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Opinión - El problema de los tres gorros. Por Elisa Beni

Ahora, sí. Ahora, no

Pedro Sánchez

Esther Palomera

Según máxima maliciosa de Eugenio D'Ors, cada día a las ocho de la tarde, en Madrid, o das una conferencia o te la dan. Lo mismo pasa en tiempo de jarana electoral, que a eso del mediodía, o uno da un mitin o se lo da Pedro Sánchez. Anda el presidente del Gobierno en funciones ya en precampaña y, como en todas, toca presentar el claim. Y allá que van todos los ministros, menos cuatro, a aplaudir y a escuchar. Uno diría que solo los titulares de Sanidad, Justicia, Trabajo y Exteriores tienen agenda ministerial. Será que el resto, por aquello de que están en funciones o porque van en una lista electoral, prefieren oír a Sánchez que despachar. Siempre luce más el rojo PSOE que el gris ministerial. Y si en el mitin les dicen que hay que amar a España de verdad, y no como la ama la derecha, pues a más a más, que diría un catalán.

De Catalunya precisamente iba todo. Ahora que se cumple otro aniversario del 1-O, que Torra no quiere condenar la violencia asociada a los CDR y que el Supremo está a punto de dictar la sentencia del procés, es lo que toca. En realidad, toca porque el Gobierno cree que el clima de tensión que se derive de todo ello beneficiará a los intereses electorales del PSOE. La crispación, las llamadas a la desobediencia civil e institucional, los desatinos de Torra... Todo suma para que los españoles se inclinen el 10N por otorgar su confianza a los socialistas porque Sánchez anuncia firmeza ante cualquier vulneración de la ley, incluida la aplicación de un nuevo 155. Y lo repite sin cesar para que nadie tenga duda al respecto.

“Ahora, Gobierno. Ahora, España”. Ese es el lema elegido por Sánchez para erigirse en garante de la estabilidad frente a la incertidumbre y la volatilidad de los últimos cuatro años. La España que Manuel Fraga llevaba en los tirantes en tiempos de la Transición, es la que Sánchez agita ahora para acabar con el bloqueo y menciona más de 40 veces en un discurso que no pasa de los 30 minutos.

“Somos la izquierda que ni entrega, ni oculta ni se avergüenza jamás de esa palabra que es España (---) Nacen algunos nuevos partidos y desaparecen otros, pero el nuestro es el único que sigue llevando la E de España”, dijo en clara alusión a la formación de Iñigo Errejón, que dudó si entre ser Más País o Más España.

De nacer “España Suma”, la derecha reunificada que anhela Pablo Casado, tendría que competir con el “Ahora España” de una izquierda que, diga lo que diga Sánchez, siempre tuvo reparos a mencionarla igual que a utilizar sus símbolos porque la derecha los usó siempre hasta la náusea como si le fueran propios.

Sánchez se presenta ahora ante el electorado con el 155 en la mano y España en el corazón y en el lema. La estabilidad y la moderación serán los ejes de una campaña en la que ya no se presentará como el cambio. Decir que los españoles quieren permanencia e invariabilidad es lo contrario de lo que dijo antes del 28A, cuando los españoles votaron cambio, un giro a la izquierda. Y ahora utiliza la atalaya presidencial, que ganó con los votos de la izquierda, para ser de ¿centro? y españolista.

Ya lo hizo en otra ocasión. Fue en junio de 2015, ante 2.000 personas y en el Circo Price, el día que fue proclamado por primera vez candidato a la Presidencia del Gobierno. Frente a una imagen gigante de la bandera de España, con la que sorprendió a propios y extraños, se proclamó un “patriota”.

Perdió aquellas elecciones de forma estrepitosa y, después, llegaron decenas de declaraciones sobre el Estado plurinacional y la necesidad de definir así en la Constitución a este país que se llama España. Fue una de las propuestas estrella con las que se presentó a sus segundas primarias, las que ganó frente a Susana Díaz y todo el poder orgánico del PSOE, con un discurso netamente de izquierdas y un programa que bautizó “Por una nueva socialdemocracia”.

Siempre que Sánchez ha ganado la interna y la externa del PSOE ha sido por la izquierda, nunca por el centro, si bien ésta es la campaña que presenta ahora. La de España, España, España… Con esa pista de aterrizaje, solo tiene una investidura posible, y es por la derecha. Con la abstención del PP y quién sabe si con el voto a favor de Cs porque tal y como están los de Rivera en los sondeos, ya no hay veto que valga.

El líder de los naranjas es tan dado a la yenka como Sánchez, el de España “Ahora sí, Ahora no”. Hoy toca sí en el diseño de una estrategia con la que los socialistas aspiran a conquistar el voto decepcionado con Ciudadanos. Por eso presume de que el PSOE, a diferencia del partido de Rivera o el de Casado, tiene una fuerte presencia en toda España, incluido el País Vasco y Catalunya. Lo que no sabemos es si allí, en Catalunya, el PSC también usará el mismo reclamo de “Ahora, España”. Igual no o igual sí. En política, ya saben, que todo cambia. Ahora, sí. Ahora, no.

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