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Cinco incógnitas que se desvelarán el 21D… o no

Logotipo oficial de las elecciones del 21D

Antón Losada

1. ¿Realmente la participación va a subir tanto como para acabar con la mayoría nacionalista?

Todas las encuestas trabajan sobre la suposición de que el voto nacionalista se va a quedar cómo está y el voto no nacionalista, que antes prefería abstenerse en autonómicas y dejar que gobernase el nacionalismo moderado que representaba Convergencia, ahora va a acudir a las urnas cansado del procés. Para que esto sea así deben cumplirse dos condiciones ni mucho menos seguras: que el voto independentista haya tocado techo y que eso llamado “mayoría silenciosa” sea algo más que una leyenda urbana.

2. ¿El efecto Puigdemont devolverá el equilibrio a la fuerza independentista?

Ni fagocitación, ni voto útil. La feliz herencia que ERC esperaba recibir de JuntsxSí parece haberse esfumado. La noche electoral la victoria republicana puede resultar bastante amarga y la derrota del PDeCAT muy dulce. Aunque no sería la primera vez que el cariño por el líder exilado y errante no pasa de las encuestas y no se traduce en votos reales que sirvan para elegir un gobierno viable.

3. ¿Ciudadanos será la fuerza más votada o volverá a arrasar sólo en las encuestas?

La noche electoral puede darse la curiosa paradoja de que Inés Arrimadas resulte la más votada, pero nadie quiera gobernar con ella. Una tesitura cruel y que a la larga suele pagarse caro. Si Ciudadanos gana en votos, la presión sobre PSC y PP para facilitarle el camino al Palau se hará tan potente como incómoda para ambos viejos partidos: al PSC-PSOE le quedaría el papel de socio minoritario y al PP el papelito de partido bisagra; un mal trago para dos fuerzas de gobierno clásicas.

4. ¿Tendrán los Comunes realmente la llave de la mayoría?

Ni gobierno para la independencia ni gobierno con Ciudadanos, Xavier Doménech ya nos ha dicho varias veces lo que no votarían. A partir del 21D no le quedará más remedio que desvelar qué estaría dispuesto a apoyar o, al menos, a dejar pasar. La posición estratégica que le auguran los pronósticos puede convertirse en un culebrón diario para unos Comunes presionados en Catalunya para facilitar un gobierno nacionalista y un Podemos presionado en Madrid para impedirlo.

5. ¿Los legendarios críticos de Mariano Rajoy dirán algo esa noche si el PP se descalabra o se limitarán a cuchichear por las esquinas de Génova?

Los presagios pintan mal para los Populares. No hay más que ver la irritación de Soraya Sáenz de Santamaría, la vicepresidenta descabezadora, cuando le preguntan para constatar que se temen lo peor: ser los más votados y que muchos votantes de derechas visualicen cómo los naranjas constituyen el relevo natural de un PP agotado por la corrupción. Pero no olviden que no sería la primera vez que las encuestas sitúan al PP muy por debajo de sus resultados reales y que nuestro Mariano, al final, siempre se salva.

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