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La confesión de la pareja de Ayuso desmonta las mentiras de la Comunidad de Madrid
El plan del Gobierno para indemnizar a las víctimas de abusos agita la Iglesia
Opinión - El pueblo es quien más ordena todavía. Por Rosa María Artal

Maquiavelismo navajero

Cúpula del PP

Rosa María Artal

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No son todos. Por el contrario, hay españoles a quienes nos revienta una realidad que nos ha dañado como país durante siglos. Lo llamaron “picaresca” y aún se enorgullecen de ella: mentir para robar y siempre para aprovecharse de alguien que queda debilitado. España consagraba así una relajación ética, una clara deshonestidad, como forma de obtener prebendas ilícitamente. Nunca se fue de nuestras vidas y ahora asiste a un momento cumbre. Justo cuando el fuerte golpe del coronavirus debería inclinar a la reflexión y a situarnos ante la hora de la verdad de nuestras vidas, la hora de la verdad.

Las evidencias se agolpan. Este lunes el telediario de las 21.00 de TVE (minuto 24.00) nos sirvió una bonita pieza en la que dos expertos –de renombre, sí- analizaban la percepción de la sociedad ante la gestión de la pandemia. El sociólogo Narciso Michavila dijo que los gobiernos de España, Francia, Bélgica, Reino Unido, Brasil y EEUU compartían el no salir reforzados de esta crisis sino con debilidades. Una afirmación que exigía saber dónde estaría pues la auténtica noticia: por qué, de ser así. Todo lo que hizo el redactor fue mencionar al principio la crispación de todos con todos, hasta en las familias. El politólogo Pablo Simón convino en que los presidentes autonómicos habían salido reforzados.

Los expertos del telediario remataron aventurando que se tendía a recuperar a los partidos con experiencia de gobierno, el bipartidismo, a salvo de Ciudadanos, al que el aparato quiere subir para derechizar la Moncloa. Menos mal que Pablo Simón apuntó para sus opiniones “el margen de error”.

Es de una frivolidad notable abordar este tema con un par de personas sin sostenerlo en datos pero, sobre todo, no indagar en las causas. La evidencia deja claro –con tanto o más rigor- que la feroz oposición entregada a desestabilizar al Gobierno aprovechándose del dolor de la pandemia, y altamente apoyada por los medios a su servicio, tiene una influencia decisiva y constatable. El machaque es diario.

Es ofensivo e injusto que metan en el saco de los alocados neoliberales Trump y Bolsonaro o Boris Johnson al gobierno progresista español, porque son radicalmente opuestos. Al menos debería extrañar a los profesionales. Ellos desdeñaron los avisos cuando la pandemia estaba ya instalada en Europa –entró por turnos- y se volcaron en primar “la economía” sobre la salud de los ciudadanos. Ni en lo más remoto han arbitrado el escudo social que impuso España –quizás es lo que duele a los mentores de la desestabilización-, ni han conseguido como España frenar la expansión del virus con eficacia. COVID-19 atacó primero a Italia y después a España. Giusseppe Conte, primer ministro italiano, sale reforzado de la crisis del coronavirus. Gobierna con el Movimiento 5 Estrellas. Con más muertos que España, la diferencia es que ni el feroz neofascista Salvini les llega a la suela del zapato en artimañas al PP “con experiencia de gobierno” y sus socios y secuaces mediáticos. Errores o imprecisiones los han tenido todos los países, en el recuento de muertos también. El coronavirus repunta en lugares donde antes se erradicó. Solo España soporta el virus de la indecencia más absoluta en ese clan que ha inundado de “picaresca”, de trampa y corrupción este país.

De hecho, las cifras de España serían bastante más bajas de no ser por la Comunidad de Madrid. Como muestran las cifras internacionales, del Financial Times, por ejemplo. Han influido varias causas, pero la masacre de las residencias -con ese festín de fin de fiesta con los colegas de Ayuso dispuestos a hacer carrera con la vida de miles de ancianos-, no es ajeno. “Flipando en colores”, Encarnación Burgueño, encargada por la presidenta de Madrid para soltar tras tener “8.700 abueletes vistos”, ese definitorio: “Flipo colorines. Como sigamos así nos vamos a hacer los reyes y los amos de la gestión sociosanitaria de Madrid comunidad autónoma. ¿Vale? flipo. Sois geniales”, según recogió El País. Si de verdad, los presidentes autonómicos salen reforzados como dicen los expertos del telediario, es para tirar la toalla.

¿Saben que en Madrid todavía están cerrados o a medio gas los centros de Atención Primaria? ¿De dónde se creen que salen los muertos sin coronavirus que no encuentran? Quienes se ríen de los huesos de los fusilados aún en las cunetas o trocearon y perdieron los restos de los militares muertos en el Yak 42, exigen también “la verdad” de las víctimas del coronavirus. Se están doctorando en desfachatez.

¿Y los niños? Madrid habrá de indemnizar a las empresas de comedor a las que suspendió el contrato para cambiarlas por Telepizza. No lo pagará Ayuso de su bolsillo a pesar de su empecinamiento en la comida rápida. ¿Y a los críos a los que no se dio otra cosa de comer durante días?

La indecencia española la lidera el PP. No se ha quedado satisfecho con maniobrar junto a la ultraderecha en la UE para poner trabas al acceso de España a los fondos de reconstrucción europeos, además se ha atrevido a remitir un informe a la Comisión Europea para atacar al Gobierno cuestionando el Estado de Derecho en España. Es el mismo PP que apoyó a Orban cuando la UE quiso reprobarlo por acabar de facto con la democracia en Hungría. Otro máster en desfachatez.

Nadie duda del Estado de Derecho en España. Sí de que sufra fallas serias de corrupción y de eso la derecha española es la principal responsable. Al PP de Casado le importa un pito el Estado de Derecho. Utiliza a los muertos como arma arrojadiza –lo ha hecho desde el principio con ideario escrito o no-. Altera las cifras, las causas, miente como si no hubiera un mañana para seguir mintiendo. Visto el percal de sus dirigentes se diría que para medrar en el Partido Popular lo que verdaderamente prima es la falta de escrúpulos. ¿Y los medios? ¿A qué se dedican quienes manipulan de forma tan grosera la verdad?

Pero la laxitud moral parece incrustada en los genes de buena parte de las élites e incluso de la sociedad. Asistimos pasmados a las revelaciones publicadas de las profundas desviaciones que practica la familia real española. Tras las hazañas de Juan Carlos, los fastos de boda de los actuales reyes. No es de recibo gastarse medio millón de euros en una luna de miel, de entrada. Con una fuerte aportación de un amigo del padre-rey, la Casa Real ha anunciado que destinará los 161.034 euros de los Presupuestos Generales del Estado que recibía el emérito a su “fondo de contingencia”, a gastos imprevistos de Casa Real que recibe como asignación anual para la Institución 7,88 millones de euros. Y resulta que los Borbones gozan de inviolabilidad como si esto fuera un país medieval. Y justificaciones de todo tipo, hasta que es una venganza de Corinna, la amante favorita, presunta socia y testaferro, princesa destronada, del rey caído.

Y yendo más allá, parece que tenemos otro monarca en Felipe González. Aquí las descargas a la creación de los GAL que le atribuye la CIA alcanzan intensas cotas de sonrojo. Es cierto que se trata de un tema recurrente y nunca aclarado. Los informes tienen tachaduras o están bajo llave. PSOE, PP y Vox se han unido para evitar que haya una comisión en el Congreso que lo estudie. Sea como sea, la comprensión que se palpa con lo que sería terrorismo de Estado hiela la sangre y hace reflexionar entre qué personal vivimos.

Margarita Robles dijo que aquél era un momento muy difícil. He llegado a leer que estando dentro del Gobierno no se puede hacer oposición, a periodistas que gozan de prestigio. ¿Política sería el terrorismo desde el Estado? ¿Hay algo que en democracia justifique el asesinato y la tortura en lugar de utilizar con toda la fuerza los recursos legales de la acción de gobierno? ¿Pragmatismo? Eso dicen, a veces. ¿El que ha usado Ayuso dejando morir en las residencias a los ancianos? El fin que justifica estos medios es un maquiavelismo navajero.

Lo que de toda la vida me acongoja –a ese nivel- son las tragaderas de quienes apoyan la indignidad y la corrupción en España. Sin su complacencia no sería posible lo que ocurre. ¿Cómo se puede votar para que les represente y gestione a gente sin moral que practica tan sucias trampas como vemos? Están dejando en sus manos la vida de sus ancianos y de los nuestros, de sus niños y los nuestros, de todos. La ingenuidad no existe a estas alturas del destrozo.

Crecimos en un magma podrido que traga lo intragable. Pero no todos, las personas decentes tienen el poder de alentar o segar tanta corrupción moral, tal cantidad de pus. E insisto: cada día es peor y mañana será tarde.

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