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The Guardian en español

Europa está dispuesta a frenar la inmigración cooperando con los déspotas que la generan

Varios refugiados caminan por una carretera del pueblo croata Ilok, fronterizo con Serbia.

Patrick Kingsley

No hay nada especialmente radical en la última versión de la política migratoria de la UE, que fue desvelada en la tarde de este martes. La premisa principal es la misma que ha utilizado siempre Europa: pedir al mundo en vías de desarrollo que lidie con la migración para que no tenga que hacerlo ella.

Con el enfoque del palo y la zanahoria, Europa ofrece ayuda, comercio y conocimiento a los países que se llevan la peor parte de los flujos migratorios en Oriente Medio y el norte de África. Los que no cumplan no recibirán la ayuda o el comercio. “Hay consecuencias”, dice de forma ominosa un documento de la UE, “para los que se nieguen”.

Se espera que los que tomen la zanahoria hagan la vida un poco más fácil a los millones de migrantes dentro de sus fronteras. Por encima de todo, tienen el encargo de readmitir a los pocos que consigan escapar y evitar que los demás se vayan en primer lugar. Es el acuerdo entre la UE y Turquía, pero repetido por todo el sur del Mediterráneo y el Sáhara.

Entre las insultantes promesas de cumplimiento del derecho internacional, hay sin embargo ideas prometedoras que, aunque se ofrecen solo parches, podrían mejorar ligeramente la vida de las personas que de otro modo pensarían en migrar.

Los programas de desarrollo y acuerdos comerciales para Jordania y Líbano ofrecen un atisbo de esperanza para los dos millones de sirios que ahora están apiñados en estos dos pequeños países y mejorar ligeramente sus posibilidades de entrar en el mercado laboral legal. Libia está a años luz de la estabilidad, pero el apoyo financiero e institucional para el gobierno del país, vulnerable y auspiciado por la ONU, tendrá un impacto más positivo que negativo.

Rutas menos peligrosas

Otra idea progresista implica ofrecer a más refugiados rutas legales a Europa, un reconocimiento bienvenido de que, para frenar la migración irregular, hay que mostrar a los posibles migrantes que tienen al menos una pequeña posibilidad de desplazarse de una forma más regular. Europa, dice un documento, “debe crear posibilidades auténticas de reasentamiento en la UE para desincentivar las rutas irregulares y peligrosas”.

No importa que este apartado del plan ofrezca poco en forma de números; al menos las autoridades europeas reconocen al fin que la incapacidad de ofrecer reasentamiento legal es una de las causas de los movimientos irregulares hacia Europa.

Más insidiosa es la revelación de que Europa sigue pretendiendo trabajar con regímenes déspotas, en un intento de evitar que la gente viaje por desiertos y mares a Italia y Grecia. Durante semanas, los periodistas han informado de que la UE tiene intención de trabajar con Sudán, cuyo presidente está en busca y captura por crímenes de guerra, y con Eritrea, cuyo gobierno totalitario es sospechoso de crímenes contra la humanidad según la ONU.

La UE ha evadido esas afirmaciones y ha asegurado básicamente que nada es definitivo. Pero los documentos presentados este martes muestran que la intención de asociarse con Sudán y Eritrea sigue estando ahí. Ambos países son mencionados como posibles socios, y un documento confirma que “este verano empezará” un plan para trabajar con ambos.

La información difundida previamente sobre este plan muestra que, en un intento de frenar a los refugiados que buscan asilo en Europa, el continente puede acabar donando coches, equipamiento y es posible que incluso aviones a los tristemente célebres servicios de seguridad de Sudán. También podría “dar apoyo formativo” al sistema judicial de Eritrea, al que la ONU ha acusado de ayudar y ser cómplice de la campaña de terror del presidente Isaias Afwerki.

La nueva política migratoria de la UE está adornada con el lenguaje progresista de “gestión migratoria”, de aceptar que no se pueden parar los flujos migratorios, solo gestionarlos mejor.

Pero el contenido del plan indica que Europa aún no ha aceptado esta realidad. Una vez que superemos la bonita pero vaga aceptación hacia el reasentamiento y el desarrollo, la principal conclusión es que llevarse bien con dictadores y matones sigue siendo el método preferido de Europa para lidiar con la migración. A pesar de que, para empezar, estos son la principal causa de la migración.

Traducción de Jaime Sevilla Lorenzo

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