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Un apretón de manos preventivo

La foto en La Moncloa.

Isaac Rosa

¿Para qué se hicieron una foto ayer Mariano Rajoy y Pedro Sánchez? Ya sé, para firmar un pacto contra el terrorismo yihadista, vale. Pero venga, en serio, ¿para qué se hicieron ayer esa foto tan solemne, con mesa de firma, banderas al fondo y apretón de manos?

Que sí, que la lucha contra el terrorismo es muy importante. Pero coincidirán conmigo en que lo acordado ayer no merece tanta pompa. Salvo que quisieran hacer los honores a la reinstauración de la cadena perpetua en España, no me digan que unas cuantas modificaciones en el Código Penal dan para algo más que un trámite parlamentario.

Así que, insisto: ¿qué sentido tiene esa foto? Para qué nos regalan una imagen cuya única utilidad es ponérselo fácil a los humoristas y a los fabricantes de memes graciosos, que con las fotos de ayer tienen como para saturarnos el whatsapp durante meses?

Porque en principio ninguno de los dos firmantes necesitaba esa foto. Al contrario: cabe pensar que el apretón de manos es contraproducente para sus respectivas estrategias políticas. En un momento en que el PP apuesta por ningunear al PSOE para debilitarlo más ante el ascenso de Podemos, ¿qué gana Rajoy reafirmando a Sánchez como líder de la oposición? En cuanto al PSOE, después de repetir un millón de veces que nunca pactarán con el PP y que de grosse koalition, nada, ¿qué gana Sánchez transmitiendo una imagen de unidad institucional?

Y a la vista de las reacciones que la imagen provocó (al menos en redes sociales y comentarios a la noticia en los medios digitales), la foto no puede ser más inoportuna. ¿Qué necesidad tiene el bipartidismo de exhibirse en público, justo cuando más rechazo provoca en los ciudadanos?

Así que solo cabe pensar que la foto de ayer, en un momento como este, va con intención. Con segunda intención. Que se han juntado por el pacto antiterrorista porque era la mejor excusa que tenían, pero que lo importante era la foto. Esa foto. Que los viésemos juntos, darse la mano, firmar. Para ver cómo reaccionamos, qué decimos, qué tal nos cae. Para ver cómo respiran sus votantes, pero también sus afiliados, sus cuadros, los dirigentes territoriales de sus partidos.

Una foto para ir normalizando lo que este año veremos muchas veces: los apretones de manos. Los pactos. Los acuerdos puntuales pero también de gobierno. En ayuntamientos. En Gobiernos autonómicos. En diputaciones, en parlamentos, en instituciones de todo tipo para las que difícilmente habrá mayorías, no ya absolutas, ni siquiera suficientes.

No sabemos dónde se producirá el primero, si en la Junta andaluza o en un ayuntamiento de pueblo, pero en algún momento el PP y el PSOE se darán un apretón de manos para formalizar un acuerdo de gobierno. Y ese día el crujido será histórico. Catacrock. Porque hasta ahora, y pese a votar juntos tantas decisiones importantes, los dos grandes partidos raramente acordaban Gobiernos, salvo casos muy excepcionales (pequeños ayuntamientos, o en Euskadi con Patxi López, y porque el tema ETA parecía hacer admisible lo que en cualquier otro sitio era imposible).

Tras tantos años rehusando gobernar juntos, lo van a hacer en el peor momento para ambos, cuando más rechazo genera cualquier acuerdo entre ellos. Pero los buenos tiempos del bipartidismo terminaron. Y en el baile de pactos que viene, habrá más de una ocasión en la que el PP saque a bailar al PSOE, o el PSOE al PP.

¿Sucederá muy a menudo o serán casos aislados? ¿Llegarán hasta acordar la “estabilidad institucional” con carácter general, Gobierno central incluido, como querrían algunos? No lo sabemos. Pero por ahora, para que se nos vaya preparando el cuerpo, Rajoy y Sánchez se han dado un apretón de manos preventivo. Como diciendo: “Mira, no pasa nada, la cosa más normal del mundo”.

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