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‘La manada’ y la libertad de expresión

Uno de los miembros de 'la manada'

Montero Glez

Esta semana, el ruido ha vuelto a saltar a las calles ante el anuncio de una posible entrevista a los miembros de ‘la manada’. Con tal asunto, la opinión pública se ha visto dividida entre una corriente a favor de la entrevista, apelando a la libertad de expresión y al oficio periodístico, y una corriente en contra; corriente en la que me incluyo.

Como sabemos, la libertad de expresión es un derecho, pero no un derecho absoluto y por lo tanto se pierde cuando se quebrantan los derechos del prójimo o de la prójima. Poner un micrófono en el hocico de cualquiera de estos energúmenos para que emitan sus rebuznos, no es darles libertad de expresión, en todo caso sería darles “libertad de represión”. Pasa igual con los símbolos franquistas. Cada vez que algún facha critica el cambio de nombre de las calles o critica el no poder lucir el escudo de la gallina apelando a la libertad de expresión, lo que está haciendo es pedir libertad de represión, abusando de los ignorantes que no se paran a pensar que estas cosas resultan dañinas aunque, a primera vista, no lo parezcan.

El otro día, mantuve un debate al respecto con Víctor Lenore, un amigo que tiene bien poco de reaccionario y que es activista cultural con mucho gusto para la cosa musiquera. Lenore me señalaba su posición a favor de la entrevista a los de ‘la manada’, poniéndome como ejemplo a Truman Capote y su relato A sangre fría. Si Capote no hubiera entrevistado a los asesinos, no existiría obra tan audaz y tan importante en la historia de la literatura, me venía a decir.

Considero este argumento como un argumento cargado de esnobismo ya que ningún derecho puede vulnerarse justificando la finalidad artística y en este caso, entrevistando a ‘la manada’, se vulnera nuestro derecho a la libertad ya que el ser humano agredido no es libre y los rebuznos de los integrantes de ‘la manada’ son expresiones represoras; agresiones toscas cada vez que mueven el mentón.

Con todo, no es el caso de Capote y de su relato pues “A sangre fría” es una interpretación literaria a partir de las entrevistas que el escritor norteamericano efectuó en la cárcel. Dichas entrevistas se hicieron sin magnetófono -detalle muy importante- ya que Capote podía presumir de memoria prodigiosa a la hora de recoger escenas y palabras.

La relación que Capote estableció con los asesinos fue tan estrecha que llegó a enamorarse de uno de ellos. Cuando el libro salió, los asesinos ya habían sido ejecutados. Nada que ver con el planteamiento de entrevista mediática que propone la actualidad de la telemierda pues, apelando a la libertad de expresión, difunde lo contrario: libertad de represión; la misma represión que los energúmenos de ‘la manada’ ejercieron sobre su víctima.

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