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La insuficiencia de las becas comedor moviliza entidades sociales y vecinos

Pau Rodríguez

En los colegios Antaviana y El Turó, del barrio barcelonés de Roquetes, las familias más necesitadas que no llegan a recibir las becas comedor que otorga la Generalitat tienen una segunda oportunidad. Incluso las que reciben la ayuda -que supone el 50% del precio del menú, unos 3 euros al día- y aun así no pueden permitirse el servicio, cuentan en su barrio con un apoyo económico adicional gestionado por el vecindario. Varios actores del barrio, mediante fondos provenientes de la ONG Adeco y de la parroquia local, han creado una bolsa de becas comedor que a día de hoy llega hasta más de treinta niños y niñas de los dos centros de la zona. La situación de riesgo de pobreza creciente ha obligado a numerosas entidades y organizaciones vecinales catalanas a articularse para garantizar una comida en condiciones a la que muchos alumnos no tienen acceso debido a una política de becas manifiestamente insuficiente.

La campaña más ambiciosa es la que acaban de presentar conjuntamente la Cruz Roja y Cáritas en Cataluña, y que prevé repartir un total de 500 becas en todo el territorio financiadas gracias a la Maratón por la pobreza de TV3. “Muchos niños que realmente lo necesitan quedan al margen de las becas del departamento [de Enseñanza], y esto es muy grave porque estamos admitiendo algunos de ellos no tendrán una alimentación adecuada”, justifica Enric Morist, coordinador de la Cruz Roja en Cataluña . El primer informe que elaboró ​​el Observatorio de la Vulnerabilidad -que depende de la entidad-, en julio de 2011, ya dejó clara la importancia de estas ayudas, ya que sostenía que 1 de cada 3 familias que acudían a la Cruz Roja no podían permitirse comprar carne o pescado para sus hijos, y que 1 de cada 4 no podían acceder al comedor escolar -recibieran o no la beca de la Administración. De hecho, fue a raíz de los resultados del informe que la Cruz Roja y Cáritas decidieron incidir en la alimentación infantil, hasta el punto de organizar campañas internas además del actual programa. “Pero el estudio es de hace más de un año, así que podemos suponer que la situación actual es peor”, recalca Morist.

Desde el departamento de Enseñanza, la consejera Irene Rigau ha salido al paso de las críticas en varias ocasiones para asegurar que la partida de becas no se ha reducido, sino que se mantiene a pesar del contexto de recortes sociales. La verdad es que sí se ha reducido, aunque ligeramente -de 33 millones hace dos cursos se ha pasado a 32 millones-, pero la consejera sostiene que el número de becados es el mismo, alrededor de unos 64.000. Sin embargo, cada vez son más niños y niñas -más de un 25% del total- los que viven por debajo del umbral de la pobreza, y las entidades se ven obligadas a llegar allí donde la Administración no llega. Igual que los vecinos de Roquetes o que las entidades Cáritas y la Cruz Roja, un grupo de vecinos del Raval de Barcelona, ​​a través del Casal de Niños del Raval, también tiene previsto recaudar fondos para garantizar más becas comedor para el barrio, pero desde la entidad se quejan de que les está costando mucho seleccionar los beneficiarios por la complejidad del sistema de becas y por las demoras.

Los principal motivo de quejas: los retrasos

“Todos podemos entender, de un modo u otro, que no haya recursos, pero entonces como mínimo la Administración tiene el deber de ser puntual”, critica Francesc Freixenet, director del CEIP Antaviana, de Roquetes. Las becas, que paga la Generalitat, las gestionan los diferentes Consejos Comarcales de Cataluña, y en el caso de Barcelona el encargado de hacerlo, el Consorcio de Educación de Barcelona, no hizo pública la resolución hasta hace quince días. “Desde el día que se otorgaron, el número de alumnos que se quedan al comedor en nuestra escuela se ha doblado literalmente”, asegura Freixanet. Al publicarse la resolución, aunque la Administración no paga hasta al cabo de unos meses, los centros ya saben cuántas de sus familias recibirán ayuda, y así pueden adelantar el dinero a la empresa que gestiona el comedor. “Esto se ha hecho siempre así y nunca nos hemos quejado, pero al menos que no nos recorten días, que lo planifiquen mejor”, sentencia el director del Antaviana. Con todo, Freixanet también reconoce el esfuerzo de los entes locales, que para contrarrestar la insuficiencia de becas crean también a menudo partidas extraordinarias para llegar a todas las familias. Es el caso, por ejemplo, del Ayuntamiento de Barcelona, ​​que el año pasado destinó 2,2 millones adicionales a becas. Esto sólo ocurre, sin embargo, en los ayuntamientos que, como el barcelonés, gozan de unas finanzas más saneadas.

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