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Ignacio Peyró afirma que Gibraltar era el punto más detestable del mundo para Lord Byron

Ignacio Peyró afirma que Gibraltar era el punto más detestable del mundo para Lord Byron

EFE

Sevilla —

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El escritor Ignacio Peyró, autor del faraónico diccionario de anglofilias “Pompa y circunstancia”, con casi 400 entradas y más de mil páginas, ha dicho a Efe que “sorprende mucho tanto apego” a Gibraltar “cuando Lord Byron lo consideró 'el punto más sucio y detestable' de la Tierra”.

En las páginas de este “Diccionario sentimental de la cultura inglesa” (Fórcola) también recuerda el autor que Lord Nelson definió la Roca como “una oscura esquina del mundo”, que se trata de la colonia más pequeña de Inglaterra, la única en suelo continental europeo, la única que no tiene la Unión Jack en su bandera y que, a Gibraltar, “casi compensa más pesarlo que medirlo”.

No obstante, la Roca, Peyró define las relaciones entre españoles e ingleses con un dato -“en 2014, vinieron quince millones de británicos a España”-, y ha escrito este libro por amor a Inglaterra -“denuestos contra lo inglés y listas de agravios ya había cantidad”- y como una “reivindicación de la herencia británica en un tiempo en el que se sospecha de todo, del pasado y de la tradición”.

Para el autor, “el milagro británico fue conseguir que la propia palabra 'británico' sonara más a prestigio que a origen; cuando de una chaqueta se decía 'es inglesa', no había nada más que hablar”.

Sobre las virtudes de los británicos ha dicho que ahí están “mil y un inventos ingleses, de la prensa libre a la sastrería o las finanzas; pero la gran lección de la Inglaterra histórica es la política: optar por la reforma y no por la revolución, por la libertad y no por la imposición”.

“Todas esas cosas, sin embargo, se sustancian menos en declaraciones ditirámbicas que en inventos -como la monarquía parlamentaria o la creación de un régimen de opinión pública- tan pragmáticos como sutiles”.

Mientras que de sus defectos Peyró ha destacado que “siempre han vivido con un cierto trauma el pensar que su pintura o su música no estaban a la altura de lo esperado; desde fuera, se ha criticado lo que dijo Maurois -por otra parte, tan anglófilo-: su 'inmensa indiferencia' hacia el juicio de las demás naciones”.

Pese al sambenito de la insularidad, Peyró sostiene que “la cultura británica ha sido enormemente abierta” y eso es lo que más admira: “Su capacidad para acoger el gótico, por ejemplo, o el arte clásico del Grand Tour, y modularlo y hacerlo propio”.

Aun admitiendo que “ciertamente también ha habido resistencias”, Peyró ha insistido en que “¿cómo no iba a ser abierto el país de los grandes exploradores o, sin necesidad de ir más lejos, de los grandes hispanistas?”

El autor concede mucha importancia a la figura del gentleman: “¿Cómo no va a serlo un tipo que saluda a la muerte como si saludara a su viejo profesor de latín?... Más en serio, es importante por crear un burgués con maneras aristocráticas, un elitista tolerante”.

De los anglófilos más relevantes ha asegurado que “Voltaire es, desde luego, príncipe y pionero, y entronca con la idea de que 'el espíritu del siglo de las luces no es otro que el espíritu inglés'”, pero también ha citado a Morand, Goethe, Stendhal, Taine, Moratín, Ortega, José Janés, Marià Manent, Augusto Assía, los gaditanos de 1812...

“El ideal anglófilo atrajo tanto a las derechas -Cánovas- como a las izquierdas -la Institución Libre de Enseñanza-”, según Peyró, para quien “por suerte la anglofilia, que es un temple o un carácter, siempre se ha podido mezclar con otras pasiones”.

Si se le propone que resuma la esencia de lo británico en un personaje histórico, un político, un escritor, una prenda de vestir, una comida y una actitud, Peyró no duda, aunque casi siempre elige más de uno:

“Personajes: entre Wellington y Churchill; político: entre Locke, Burke y un primer ministro como Macmillan; escritor: de los viejos tiempos, Shakespeare, Johnson y Sterne, del siglo XX Anthony Powell; prenda: la cachemira escocesa, hoy una reliquia; comida: el chuletón, que fue comida nacional y símbolo de las libertades inglesas; actitud: aquellos deportistas 'amateurs' que no calentaban por considerarlo de mal tono”.

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