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Loy Krathong, el festival que homenajea y contamina el agua en Tailandia

Loy Krathong, el festival que homenajea y contamina el agua en Tailandia

EFE

Bangkok —

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Durante el Loy Krathong, un festival que rinde homenaje cada año a la diosa del agua, más de 800.000 cestas flotantes son colocadas en los ríos y canales de Tailandia, donde dejan un rastro de piedad pero también de contaminación.

En este festival de la luz, como también es conocido, los participantes pretenden desembarazarse de los sentimientos negativos acumulados durante el año al depositar en el agua ofrendas flotantes con una vela y llamativas flores de colores.

Si la vela permanece encendida hasta que la cesta se pierde de vista, los tailandeses lo interpretan como un buen augurio.

Los “krathongs” (cestas flotantes) se elaboran tradicionalmente con troncos de palma y hojas de plátano, pero hace varios años empezaron a surgir también otras que incluyen materiales no biodegradables.

Aunque las autoridades han conseguido reducir en gran medida el número de las ofrendas artificiales y se esmeran en recoger las cestas al final de la ceremonia, parte de ellas se pierde en las aguas y las contaminan.

Una mujer de mediana edad y su hija adolescente se arrodillan a la orilla de un lago artificial dentro del parque de Benjakiri, en Bangkok, durante la celebración el pasado miércoles del Loy Krathong en honor de la diosa de origen hindú Phra Mae Khongkha (Ganga).

Juntan las manos, las colocan sobre su frente y cierran los ojos “para pedir perdón por nuestros malos sentimientos”, aseguran.

“Hemos comprado el kratohng más grande y colorido que hemos encontrado y no hemos reparado en si estaba hecho de materiales naturales o no”, lamenta la madre.

Los vendedores de cestas flotantes, que se afanan desde primera hora del día en elaborar los krathongs, se colocan a lo largo de las aceras unos pegados a otros y creen que deben ser “cuanto más llamativos mejor”, explica uno de ellos a las puertas del parque.

El recinto, alejado del bullicio de los grandes fastos que se organizan en el río Chao Phraya, congrega a más de un centenar de personas en torno a una pequeña parcela de agua en el centro de la ciudad, donde se crea un pequeño oasis de paz y silencio en medio de grandes atascos y altos rascacielos.

A medida que la noche avanza, el ambiente se vuelve más festivo y la gente de mayor edad deja paso a la euforia de los más jóvenes, que intentan colarse entre la pequeña multitud y se agolpan en diferentes puntos del lago para sacarse un buen “selfie” con su krathong encendido.

En el parque se mezclan gentes procedentes de todas partes del mundo; chinos, indios, japoneses, españoles, franceses, venezolanos, colombianos o americanos, que residen en la ciudad o se encuentran de paso y se sienten atraídos por las “locas lucecitas que tintinean en el agua”.

La Aministración Metropolitana de Bangkok (BMA, en inglés) recogió al término del festival un total de 825.614 krathongs, de los cuales el 91,4 por ciento eran naturales, publicó el diario Bangkok Post.

Sin embargo, 71.027 krathongs estaban hechos de poliestireno extruido, que es un tipo de corcho artificial.

En lagos y canales son mas sencillas las labores de limpieza, que se realizan a partir de las diez de la noche, pero en los ríos la corriente hace que no siempre se puedan retirar todos las cestas antes de que se hundan o desemboquen en el mar.

Tampoco faltan otros efectos colaterales; en la ciudad norteña de Chiang Mai, donde está muy arraigada la tradición de soltar por la noche grandes lámparas de papel encendidas, esta práctica provocó la cancelación de más de 70 vuelos, publicó el diario The Nation.

El lanzamiento masivo de esta especie de linternas voladoras fue prohibido por la BMA en Bangkok, como “medida preventiva ante posibles accidentes aéreos”, declaró uno de sus portavoces, Bensai Keeyapat.

Y como todos los años, también hubo quienes al final del festival se metieron en el agua en busca de las monedas que introduce la gente en sus cestas como ofrenda a la diosa. Leticia Pastor

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