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Grenfell, seis meses después del incendio: “Viviremos con esta tragedia durante mucho tiempo”

Una columna de humo cubre la Torre Grenfell en Lancaster West Estate en Londres (Reino Unido) durante el incedio.

Amelia Gentleman / Harriet Sherwood / Kevin Rawlinson / Susanna Rustin / Owen Bowcott

“Me siento más deprimida que enfadada”

Amelia Gentleman

Beinazir Lasharie, que ha vivido prácticamente toda su vida en un apartamento en Grenfell, dudó cuando este verano le ofrecieron el cargo de teniente de alcalde en el consejo municipal de Kensington y Chelsea. Concejala laborista, siempre había tenido que luchar para ser escuchada, y recibió la inesperada propuesta de promoción con cierto escepticismo.

“Pensé que era un poco extraño que de repente me propusieran este cargo cuando hasta ese momento nunca se habían preocupado por escuchar lo que tenía que decir”, explica. “Creo que me nombraron porque soy la única concejala de Grenfell. Acepté la propuesta única y exclusivamente para poder defender a mis vecinos. De lo contrario, no habría encontrado la fuerza necesaria para aceptar el cargo. Quiero que mi presencia sirva de recordatorio”.

Para ella, desempeñar este trabajo ha sido muy duro, ya que todavía se recupera del estrés emocional que le causó ver la Torre Grenfell en llamas. La noche del incendio, salió de su apartamento, situado a solo seis metros del edificio con sus dos hijos, mientras los escombros de la Torre Grenfell iban cayendo sobre su balcón. Todavía no han podido regresar a casa y viven en un alojamiento temporal.

“Cuando pienso en el incendio y todo lo que pasó después, me siento más deprimida que enfadada. Las depresiones son un tema tabú pero me parece importante hablarlo abiertamente. Muchos habitantes de Grenfell están deprimidos y les cuesta sobrellevar el día a día. Es difícil trabajar, es difícil ser madre de niños pequeños. Tengo pesadillas y me asaltan recuerdos de lo sucedido”, reconoce.

Toda su familia está conmocionada. Un familiar trató de suicidarse cinco días después del siniestro. “Lloro cada vez que regreso, cuando pienso en mis amigos, cuando miro hacia arriba y recuerdo en qué piso vivían. Es muy duro. Pensé que con el paso del tiempo me sentiría menos hundida, pero lo cierto es que estoy peor”.

La mayoría de concejales son blancos, de clase media y mayores de 50 años. Desde que fue elegida concejala, Lasharie ha tenido que luchar para que la escuchen. “Se burlaban de nosotros en las reuniones”, recuerda. “Tenía la sensación de que con su actitud ponían en duda mis conocimientos. Creo que es evidente que no representan los intereses de mi comunidad”.

Todavía recuerda con amargura la actitud que tuvieron los concejales con los residentes del edificio durante el largo proceso de remodelación de la Torre Grenfell, que terminó el año pasado. Como concejala, tramitó algunas de las preocupaciones de los residentes. Ahora, como teniente de alcalde, quiere que se produzca un cambio de actitud en el consejo municipal que permita volver a evaluar muchas de las cuestiones que se plantearon tras la tragedia.

Ha intentado mudarse a su apartamento en dos ocasiones distintas pero en ambas ocasiones, su hijo de cuatro años ha sufrido una reacción alérgica y ha tenido que ser hospitalizado. “Los trabajadores que colocan el andamio llevan trajes de protección pero nuestro apartamento está lleno de polvo”, lamenta.

Está embarazada de seis meses y le preocupan las sustancias tóxicas del polvo: “Mi hijo enferma cada vez que voy al edificio, la última vez no podía respirar, no puede tratarse de una casualidad”. Durante un tiempo, vivieron en un hotel pero el personal reprendió a los niños porque corrían en los pasillos. “Hemos estado en el limbo. Los concejales han tenido un comportamiento poco sólido, han hecho promesas que no deberían haber hecho. Demasiados vecinos están todavía en hoteles. Los concejales se sienten superados por la situación”.

Había presenciado incendios en el edificio antes. “Sin embargo, no tenían nada que ver con lo que vi esa noche. Ardía como gasolina. No debería haberse propagado así. Todavía pienso en todas las personas que vi ese día y que ya no volveré a ver nunca más. Personas a las que saludé durante 20 años, a las que veía cada día y ahora han desaparecido. Siento una profunda tristeza. No puedo soportar más sufrimiento”.

“Es inconcebible que el edificio siga en pie”

Harriet Sherwood

El padre Alan Everett es el vicario de la iglesia de San Clemente, ubicada cerca de la Torre Grenfell. Tras la tragedia, se convirtió en un punto de encuentro para los vecinos y los supervivientes. Escribió un poema con un potente mensaje sobre la angustia y la indignación de la comunidad.

“Espero que el funeral en St. Paul sirva para cerrar heridas. Que vayan miembros de la familia real y del Gobierno hará que las víctimas se sientan acompañadas y comprendidas. Espero que sea como un rito que nos permita cerrar este capítulo y abrir otro”, afirma.

“Han pasado seis meses y si bien muchas personas todavía no han podido regresar a sus hogares y los habitantes de Grenfell soportan diariamente el trauma de ver el edificio allí en medio, lo único que podemos decir es que no se han cerrado viejas rencillas. Todas las partes deberán hacer un gran esfuerzo para que los afectados puedan recuperarse psicológicamente de lo sucedido”, sostiene Everett.

“Espero que en 2018 sepamos con exactitud qué pasará con el edificio. El daño psicológico hace mella en los vecinos a diario y es tan intenso que es inconcebible que la torre siga en pie. Es lo primero que ven muchas personas cuando desayunan en sus cocinas, los niños pasan por delante de la torre a diario cuando van a la escuela. Sería un gran alivio que la derribaran. Después podemos decidir que uso darle al solar”, explica.

“Todavía estamos lidiando con el impacto psicológico que ha tenido esta tragedia sobre la comunidad, cómo difiere de un trauma individual y cuáles son los efectos acumulativos. He estado leyendo sobre situaciones traumáticas y lo que es incontestable es que si ya tenías problemas, una vicisitud como un incendio se magnifica. Vamos a tener que lidiar con esta situación durante mucho tiempo”. 

“Sin recortes hubiésemos salvado alguna vida más”

Kevin Rawlinson

“Hicimos lo que pudimos con los recursos que teníamos. Trabajamos en una zona donde se han recortado los recursos destinados a la lucha contra incendios en un 50%” Lucy Masoud

Lucy Masoud es miembro del cuerpo de bomberos y del sindicato de las brigadas de bomberos. Llegó a la Torre Grenfell el día después del incendio y durante un mes trabajó allí a diario.

“Los bomberos hicimos lo que pudimos. Nuestro valiente equipo de hombres y mujeres hicieron una labor increíble y no creo que nadie lo ponga en duda. Hicimos todo lo que pudimos con los recursos y el equipamiento que teníamos”, afirma Masoud.

“Cuando tienes que trabajar en una zona donde se han recortado los recursos destinados a la lucha contra incendios en un 50%, es razonable afirmar que sin un recorte tan drástico tal vez podríamos haber salvado una vida más. Además de desconsuelo, sentimos un gran enfado”, añade.

“Ninguna otra brigada de Reino Unido podría haber lidiado con un incendio de esta magnitud porque ninguna otra brigada habría tenido a sus hombres de guardia esa noche. Grenfell fue un desastre, pero si hubiera pasado fuera de Londres, habría sido todavía peor”, asegura.

“Como es habitual en desastres de esta magnitud, el primer ministro suele desplazarse hasta el lugar de los hechos y explica a todo el país que los servicios de emergencia hicieron una labor magnífica. Sin embargo, se trata del mismo Gobierno que se sentó en la primera fila de la Cámara de los Comunes y aplaudió cuando impulsaron recortes al sector público”, denuncia Masoud.

“No tengo deseos para 2018”

Harriet Sherwood

Kerry O’Hara vivía en la sexta planta de la Torre Grenfell. Dos meses después del incendio, se reencontró con su gata Rosey. A O’Hara le han asignado una vivienda definitiva en el complejo de viviendas de protección oficial de Kensington Row, situado a unos tres kilómetros de Grenfell.

“Han pasado seis meses y sigo enfadada y disgustada. Siento tristeza por los amigos que perdí. Me alegra tener una nueva vivienda definitiva pero me siento aislada y sola. No hay un sentimiento de comunidad, solo restaurantes y bares pijos. Así que intento volver (a North Kensington) siempre que puedo”, cuenta O'Hara.

“Rosey ha vuelto a la normalidad. No creo que a ella le afecte el cambio mientras esté calentita, bien alimentada y yo esté con ella. Mi gata es mi vida. No es solo un gato, es mi bebé”, confiesa. “Desde el incendio no estoy bien de salud. Mi depresión se ha agudizado y tengo más días malos que buenos. Recibo ayuda psicológica pero me gustaría recibir más”, añade.

“Este año no voy a celebrar las navidades. No estoy de humor. El Ejército de Salvación va a organizar una cena pero no sé si podré ir. Estoy intentando solucionar este problema de transporte. Este año las Navidades serán tristes. Nadie está de humor para celebraciones”, asegura.

“No tengo deseos para 2018. No superaré esta tragedia hasta dentro de mucho tiempo. Algunas personas no lo superarán nunca”, concluye.

“La escuela tiene 127 alumnos directamente afectados”

Susanna Rustin

Sarah Cooper es la directora de la escuela de primaria Oxford Gardens, situada cerca de la Torre Grenfell. En el incendio fallecieron un alumno y un exalumno. Durante el fatídico incidente, la escuela abrió sus puertas a las familias afectadas.

“Me enteré de que la torre Grenfell estaba en llamas a través de una persona que trabaja en la oficina de la escuela. Me llamó a las cuatro de la madrugada y me dijo: ”Es muy triste, Sarah, muy triste“. Nunca olvidaré esas palabras. Cuando llegamos, el edificio todavía ardía y oímos comentarios de que se podía derrumbar. Decidimos que debíamos proporcionar un lugar seguro a los vecinos que quisieran venir con sus hijos, mandamos un mensaje y preparamos desayuno a todos los que se presentaron”, recuerda.

“Perdimos a un niño de tercero, Mehdi El Wahabi, y a un exalumno, Biruk Haftom. La escuela tiene 127 alumnos que se han visto directamente afectados, ya que han perdido a un familiar o a un amigo, que fueron evacuados o que vivieron la tragedia en primera persona. Los compañeros de clase de Mehdi forman un grupo que ha quedado especialmente sacudido por la tragedia”, añade la profesora.

“Decidimos que un día no diríamos ‘hoy se cumplen seis meses del incendio’, sino ‘hace seis meses que estamos unidos para ser más fuertes’. Estamos haciendo banderines con plegarias y los niños están haciendo dibujos sobre personas o cosas que les dan fuerza; la familia y sus amigos”, cuenta Cooper.

“Lo que pasó cambio nuestras vidas y tenemos que seguir trabajando a partir de esta base. Como es normal, afloran determinadas emociones y pensamientos negativos, pero tenemos que aprender a gestionarlo día a día, y de alguna forma nos acompañan las personas que perdieron la vida. Aún tenemos altibajos. Seis meses es poco tiempo. Pero esta experiencia debe hacernos más fuertes y resistentes y debemos cerciorarnos de que los jóvenes tienen todas las oportunidades posibles y que en todo momento tienen el apoyo necesario”, concluye.

“Me temo que su ayuda llegará demasiado tarde”

Amelia Gentleman

Mahboubeh Jamalvatan vivía en la tercera planta y logró salir del edificio en llamas. Todavía vive en un apartamento temporal con sus dos hijos, ambos estudiantes. En el último medio año ha compartido habitación con su hija mayor de edad.

“No tengo ni idea de cuánto tiempo estaré aquí. Ha sido muy difícil para todos. El Ayuntamiento tiene la culpa de que las familias estén devastadas. No me gusta que no nos informen. Me temo que su ayuda y apoyo llegarán demasiado tarde. Cuando finalmente nos asignen una vivienda ya estaremos cansados y derrotados”, afirma Jamalvatan.

“No me gusta regresar a la zona porque me trae recuerdos. No soporto ver el edificio. A menudo pienso en lo que pasó esa noche, cómo los bomberos aconsejaron a los habitantes del edificio que regresaran a sus apartamentos. Me produce una tristeza profunda que en un país tan avanzado el servicio de incendios tenga que intentar controlar un incendio en la planta 23º de un edificio con un equipamiento tan precario. Ellos no me salvaron, cuando conseguí salir del edificio ellos estaban empezando a llegar”, explica.

“No entiendo por qué se están demorando tanto. El consejo municipal de Kensington y Chelsea tiene mucho dinero. Pueden permitirse darme un apartamento para que pueda vivir allí con mis hijos. Ya sé que el equipo que debe asignar viviendas no puede hacer milagros y darnos viviendas a todos en un abrir y cerrar de ojos, debemos darle tiempo y tenemos que ser justos y comprensivos con ellos, pero no nos mantienen informados”, denuncia.

“Ha sido muy duro para todos nosotros. Psicológicamente, me ha afectado muchísimo. Todos tenemos mucho estrés. No somos capaces de proyectar un futuro. Hemos pasado por todas estas vicisitudes y ni siquiera sabemos qué nos espera. Ni siquiera sabemos si vamos a tener una vida normal. No sabemos si lo vamos a superar”, señala.

“Nuestros abogados han necesitado ayuda psicológica”

Owen Bowcott

Martin Howe es socio fundador del bufete de abogados Howe and Co, especializado en justicia social. Desde la tragedia ha estado representando a los supervivientes y a los familiares de las víctimas.

“Hemos estado en la comunidad, trabajando con personas muy traumatizadas que en muchas ocasiones no habían hablado con nadie de lo sucedido. Muchos de ellos solo han contado los detalles de lo que pasó esa noche a su abogado. Lo más impresionante es la valentía y la dignidad de los supervivientes y sus familias. Es un honor tratar de ayudar”, asegura.

“Se desmoronan y están muy angustiados. No solo murieron adultos, también niños. No somos asesores ni expertos en traumas y escuchar los relatos de esta horrible tragedia también nos traumatiza. Reto a cualquiera a que escuche las llamadas al 999. Hemos tenido que proporcionar ayuda psicológica a los abogados de nuestro despacho porque lo necesitaban. Ninguno de nosotros había vivido antes una situación parecida”, añade el abogado.

“Los individuos y familias a los que representamos quieren dar voz a familiares y amigos que murieron en el incendio. Quieren estar seguros de que se les escucha alto y claro. Se habían quejado en demasiadas ocasiones, los habitantes del edificio habían hablado y habían expresado su preocupación. Lamentablemente, parece que nadie con la autoridad suficiente como para tomar decisiones estaba escuchando”, denuncia.

“Como abogado experto en derechos humanos, tengo una enorme responsabilidad ya que 66 supervivientes y familiares de víctimas han depositado su confianza en mí y debo velar por sus intereses. Haré todo lo que esté en mis manos para asegurarme de que hemos revisado todos y cada uno de los documentos, que no queda nada por revisar y examinar y que entre todos conseguiremos saber la verdad”, concluye.

Traducido por Emma Reverter

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