comercio mayorista, aunque deberán garantizar protocolos de seguridad para evitar nuevos contagios. Después se espera un nuevo alivio el 18 de mayo, cuando se prevé que el comercio minorista, los museos y las bibliotecas puedan abrir de nuevo sus puertas. Los bares y restaurantes y los establecimientos de cuidado personal como peluquerías, centros de estética, de masaje y barberías no podrán quitar el cartel de cerrado hasta dos semanas después, el 1 de junio. Según informa La Repubblica, el Comité Científico Técnico recomendó que se planificaran los pasos con intervalos de 14 días para comprobar los efectos de cada reapertura.

Desde el próximo lunes, la población podrá salir solo por razones médicas, de trabajo, para hacer la compra y, la novedad, para hacer deporte o visitar a parientes como padres o abuelos. Sin embargo, aún habrá que cumplir una serie de condiciones. En las visitas, las reuniones grupales siguen prohibidas, se debe mantener la distancia de seguridad de un metro y usar mascarilla, según explicó Conte. Sobre la actividad física, será posible caminar lejos del domicilio, siempre que se respete la distancia y sea de forma individual, con la excepción de las personas que viven en la misma casa. También será posible correr y practicar deporte al aire libre, aunque la distancia de seguridad será en este caso de al menos dos metros.

Se permitirá el acceso a los parques públicos, regulando las entradas a las áreas de juego para niños. Los alcaldes pueden impedir el ingreso a los mismos si no es posible hacer cumplir las normas de seguridad. Otra de las novedades es que se podrá celebrar funerales con hasta 15 personas, con mascarilla y guardando la distancia. El uso de este dispositivo también será obligatorio en el transporte público, donde se considera que no se puede respetar el metro de separación. Asimismo, se permitirá la apertura de restaurantes solo para comprar comida para llevar, que tendrá que ser consumida en los hogares. Los colegios no abrirán hasta septiembre.

El 4 de mayo los italianos no recuperarán tampoco del todo su libertad de movimiento. Las personas podrán cambiar de región por motivos justificados de tipo laboral, sanitario o de urgencia, también para regresar a casa. Es decir, de acuerdo con La Repubblica, será posible que los estudiantes o trabajadores que se hayan quedado atrapados en otra ciudad desde el encierro vuelvan a sus hogares. Los italianos tendrán que seguir llevando encima de momento el formulario conocido como 'autocertificación' para justificar sus desplazamientos. Según informa Il Corriere della Sera, este aspecto ha sido objeto de debate, pero se ha optado por esta opción para evitar “que los italianos perciban la flexibilización de las medidas como el regreso a la vida anterior, un estado mental que podría tener un impacto dramático en la curva de contagios”.

Tras el anuncio, Conte ha tenido que enfrentarse a diversas críticas y dudas sobre la interpretación del nuevo decreto. Este lunes, dueños de peluquerías han protestado por haberse quedado fuera de las aperturas de las actividades durante el mes de mayo. Algunos gobernadores y alcaldes han cuestionado que no se haya dejado claro qué va a pasar con las familias en la que los padres tengan que volver a trabajar y los hijos pequeños sigan en casa sin clases presenciales.

Uno de los aspectos que más controversia ha desatado es el término “parientes”, a raíz de la posibilidad de visitarlos guardando la distancia. ¿Incluye, por ejemplo, a las parejas que han pasado el confinamiento separados? Tras la polémica, el Palacio Chigi ha aclarado que por parientes también se entiende a “cónyuges”, “parejas” y “afectos estables”. Es decir, a partir del 4 de mayo se puede visitar a todas las personas con las que esté legalmente vinculado y también con las que se mantenga una relación emocional estable. Tampoco se ha esclarecido qué pasará con las segundas residencias. Para el Ministro de Infraestructura y Transporte, la prohibición de desplazarse a ellas permanece.

China intenta evitar una segunda ola de casos

Mientras Italia da tímidos pasos hacia la reapertura, las autoridades chinas continúan gestionando el fin del confinamiento en el núcleo más castigado del país, Wuhan, que este lunes ha dado de alta a los pacientes con coronavirus que permanecían hospitalizados. A pesar del aparente éxito a la hora de controlar el brote, persisten los temores de que se produzca una segunda ola de infecciones, con especial atención en el norte del país.

La Comisión Nacional de Salud ha informado de que los nuevos casos de coronavirus descendieron este domingo en China hasta tres, frente a los 11 contagios del sábado y los 12 del viernes. De acuerdo con sus datos, hasta la fecha se ha realizado seguimiento médico a 730.529 contactos cercanos con infectados, de los cuales 8.443 continúan en observación, y de ellos, 10 serían casos sospechosos de haberse contagiado del virus.

Dos de los nuevos casos confirmados proceden del exterior. Los llamados contagios “importados”, provenientes de otros focos mundiales de la pandemia y diagnosticados en China, han protagonizando durante las últimas semanas la estadística en el país asiático, a pesar de que las autoridades han impuesto controles estrictos en sus puertos y puntos fronterizos. El 28 de marzo, prohibió la entrada de ciudadanos extranjeros. Aún así, como informa Reuters, se ha enfrentado a un continuo goteo de casos de ciudadanos chinos que desean regresar a casa. En los últimos días, muchos de estos han regresado de Rusia.

El tercer nuevo caso, esta vez de contagio local, se registró en la provincia septentrional de Heilongjiang, donde anteriormente se había detectado un alza de contagios provocado por nacionales chinos llegados desde Rusia. Este es uno de los focos que preocupan especialmente al Gobierno chino. Según recoge EFE, el gigante asiático cerró su frontera con Rusia el 8 de abril y cinco días después, ante la llegada de decenas de casos “importados” desde territorio ruso a esa provincia, impuso en la capital, Harbín, una cuarentena de 28 días a todos los viajeros llegados del exterior, además de someterles a dos análisis de ácido nucleico y uno de anticuerpos. En los últimos días, las autoridades de la provincia fronteriza han anunciado también restricciones para algunos residentes.

En medio de la preocupación por hacer frente a una posible segunda ola, las autoridades de Pekín han anunciado nuevas normas para “promover el comportamiento civilizado” y disuadir “los malos hábitos”. Es decir, recoge la agencia Xinhua, convirtiendo reglas morales en normas legales. Entre ellas, exigir a los residentes que se cubran la boca y la nariz al toser o estornudar, no comer en el transporte público y usar mascarilla en público cuando se tiene una enfermedad respiratoria “como la gripe”. Los restaurantes también deben proporcionar utensilios para servirse, como los palillos, y alentar que se coma en porciones separadas. También está prohibido escupir o tirar basura. El reglamento entra en vigor el 1 de junio.

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