Pero las complicaciones de Cardona han surgido con Zumaya Cerpa, la cotitular de una empresa especializada en protocolo, Eventos, Protocolo y Organización de Actos, a la que, según parece, quiere contratar el Ayuntamiento los servicios correspondientes. Zumaya Cerpa ha demandado al Pérez Galdós, al auditorio y al Cuyás tras no resultar adjudicataria en los respectivos concursos convocados para esos menesteres. Pero, por si fuera poco, y en la legítima defensa de sus intereses, fue la que, en la recta final del mandato anterior, no reparó en desplantes ni improperios -algunos pronunciados en el interior de las Casas Consistoriales- dirigidos al alcalde y al gerente del teatro que se demoraban en el pago de sus deudas, contraídas desde que Pepa Luzardo ajudicó dedocráticamente las labores protocolarias y relaciones públicas. Zumaya Cerpa tiene una dificultad: para superar la incompatibilidad, tendrá que renunciar a su condición de administradora de intereses. Ya se lo han dicho y está meditando qué hacer porque fórmulas para sortear los obstáculos no hay. Tendrá que decidirse pronto: hay protocolos que no esperan.