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Siempre hay alguien observando

Pablo Casado y Cayetana Álvarez de Toledo en un acto de campaña del partido.

Elisa Beni

“Esse est percipi (Ser es ser percibido)”

George Berkeley. Tratado sobre los principios del conocimiento humano

Desde el cierre de las urnas he pasado bastantes horas en directo analizando los resultados electorales. Lo que más me chocó, ya desde el momento del recuento,  es que comenzaron a surgir las voces que abogaban por un pacto del PSOE con Ciudadanos. Evidentemente no procedían de ninguno de los analistas que con seguridad habían depositado un voto progresista en las urnas. Eso, ya saben, se ve. Como un engranaje bien orquestado aparecieron opinadores, directores de periódicos, editoriales y toda la panoplia habitual para señalar la obligación de ambas formaciones de sellar ese pacto. Tal cosa supone, evidentemente, obviar lo que los gritos de Ferraz plasmaban: que la movilización del voto progresista que ha producido el resultado electoral buscaba masivamente un gobierno progresista que frenara el avance de la ultraderecha y un eventual triunfo del trifachito. ¡Y de pronto todos veían meridiano que el pacto genial, fenomenal, patriótico, el mejor para su España, era el del partido ganador con uno de los integrantes del trifachito! Eso sin contar con el evidente interés de la otra parte en liza, Ciudadanos, en devorar definitivamente al PP para convertirse en el principal partido de ese espectro. Y es que es bueno no confundir los deseos con la realidad.

Mi extrañeza, claro, es un recurso teórico porque es obvio que no me sorprendió lo más mínimo que intentaran ganar de nuevo con los mimbres que ahora tienen, que son pocos. No asumen que existe otro modelo y otra forma de hacer las cosas y que el Congreso que va a formarse se aleja mayoritariamente de la España que ellos predican. Así que no dejan que la realidad les estropee su interesada visión de túnel. Es la realidad un problema que acecha a la derecha española desde muchos ámbitos. Es como si hubieran leído a Cixin Liu cuando nos explica en sus novelas de maravillosa ciencia ficción cómo el propio acto de observación hace colapsar el estado cuántico de las macro partículas. O como si consideraran como Berkeley que la silla sólo existe por el acto de ser percibida, olvidando obviamente en su afán de pervertir la realidad. que siempre hay alguien observando y que va a resultar imposible que quien ofrecía un viernes una cartera ministerial a un partido pase el martes siguiente a execrarlo como una ultraderecha que es preciso parar. Sucede que la epistemología no se incluye en los másteres de fortuna. Casado debe saber que siempre hay alguien observando y que hay virajes que sólo pueden acabar en vuelco.

Solo observando la realidad, así sea muy desagradable, existe alguna posibilidad de hacer una política exitosa (o un periodismo exitoso o un... lo que consideren insertar en la línea de puntos). Bastante compleja es la realidad para pretender que obviarla puede ofrecernos el camino. En el Partido Popular hay personas que conocen la realidad o, al menos, que la intentan discernir. Lo del “relato” está muy bien para los gurús o para los que se quieren hacer pasar por ello, pero no funciona más allá de arreglar o remendar con argumentos más o menos creíbles un entuerto o un ligero viraje estratégico. Un “relato” puede ayudarte a que tus votantes progresistas te compren la necesidad práctica de la OTAN pero no para obviar el mundo real, la sociología real, las personas reales e intentar que todo sea como imaginas. Por más que te “relates” a ti y a tus redes que eres millonario, no aparecerá un Ferrari en la puerta de tu casa y eso es lo que, más o menos, pensaba la derecha que iba a suceder en esta pasada campaña electoral. El relato como ficción no parece sustanciarse en mayorías de gobierno. Tomen nota.

La realidad es menos entretenida y más tozuda pero bastante más esperanzadora. La realidad nos acaba de demostrar que, por mucho relato que organices, por muchas cloacas que muevas, periodistas que compres, por muchos jueces que controles desde atrás, es imposible que un partido que se sume en un abismo de corrupción y de abuso del poder, como el que el Partido Popular ha protagonizado, no acabe pagándolo con creces. Así está siendo. Lento, agónico, con varias paradas y apeaderos pero con la rotundidad de llegar al punto de amenazarle con su jivarización, irrelevancia y hasta desaparición. Cuando no te purgas te purgan y al PP lo está purgando la tozuda y esperanzadora realidad. Vamos a ver hasta que punto es capaz de apuntalar su propio abismo en la campaña que se avecina porque, les recuerdo, siempre hay alguien mirando.

Por lo demás,vamos a seguir observándoles para que no puedan sustraerse a la realidad. A la realidad de por qué les votamos y qué esperamos de ellos, aunque seamos conscientes de que el juego político les obliga a marcar el terreno, a negociar con habilidad y usando sus fortalezas y blindando sus debilidades. Nadie entendería, sin embargo, que quieran echarnos de la habitación para que la realidad colapse y creo que eso tanto PSOE como Unidas Podemos lo tienen meridianamente claro. Otro espectáculo como el de 2015 no tiene cabida.

La realidad política tiene sus tiempos. Que no nos entierren en relatos.

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