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PERFIL

Peluquero de Aznar, hotelero en Terra Mítica y acusado con Zaplana: “Tuve más contacto cuando ya era ministro”

El empresario Pedro Romero Aguilar durante su declaración en el juicio del 'caso Erial'.

Lucas Marco

València —

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El banquillo en el juicio del 'caso Erial' reúne a una variopinta colección de acusados que pivotan alrededor del exministro de PP Eduardo Zaplana. Entre ellos, el que fuera su peluquero, Pedro Romero Aguilar. El hombre, que también fue estilista del expresidente José María Aznar e incluso asistió a la boda de su hija, explicó durante su declaración de este miércoles que conoció a Zaplana en uno de los cinco salones de peluquería que posee. Sin embargo, a preguntas de su letrado, matizó que “en todo caso” fue conocido de Zaplana y no amigo. “Si yo fuera amigo [de todos los clientes], tendría que tener 50.000, 60.000 o 70.000 amigos”, dijo Romero.

El empresario, además de sus cinco peluquerías, posee varias empresas inmobiliarias, entre ellas Royal Mediterránea SA, adjudicataria de los terrenos, de 394.000 metros cuadrados, del hotel Asia Garden, a tiro de piedra del parque Terra Mítica impulsado por Eduardo Zaplana en Benidorm. La firma cuenta con una participación del 76% de Inmobiliaria Montgar, propiedad de Pedro Romero y de su familia.

El hombre declaró que Royal Mediterránea SA fue creada por el empresario Rafael Santamaría, propietario de Reyal Urbis. Santamaría, propietario del que llegó a ser hasta el estallido de la burbuja del ladrillo el segundo mayor grupo inmobiliario de España, también era cliente de la peluquería “desde hacía muchísimos años” y recurrió a Pedro Romero para poner en marcha un hotel en Terra Mítica debido a la experiencia viajera del estilista.

“Mi familia y yo hacíamos muchísimos viajes cuando casi no viajaba nadie por todo el mundo”, explicó el acusado, quien apostilló que visitaban “sitios exóticos”. Por ello, el promotor inmobiliario recurrió a la “experiencia” de su peluquero para “hacer una sociedad” que ganó la adjudicación de los terrenos en Benidorm, tramitada por la Sociedad de Proyectos Temáticos, la empresa pública de la Generalitat Valenciana que pilotaba los grandes proyectos de la era del PP en plena burbuja del ladrillo.

Rafael Santamaría y su equipo se encargaron de presentar la documentación para la concesión, dijo el peluquero. El acusado negó que tuviera contacto con Zaplana en el contexto de la licitación. “En esa época él iba poco allí a la peluquería, cuando más contacto tuve [con Zaplana] fue cuando ya era ministro [entre 2002 y 2004] y ya venía más”, explicó.

La Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil halló en el despacho de Francisco Grau, asesor fiscal de Zaplana y también acusado, una serie de cartas fiducia firmadas en 2009 en las que se reconocía que el 10% de la propiedad de las dos empresas del peluquero era de Costera del Glorio, una de las firmas del testaferro confeso de Eduardo Zaplana, Joaquín Barceló 'Pachano'.

“Soy como el marido engañado”

El estilista reconoció en el juicio que conocía lejanamente a Pachano pero negó de plano el contenido de la documentación intervenida por la UCO. “Soy como el marido engañado, el último que se entera, no sé nada absolutamente de esto”, dijo a modo de justificación. Además, Pedro Romero también cuestionó el contenido de las cartas fiducia: “Hasta mi nombre lo tienen mal, todo es un sinsentido, seguramente lo han hecho precipitadamente”. El acusado aseguró que “todavía” no sabe qué es una carta fiducia.

Grau aseguró, para tratar de explicar la naturaleza de los documentos, que el hotel estaba en venta y que quería sacar algún tipo de comisión por su intermediación. El peluquero, por el contrario, afirmó tajante que el hotel ni siquiera estaba a la venta (solo lo estuvo la deuda con Bankia). El promotor Rafael Santamaría salió de la empresa (“no quería hacer un hotel con una inversión tan grande y una recuperación de la inversión a tan largo plazo”) y el grupo Barceló entró como socio.

También negó de plano que actuara para ocultar bienes de Eduardo Zaplana: “En absoluto, por Dios, jamás”. Otro empresario acusado, Ángel Salas, también dijo desconocer por qué figuraba en las cartas fiducia del asesor fiscal: “No tengo ni idea”. Eso sí, negó que autorizara a Paco Grau a incluir su nombre en ciertas operaciones inmobiliarias de la trama.

Por su parte, el acusado Roberto Edgar Bataouche, un empresario muy cercano a Zaplana, aseguró que la operación de adquisición de dos áticos frente al puerto de Altea —de 600 metros cuadrados— fue pilotada por Joaquín Barceló Pachano. La UCO intervino documentación que indicaba la leyenda “áticos Eduardo Zaplana”, aunque el empresario (administrador del holding Tabarka Media, un proyecto de comunicación auspiciado por el expresidente valenciano), dijo que el motivo de semejante apunte “hay que preguntárselo a la comercializadora”.

También aventuró, a modo de explicación, que “cuando bajaba Barceló al puerto le acompañaba el señor Zaplana para pasear” y quizá hubo algún tipo de desafortunada confusión. Además, Bataouche negó el trasiego de dinero en efectivo.

Los hermanos Suances y el dinero en Andorra

La declaración de Elvira Suances se centró en desvincularse de las operaciones con las cuentas de Andorra del testaferro confeso de Zaplana. La exdiputada autonómica del PP aclaró que mantiene una “relación personal y afectiva” con el exministro del PP. La acusada negó haber mantenido cualquier tipo de interlocución “con ninguna autoridad andorrana ni de ningún otro país extranjero” a cuenta de los fondos de Pachano, testaferro confeso de Zaplana del que dijo que era amigo suyo desde hace dos décadas.

Cuando los fondos del testaferro en el Principado fueron bloqueados, tras la intervención de la Banca Privada d'Andorra (BPA) por blanqueo de capitales vinculado al crimen organizado, Pachano entró en pánico. Las conversaciones telefónicas estaban pinchadas por la UCO y el testaferro reveló que Paco Grau era el “artífice” de la “ingeniería” societaria en el extranjero para ocultar el presunto botín de Zaplana.

En ese periodo, pocas semanas antes de las detenciones de 2018, Joaquín Barceló recurrió al despacho en Barcelona de Saturnino Suances, hermano de la exdiputada popular, para tratar de recuperar los fondos bloqueados en Andorra. Lo hizo por indicación de Zaplana.

Nino Suances, un letrado que se defiende a si mismo en la causa y cuya verborrea a punto estuvo de acabar con la paciencia del tribunal durante su declaración, tiene una relación “intensa” y “cercana” con el exministro del PP.  Las escuchas telefónicas denotan una suerte de tutela del exministro sobre Pachano en un momento en que su testaferro confeso entró en pánico (“estoy cagao en los pantalones”, llegó a decir en uno de los diálogos), con el trasfondo de la malísima relación, insultos incluidos, entre Barceló y Grau.

El acusado ejerció de letrado de Pachano. Sin embargo, en el juicio dijo que no tuvo dudas sobre la legalidad del origen de los fondos de Andorra. El fiscal anticorrupción, Pablo Ponce, le preguntó por qué no consideró necesario comunicar los datos al Servicio de Prevención del Blanqueo de Capitales (Sepblac). “Fue mi criterio, nunca he diseñado ni asesorado a Barceló en ninguna contabilidad, ni le he gestionado activos, ni he estado autorizado en sus cuentas”, contestó el acusado.

“Nunca” usó a su hermana para contactar con Zaplana

Gran parte de la declaración de Nino Suances se centró en desvincular a su hermana de los dos correos electrónicos y tres mensajes de WhatsApp que la UCO intervino en manos de la acusada, relacionados con transferencias de los fondos de Andorra. El letrado dijo que envío esos documentos para que su hermana los imprimiera porque los necesitaba con urgencia para atender a Barceló. El hombre afirmó que pasa por casa de su hermana en la ciudad condal habitualmente “a dormir la siesta” o a trabajar.

En todo caso, el acusado dijo que “nunca” usó a “la señora Suances”, en referencia a su hermana, para contactar con Eduardo Zaplana. “Tengo su teléfono y él el mío, para cuando quiere ir al gimnasio o al cine”, afirmó.

Saturnino Suances detalló que Pachano le pidió ayuda jurídica para recuperar poco más de 90.000 euros que tenía en Andorra, un dinero de él y de su familia. Sin embargo, en Andorra aparecieron seis millones de euros, unos fondos que, según el testaferro confeso, eran de Eduardo Zaplana.

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