UNRWA es la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Medio. Desde 1949 trabajamos para proporcionar asistencia, protección y defensa a más de 5 millones de refugiados y refugiadas de Palestina, que representan más de la quinta parte de los refugiados del mundo y que actualmente viven en campamentos de refugiados en Jordania, Líbano, Siria y el territorio Palestino ocupado (la franja de Gaza y Cisjordania), a la espera de una solución pacífica y duradera a su difícil situación.
Cuatro meses de espera burocrática para salvar la vida a tan solo una hora de casa
Saja no ha podido ir a la escuela durante los dos últimos años. Tiene 10 y quiere ser profesora de arte en el futuro. Desde que ingresó en un hospital en Tel Aviv para recibir tratamiento contra el cáncer, ha echado mucho de menos a sus hermanos, incluida la más pequeña a la que no ha podido conocer. Mientras se recupera, toda su familia reza para que pueda regresar a Gaza sana y libre de cáncer.
La familia de Saja vive en la ciudad de Rafah, en el sur de la franja de Gaza. El padre palestino, Nuthmi, conoció a la madre, Najlaa, hace 17 años, durante sus estudios en Marruecos. Hace dos años la joven pareja cumplió su sueño de comprarse un pequeño apartamento después de haber vivido en la casa familiar desde que se casaron.
Pero ese verano la vida de la familia cambió drásticamente. Su hija Saja, de 8 años entonces, empezó a experimentar episodios de fiebre muy alta y fue trasladada a una clínica local. “La atendieron y trataron, pero no mejoró”, comenta Najla. Tras someterse a varias pruebas médicas, le diagnosticaron leucemia en segunda fase. La noticia marcó un antes y un después en la vida de toda la familia. Najlaa recibió el diagnóstico embarazada de su cuarto hijo y describió el momento como “el más negro de mi vida”.
Inmediatamente después de ser diagnosticada, Saja fue remitida al hospital al-Rantissi, el único centro con medios en el territorio para ser tratada, donde comenzó con su tratamiento de quimioterapia durante un año y se recuperó. Seis meses después, y durante un examen rutinario, los médicos encontraron un aumento repentino y peligroso de plaquetas en sangre que indicaba el regreso a la pesadilla. “Esta vez, el hospital de Gaza no nos pudo ayudar porque el cáncer le atacó muy agresivamente”, agrega Najlaa.
El acceso a tratamientos contra el cáncer infantil en Gaza es muy limitado. Los dos millones de habitantes del enclave costero solo pueden acceder al hospital al-Rantissi, que se encuentra bajo una fuerte presión para poder proporcionar quimioterapia a tiempo a todos sus pacientes, mientras que otros tratamientos ni siquiera están disponibles en Franja. Se enfrentan a falta de medicamentos, suministros médicos y dispositivos de diagnóstico y terapéuticos debido al continuo bloqueo impuesto por Israel desde hace más de 13 años. El precario sistema de salud gazatí actualmente hace frente además a la peor crisis sanitaria mundial de los últimos años, con recursos muy limitados. La pandemia por COVID-19 lo ha puesto a prueba desde sus inicios colapsándolo.
Najlaa dio a luz a su bebé en el hospital mientras acompañaba a Saja. “Mi esposo llevó a la niña recién nacida a nuestra casa y yo me quedé con Saja en el hospital. No podía dejarla. Ella me necesitaba más que nadie”.
La madre lamentaba no poder brindar el tratamiento adecuado en Gaza a su pequeña, que fue remitida a un hospital fuera de la Franja. Aunque el caso de Saja era muy crítico y su vida dependía de una buena atención médica, la niña entró en el interminable círculo burocrático de restricciones de movilidad al que se enfrentan los habitantes de Gaza como parte del castigo colectivo impuesto por Israel. Para personas como Saja es imprescindible conseguir un permiso israelí para recibir su tratamiento en hospitales equipados fuera de la franja de Gaza. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, antes del brote de la COVID-19 se realizaban más de 1.750 solicitudes de permisos mensuales en Gaza y más de 7.000 en Cisjordania, un número que se redujo drásticamente tras el inicio de la pandemia. Casi un tercio de las solicitudes corresponden con pacientes de cáncer cuya probabilidad de supervivencia, a los 6 meses desde la primera solicitud del permiso, es inferior al 90%.
Madre e hija tardaron 4 meses en viajar a Tel-Aviv, a tan solo una hora de su ciudad. Saja recibió quimioterapia durante los siguientes cinco meses en el hospital israelí, pero no mejoró. “Nuestra última esperanza era el trasplante de médula ósea”, una cirugía a la que se sometió hace 14 días.
El Centro Palestino de Derechos Humanos estima que el número de pacientes con cáncer infantil en la franja de Gaza asciende a 640. El Ministerio de Salud del territorio se enfrenta a muchos problemas a la hora de derivar los casos más críticos que necesitan recibir el tratamiento fuera, debido a las restricciones de viaje impuestas por Israel. “El hospital de Gaza está lleno de niños que esperan estar cerca de la muerte para viajar y recibir el tratamiento adecuado”, sentencia con pesadumbre Najlaa, una madre fuerte y luchadora.
En ocasiones, los menores consiguen sus permisos de movilidad para ser tratados fuera del territorio Palestino ocupado pero sus padres no corren la misma suerte y se ven obligados a enfrentar esta complicada situación en soledad. Los progenitores envían a sus hijos a hospitales que nunca podrán visitar, sin saber si superarán la enfermedad y podrán volverse a ver.
Sobre este blog
UNRWA es la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Medio. Desde 1949 trabajamos para proporcionar asistencia, protección y defensa a más de 5 millones de refugiados y refugiadas de Palestina, que representan más de la quinta parte de los refugiados del mundo y que actualmente viven en campamentos de refugiados en Jordania, Líbano, Siria y el territorio Palestino ocupado (la franja de Gaza y Cisjordania), a la espera de una solución pacífica y duradera a su difícil situación.