El Hierro, un viaje por la isla de moda

La sabina, uno de los símbolos de El Hierro

Roberto Ruiz

El Hierro es la más joven de las Islas Canarias, de origen volcánico y con una edad de un millón de años es a su vez la más occidental y meridional de todas ellas. Con sus escasos 268 km² fue la más pequeña y la menos poblada de sus hermanas hasta que La Graciosa dejó de ser considerada un islote y pasó a ser la octava isla de las Canarias en 2018.

Pero El Hierro engaña. Con su pequeño tamaño puede hacer pensar que no tiene mucho que ofrecer, pero eso es caer en una gran equivocación. En ella encuentras mar y montañas que se elevan por encima de los 1.000 metros, áridos paisajes volcánicos y densos bosques nubosos, fondos marinos protegidos y una gastronomía rica, fresca y de verdadero km 0. Y tranquilidad, sobre todo tranquilidad.

En enero de 2000 la isla fue declarada Reserva de la Biosfera por la UNESCO, en 2014 también pasó a ser considerada Geoparque, y desde 1996 la Reserva Marina del Mar de las Calmas protege las aguas más ricas de El Hierro, un lugar idóneo para la práctica del buceo.

Un destino de costa, calas y piscinas naturales

Que sea un destino de costa no significa que sea un destino de playa. En El Hierro no encontrarás grandes playas de arena blanca, y quizá eso es lo que la salva del turismo de masas que prefiere otras islas del archipiélago canario. Aquí hallarás pequeñas calas de arena oscura, de acceso a veces complicado, y sobre todo piscinas naturales al borde del mar. La costa en su mayoría la forma el malpaís volcánico y eso la llena de formas y recovecos.

Si buscas arena la encontrarás en la playa de La Restinga, la más urbana y con más servicios de la isla, pero también en la cala de Timijiraque, en la de Tacorón y en la playa del Verodal. Todas son pequeñas y tranquilas, lugares en los que desconectar del turismo más ruidoso.

Pero en El Hierro los que destacan son los charcos y las piscinas naturales. Los tienes repartidos por toda la costa y son el lugar perfecto para darse un chapuzón en el mar, sin adentrarse en el mar. Charco Azul, bajo un impresionante arco basáltico es uno de los más bonitos de la isla, pero el Charco de los Sargos o el Charco Manso le siguen de cerca. La piscina natural de Tamaduste es una de las más famosas, así como la de Las Macetas y la del Pozo de las Calcosas, hecha junto a una lengua de lava volcánica. Todas son para no perdérselas.

Un destino de montaña, senderos y miradores

Piensa que todo el macizo central de El Hierro está formado por una gran montaña, una elevación que hace pasar del mar a muchos metros de altitud en muy pocos kilómetros, y que llega a alcanzar los 1.501 metros en el Pico de Malpaso. Esas diferencias hacen que podamos encontrar entornos muy distintos en la isla, con cimas muchas veces nubladas gracias a los vientos alisios y los contrastes de temperaturas entre mar y montaña.

Los bimbaches, los antiguos habitantes de El Hierro, tenían una completa red de senderos que atravesaban la isla en todas las direcciones, y muchos de esos caminos los encuentras hoy en día perfectamente señalizados. De hecho, El Hierro cuenta con un buen número de caminos de pequeño recorrido, además de uno de gran recorrido, que hacen las delicias de los amantes del senderismo.

En las alturas de El Hierro no puedes perderte el Julan, donde puedes hacer una visita guiada para conocer varios petroglifos de época bimbache (para la que es necesario reservar), tampoco el bosque de laurisilva de La Llanía, húmedo y envuelto en niebla como sacado de un cuento de hadas, el árbol Garoé considerado sagrado por los bimbaches como suministrador de agua potable, y por supuesto el Sabinar, uno de los lugares más famosos de El Hierro donde el viento ha dado forma a las sabinas y creando así uno de los símbolos de la isla. El Pinar ocupa una de las zonas centrales de la isla y sí o sí pasarás por él, difícil es no detenerse para perderse entre sus troncos.

Más abajo, el faro de Orchilla te espera cerca del monumento al Meridiano Cero, el que fue la referencia antes de establecerse el de Greenwich, el Roque de Bonanza en la costa este y los de Salmor en la punta norte del valle del Golfo. A tu paso irás encontrando otros puntos de interés como diferentes centros de interpretación y ermitas como las de la Caridad, La Peña o nuestra Señora de los Reyes. Así que, como ves, El Hierro tiene que ofrecer mucho más de lo que podrías pensar en un primer momento.

A todo eso, además, hay que sumar un buen número de miradores, como el Mirador de la Peña, diseñado por César Manrique y con vistas a la depresión del Golfo, el Mirador de Las Playas, sobre la costa este de la isla, o los del Julan y el de Isora. Algo bueno iban a tener las carreteras llenas de curvas que suben y bajan constantemente, ¿no?

Un destino submarino protegido

Uno de los grandes motores turísticos de la isla lo mueve el submarinismo. En la vertiente sur de El Hierro se encuentra el Mar de las Calmas y en él una Reserva Marina protege a los habitantes de sus aguas. Es considerada una de las mejores zonas de buceo no solo de España, sino de toda Europa, y los centros de buceo se concentran en el pequeño pueblo de La Restinga. 

En sus costas se reparten diferentes puntos de inmersión pero es en El Bajón donde se concentra una mayor diversidad de vida. Al meterte bajo el agua verás multitud de viejas, muy apreciadas en los restaurantes canarios, además de peces trompeta, meros, sargos, pejeverdes, morenas, langostas, diferentes rayas e incluso algunos grandes pelágicos, como tiburones solrayo, delfines o mantarayas.

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