Este antiguo puerto ballenero con playas increíbles es un tesoro en plena Costa da Morte

Malpica de Bergantiños, en Galicia.

Aurora López

4 de julio de 2025 13:47 h

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Hubo un tiempo en el que existió un pueblo asomado al fin del mundo, donde las olas rugían con fuerza y el viento traía consigo leyendas de navegantes, ballenas y marineros. Allí, en el corazón de la salvaje Costa da Morte, se levantaba Malpica de Bergantiños, un rincón de Galicia donde el mar lo era todo: alimento, peligro y refugio.

La historia de este lugar cuenta que, hace siglos, cuando los gigantes del mar surcaban el Atlántico en sus migraciones, los hombres de Malpica se adentraban en sus aguas en busca de ballenas. Aquella era una vida de sal y tormenta, de amaneceres inciertos y despedidas largas.

El puerto fue entonces un hervidero de actividad, con las barcas entrando cargadas y las gaviotas revoloteando a la espera de su recompensa. Hoy Malpica ya no persigue ballenas, pero conserva intacta su esencia marinera, su alma atlántica y su vínculo inquebrantable con el mar. Y sí, por si te lo estabas preguntando, Malpica sigue ahí.

Enclavado entre abruptos acantilados, playas doradas y un horizonte custodiado por las islas Sisargas, Malpica de Bergantiños es uno de esos destinos gallegos que aún guarda la esencia marinera más pura. Este antiguo puerto ballenero, que antaño fue uno de los más importantes de Galicia —y que, actualmente, lo sigue siendo— se alza como un lugar que combina historia, naturaleza y gastronomía en un entorno de belleza inigualable y conmovedora.

Un puerto con historia ballenera

Puerto de Malpica

En el siglo XVII, cuando la caza de ballenas era una actividad común en las costas gallegas, Malpica destacó como uno de los centros neurálgicos de esta práctica. Aquella industria desapareció con el tiempo, pero dejó un poso profundo en la cultura local, que todavía resuena en las leyendas y en el carácter de sus gentes.

Hoy, aquel pasado se respira en cada rincón del puerto. Las casas apiñadas en la ladera, mirando al océano; los barcos de pesca que siguen saliendo al alba; y las lonjas donde el pulpo, la navaja y la merluza comparten protagonismo con historias contadas por los más veteranos.

Un paraíso de playas y acantilados

Praia de Beo

Si hay algo que enamora a primera vista al visitante que llega por primera vez a Malpica, son sus playas. Desde la playa urbana de Area Maior, amplia, cómoda y perfecta para familias, hasta arenales más salvajes como Seaia o Beo, el municipio ofrece una diversidad de paisajes costeros difícil de igualar. Las aguas son frías, sí, pero de una transparencia que parece sacada de la postal más paradisíaca del Caribe.

Y si lo tuyo no son las multitudes, basta con caminar unos minutos por los senderos que serpentean la costa para encontrar calas casi vírgenes, escondidas entre matorrales e ideales para surfistas. Desde lo alto de los acantilados, podrás observas un mar de ensueño, con tonalidades que van del azul más intenso al verde esmeralda, golpeando con fuerza, según sople el viento, contra las rocas.

Las Sisargas

El archipiélago de las Sisargas

A solo cuatro kilómetros del puerto, las Islas Sisargas, aunque los locales siempre las llamaron “la Isla”, se alzan como las guardianas del litoral. Este pequeño archipiélago deshabitado, formado por tres islas principales —la Grande, la Chica y la Malante— es un refugio natural para aves marinas como la gaviota patiamarilla, la gaviota oscura o el harao común. De hecho, está declarado Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) dentro del LIC Costa da Morte.

En tu visita a las islas, no te puedes perder uno de los faros más antiguos de la Costa da Morte, el faro de la Grande, construido en 1853 en la Grande. No obstante, para llegar hasta allí, desde el puerto de Malpica se tiene que contratar transporte privado, ya que no hay servicios de transporte público.

Senderismo entre paisajes de leyenda

Vista de las Sisargas desde la Ruta de los Faros

Para los amantes del senderismo, Malpica es también punto de partida del famoso O Camiño dos Faros, una ruta de más de 200 kilómetros dividida en ocho etapas con una media de nueve horas cada una, que une Malpica con Finisterre a lo largo de la Costa da Morte. Es un itinerario exigente, pero cada paso merecerá la pena. A lo largo de su recorrido se descubren playas secretas, bosques, ruinas ocultas y miradores donde el mar parece infinito, dólmenes, dunas, puestas de sol y, como no, faros.

El primer tramo, de Malpica hasta la playa de Niñóns, es especialmente bello al igual que es una de las mejores maneras para descubrir la Galicia más salvaje y mágica. En esta primera etapa se atraviesan acantilados escarpados, se sube y baja por senderos estrechos, y ofrece vistas imponentes de las Sisargas y del océano Atlántico.

Gastronomía con sabor a mar

La lonja local es la más grande de toda la Costa da Morte

Visitar Malpica es, también, toda una experiencia gastronómica. Como no, de Galicia uno se va siempre con el estómago lleno, el corazón contento y con ganas de volver.

Aquí, como en buena parte de estas tierras, el producto manda: percebe, centollo, pulpo, almeja fina, lubina, rape… La lonja local, la más grande de toda la Costa da Morte, abastece a restaurantes que, sin grandes pretensiones, ofrecen manjares inolvidables. No te vayas de Malpica sin disfrutar de un buen plato de pulpo á feira junto al puerto, acompañado de pan de Cea y un vino blanco de la D.O. Ribeiro o Valdeorras.

Cultura, tradición y artesanía

Malpica no solo vive del mar. Uno de sus emblemas es la cerámica de Buño. Por ello, una visita al Ecomuseo Forno do Forte es ideal si quieres conocer este arte ancestral en profundidad y, por qué no, llevarse un recuerdo auténtico.

Curiosamente, el Ecomuseo es un conjunto de antiguas viviendas que pertenecieron a familias alfareras. Cada una de ellas incluía la casa, el taller, el horno, un alpendre y el hórreo, formando así un espacio autosuficiente donde se combinaba la vida doméstica con la actividad artesanal.

La finalidad principal del museo es mostrar al público cómo era la tecnología y el modo de vida tradicional de los alfareros de Buño. Quienes lo visitan pueden adentrarse en esa forma de vida, conocer sus costumbres y, además, experimentar en primera persona este trabajo artesanal creando con sus propias manos una pieza de barro.

Malpica en fiestas

Procesión marítima de las Fiestas del Mar

En una época en la que muchos destinos parecen diseñados para el turista, Malpica se mantiene fiel a sí misma. No hay grandes resorts ni centros comerciales. Hay, en cambio, casas de piedra, tabernas con sabor a salitre, tiendas que huelen a pan recién hecho y una sensación de paz que engancha. Aquí se viene a respirar, a escuchar el mar, a dejarse llevar por un ritmo distinto.

No obstante, Malpica siempre deja reservado un hueco para la diversión. Si visitas el pueblo en verano, te encontrarás con que el municipio vibra con festivales y fiestas populares como la Romería de San Adrián, declarada Fiesta de Interés Turístico de Galicia, o la tradicional Festa do Mar, en la que se honra a los pescadores con procesiones, conciertos, degustaciones y fuegos artificiales.

Uno de los momentos más emblemáticos se vive el domingo, cuando tiene lugar la tradicional procesión marítima. Un barco de la flota local transporta la imagen de la Virgen del Carmen, patrona de los marineros, mientras otra embarcación lleva el pendón. Detrás de ellas, una larga lista de barcos avanza sobre el agua, llevando a cientos de romeros hasta las proximidades de las islas Sisargas.

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