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Sobre este blog

El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.

Editamos Ruth Toledano, Concha López y Lucía Arana (RRSS).

La próxima Convención sobre el CITES, clave para salvar a los elefantes

Elefantes en África. Foto: Fondation Franz Weber

Vera Weber, presidenta Fondation Franz Weber / Anna Mulá, abogada

En la 17ª reunión de la Conferencia de las Partes (CoP17) de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), que se celebrará en Johannesburgo (Sudáfrica) del 23 de septiembre al 5 octubre de 2016, se votará, a instancia de diversos países africanos, la propuesta para incluir a todas las poblaciones del elefante africano en el Apéndice I de dicha Convención, con la intención de prohibir el comercio de marfil en el mundo. Esta es una de las 62 propuestas que han sido presentadas por diversos Estados miembros para enmendar los Apéndices I y II de la Convención, con la finalidad de regular el comercio internacional de fauna amenazada. También se debatirán otros documentos de trabajo (alrededor de 88) sobre temas administrativos, financieros, estratégicos, de interpretación y aplicación, y específicos de las especies, que afectan a cuestiones tan diversas como los medios de subsistencia y la seguridad alimentaria, la lucha contra la ciberdelicuencia relacionada con la vida silvestre o los trofeos de caza. Toda la información se encuentra en www.cites.org

En este artículo nos detenemos sobre las decisiones que se tomarán en relación a los elefantes, cuyo ritmo de matanza por la caza furtiva y el comercio ilegal del marfil se ha disparado en los últimos años de forma alarmante. En concreto, en la CoP17 se presentan, a instancia de 29 países integrados en la Coalición para el Elefante Africano (AEC), un conjunto de medidas para proteger a los elefantes, que responde a una crisis global que afecta a la supervivencia de los animales terrestres más grandes de la Tierra y que abogan por:

  • prohibir el comercio internacional de marfil (CoP17 Prop. 16)
  • cerrar los mercados de marfil nacionales en todo el mundo (CoP17 Doc. 57.2)
  • destruir las reservas de marfil (CoP17 Doc. 57.3)
  • detener las negociaciones sobre la legalización del marfil bruto (CoP17 Doc. 84.2)
  • restringir el comercio de elefantes vivos (CoP17 Doc. 57.4)

Para preparar la defensa de estas propuestas, la Fundación Franz Weber reunió el pasadp junio a los países de la AEC en Montreux, Suiza, donde se celebró la Cumbre de Montreux, que tuvo como finalidad abordar esta problemática.

El fin del comercio internacional de marfil

La historia nos demuestra que es imposible controlar el comercio de marfil internacional. En los años 70 y finales de los 80, cuando el comercio de marfil era legal (todos los elefantes africanos estaban incluidos en el Apéndice II de CITES), empezó a florecer el mercado negro de marfil, lo que tuvo consecuencias devastadoras para los elefantes de toda África. Así, el comercio legal, auspiciado por CITES, llevó a la aparición de un comercio ilegal paralelo no controlado, de tal manera que entre 1979 y 1989 la mitad de la población del continente fue barrida de un plumazo. Fruto de esta crisis, en 1989 CITES incluyó todas las poblaciones de elefantes africanos en el Apéndice I, prohibiéndose el comercio internacional de marfil. A partir de esa fecha, los mercados cayeron y el precio del marfil se devaluó, lo que supuso el fin de la crisis de la caza furtiva que permitió la recuperación de las poblaciones de elefantes. No obstante, las poblaciones de elefantes de cuatro países del sur de África (Botsuana, Namibia, Sudáfrica y Zimbabue) fueron incluidas de nuevo en el Apéndice II, con el propósito (pero no el único) de permitir dos “ventas únicas y excepcionales” de marfil, procedente de las reservas de marfil de dichos Gobiernos y con origen en los decesos naturales de elefantes, a dos compradores: Japón, en el año 1999, y Japón y China, en el año 2008.

Al rebajar el grado de protección de las poblaciones nacionales de elefantes africanos de estos cuatro países, trasladándolas del Apéndice I al Apéndice II, se creó una separación de las poblaciones del continente, dando con ello a entender otra vez que el comercio de elefantes y marfil era aceptable. Estas ventas “experimentales” de reservas de marfil que tuvieron lugar entre 1999 y 2008 han fracasado estrepitosamente y el comercio legal de mafil ha vuelto a encubrir al comercio ilegal. Aunque el informe más reciente del programa MIKE de CITES (Monitoring the Illegal Killing of Elephants / Programa de Monitorización de Matanzas Ilegales de Elefantes) sostiene que no hay pruebas convincentes sobre la existencia de un vínculo directo entre la venta de reservas de marfil y los índices de caza furtiva, los datos demuestran que la caza furtiva y el comercio ilegal de marfil aumentaron claramente después de que CITES permitiera el comercio de marfil en 2008, y un análisis encontró una correlación entre la venta de 2008 y el aumento en la matanza de elefantes.

Durante la última década, los países de África occidental, central y oriental han experimentado una intensa presión de la caza furtiva por el marfil, mientras que África del sur también ha sido objeto de las organizaciones criminales, junto con las tendencias en el resto de África. Se calcula que en 1980 había 1,2 millones de elefantes en África. En 1989, cuando CITES decidió incluir a los elefantes en el Apéndice I, su número se había reducido en un 50%. Con la actual crisis de la caza furtiva las cifras siguen disminuyendo a pasos agigantados. A finales de 2013, el número total de elefantes en las categorías de ‘definitivo’ y ‘probable’, según la base de datos African Elephant Database de la UICN, era de 473.386; es decir, en los últimos treintaitrés años, el número de elefantes africanos se redujo en un 61%. Desde entonces, las cifras no hacen más que caer. En la actualidad, estamos asistiendo a un nuevo repunte de la caza furtiva: según datos oficiales, entre 2010 y 2012 se mataron furtivamente 100.000 elefantes, y el último estudio del Great Elephant Census (GEC) ha puesto de manifiesto una disminución masiva de elefantes de sabana por la caza furtiva.

Tampoco hay dudas sobre que el comercio legal actúa como “cobertura” del comercio ilegal. Las organizaciones criminales fueron muy rápidas aprovechando la oportunidad que se abrió en 2008 con la subasta y venta de marfil, y nuevas investigaciones llevadas a cabo en junio y agosto de 2016 por economistas de las Universidades de California, Berkeley y Princeton, demuestran que esta segunda venta de 2008 tuvo un efecto directo sobre el incremento de la caza furtiva. Así lo declaro John Kerry, Secretario de Estado de los Estados Unidos, en una audiencia del Comité del Senado estadounidense, en la que afirmó que las ventas de las reservas de marfil parecen haber estimulado el hambre de los países consumidores.

Ahora, en la CoP17 que se celebra en Johannesburgo en los próximos días, muchos países africanos piden que se vuelvan a subir estas cuatro poblaciones de elefantes al Apéndice I, ya que la actual partición en dos listados mantiene la demanda de los países consumidores de marfil, incita a las redes criminales a mantener su interés por la caza furtiva y se sigue permitiendo el blanqueo de marfil. Por otra parte, perpetuar el statu quo con fronteras más políticas que biológicas no sirve para el elefante africano, que es una especie altamente migratoria y no se detiene ante las fronteras nacionales. Existen muchos ejemplos de poblaciones transfronterizas compartidas por varios Estados, como la de Mara-Serengeti y Amboseli-Kilimanjaro occidental (Kenia y Tanzania); el Parque Nacional de W (Burkina Faso, Níger y Benín); la reserva transfronteriza Tri National Dja-Odzala-Minkébé, también conocida como zona TRIDOM (Camerún, República del Congo y Gabón); y el Parque transfronterizo del Gran Limpopo (Sudáfrica, Zimbabue y Mozambique). De hecho, el 60% de los elefantes supuestamente “de Namibia” pertenecen a la población transfronteriza de Kavango-Zambezi (KAZA), compartida con Angola, Zambia y Botsuana.

La posición actual de la Unión Europea (ver también este enlace), la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza (UICN)/TRAFFIC y WWF, es de oponerse a esta propuesta de unificar a los elefantes africanos en un listado único de CITES, ya que declaran que las poblaciones de elefantes de estos cuatro países no cumplen con los criterios biológicos de inclusión en el Apéndice I, según la Resolución Conf. 9.24 (Rev. CoP16), cuestión que sin duda será objeto de debate en la CoP17, según los datos aportados por todas las partes implicadas. Es deplorable que estas organizaciones internacionales de conservación, que ejercen una fuerte influencia en la votación final de los Estados Parte, se posicionen en contra de una medida que podría salvar a los elefantes. La postura de la UE en este específico caso (que por primera vez actúa y vota en la Conferencia como una única Parte de CITES) también es impropia de una institución que habría que liderar y reforzar su contribución en esta lucha mundial con la toma de decisiones relevantes, como la propuesta, para combatir el comercio ilegal de la fauna salvaje, y cumplir con el 'Plan de Acción de la UE contra el tráfico de especies silvestres', de febrero de 2016. Por eso, esperamos que su voto sea acorde también con la reciente Resolución del Parlamento Europeo, de 15 de septiembre de 2016, sobre los Objetivos estratégicos de la UE para la CoP17 [2016/2664 (RSP)], cuyo epígrafe 48 celebra esta propuesta presentada por diversos países africanos y apoyada por la Coalición para el Elefante Africano (AEC), ya que “transmitiría una mensaje claro al mundo sobre la decisión mundial de frenar la extinción de los elefantes en África”.

Una cuestión fundamental es que esta misma Resolución Conf. 9.24, anexo 3, establece que “debería evitarse la inclusión de una especie en más de un apéndice, habida cuenta de los problemas de aplicación que ocasiona”, tal y como está sucediendo con los elefantes, de tal manera que los mismos criterios de inclusión de CITES dan un aviso claramente en contra de la inclusión dividida. Por otra parte, CITES podría cesar el comercio de marfil en el caso de que se demuestre que dicho comercio “tiene un efecto perjudicial sobre otras poblaciones de elefantes”. Finalmente, no hay que olvidar que desde 2008 existe una moratoria de nueve años del comercio de marfil, pero ésta finalizará en 2017, dando vía libre a los cuatro países mencionados para envíar a CITES nuevas propuestas para seguir comercializando con el marfil. Es imperativo que CITES tome medidas antes de que termine esta moratoria.

Cierre de los mercados nacionales de marfil

El comercio internacional de marfil se encuentra restringido (a cuatro países), pero CITES permite que se siga comerciando con marfil dentro de un mismo país, siempre que se cumpla con unas normas. Sin embargo, el comercio nacional de marfil brinda una excelente oportunidad para blanquear el marfil ilegal, introduciéndolo en el mercado legal bajo el pretexto de que se trata de piezas antiguas anteriores a la Convención (“marfil antiguo”) o que se han obtenido por otra vía legal. En muchos países, los mercados nacionales tienen sus propios establecimientos para la compraventa del marfil procedente de la caza furtiva, como por ejemplo es el caso de China, Hong Kong SAR, Tailandia, Vietnam y Angola. Estados Unidos y Francia han promulgado la prohibición cuasi total del comercio de marfil, mientras que China, Hong Kong y la Unión Europea se están movilizando para cerrar o limitar el comercio nacional de marfil. Sin embargo, existen nuevos mercados que emergen en otros países, por ejemplo en Camboya. Por eso, en la CoP17 también se pide a CITES el cierre de todos los mercados nacionales de marfil, una medida a la que ha dado soporte la UICN en una votación histórica que tuvo lugar el pasado 10 de septiembre de 2016 en su Congreso Mundial.

Sufrimiento atroz de los elefantes como individuos

CITES ha declarado su falta de jurisdicción y competencia sobre los métodos de captura o caza de los animales en el medio silvestre (cuando el comercio internacional es legal y antes de que los animales entren en la cadena comercial). Pero además, para CITES, las medidas propuestas para combatir el comercio ilegal de especímenes (marfil), como es el caso, están enfocadas a evitar la amenaza que supone dicho comercio a la supervivencia de las especies, y nada dice respecto al sufrimiento de los animales de forma individual. Sin embargo, es difícil concebir que la caza furtiva del elefante no genera un terrible sufrimiento en cada uno de los individuos que la componen, que no puede dejarse al margen.

Los cazadores furtivos utilizan múltiples formas para matar a los elefantes. La caza furtiva a gran escala consiste en la persecución y matanza ilegal de una población concentrada de animales durante un corto periodo de tiempo. Según los casos registrados, se utilizan para ello armas de fuego (fusiles, ametralladoras y escopetas) e incluso helicópteros militares. Por su parte, la caza furtiva a pequeña escala consiste en dar muerte a un animal o a un número pequeño de animales que se extiende durante largos periodos de tiempo. Para ello, los cazadores utilizan métodos “más tradicionales”, tales como lanzas, flechas envenenadas o alimentos que se dejan a su alcance con ácido y veneno. En ambos casos, pero sobre todo en estos últimos, el resultado es una muerte lenta y dolorosa.

Una de estas trágicas muertes quedó documentada en el 2014 al tratarse del “elefante más grande del mundo”, de nombre Satao y orgullo del parque nacional de Tsavo (Kenia), al que mataron bandas criminales por sus colmillos. Según los responsables del parque, el elefante, que gozaba de una gran inteligencia -hasta el punto de que se escondía habitualmente en los arbustos para ocultar sus inmensos colmillos de los cazadores- fue supuestamente acosado por cazadores armados con gafas de visión nocturna, motocicletas y ballestas.

Muertes humanas

Esta actividad ilegal también supone un constante derrame de sangre humana, ya que cientos de 'Parc Rangers' son asesinados anualmente a causa del tráfico de fauna ilegal, entre ellos los elefantes, y otros quedan heridos gravemente de por vida, dejando también a sus familias sin futuro.

Conclusión. Prohibición global por CITES

Pese a los esfuerzos nacionales e internacionales, y a una mayor sensibilización global, la caza furtiva y el comercio ilegal de marfil no se detienen. Hay pruebas de que el comercio de marfil ha atraído al crimen organizado, a las milicias rebeldes y a los grupos terroristas que trafican con armas y con seres humanos, alimentando la caza furtiva en todo el continente para cubrir la demanda de marfil, sobre todo asiática. La capacidad de las redes criminales, cada vez más sofisticadas, supera el grado de protección que los Estados pueden ofrecer ante la intensa presión que supone la caza furtiva. Únicamente una drástica caída de la demanda, provocada por un claro mensaje emitido a los consumidores, pondría fin a la desaparición de las mafias. Solo una prohibición absoluta de todas las poblaciones de elefantes garantizaría una eficacia global para proteger a los elefantes a escala mundial. Por eso pedimos que en la Conferencia de las Partes que va a celebrarse en Johannesburgo (CoP17) del 23 de septiembre al 5 de octubre de 2016, los 183 Estados miembros de CITES voten a favor de colocar a todas las poblaciones de elefantes de nuevo en el Apéndice I.

La Fundación Franz Weber, a través de un trabajo liderado por su presidenta Vera Weber, volverá a estar presente en la Conferencia de las Partes de CITES para que se cumpla dicho propósito.

 

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