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Feministas y gitanas: Las mujeres ‘calés’ sin miedo a la libertad

Abogan por agitar el asociacionismo, que los propios gitanos tengan conciencia de clase / Asociación Gitanas Feministas por la Diversidad

Jesús Conde

“Sastipen thaj Mestipen” (Salud y Libertad). Es el saludo de bienvenida del pueblo gitano. No entiende de lenguas y lo intercambia cualquier persona de esta etnia. Sea de donde sea.

Por tanto es la libertad uno de los principios de la identidad de este pueblo. Y si se le arrebata a las gitanas se coarta la identidad de un pueblo entero.

Este es el mensaje que lanza en sus charlas y sesiones formativas la Asociación Gitanas Feministas por la Diversidad. Un colectivo que lucha por los derechos del pueblo gitano desde una perspectiva de género, y que reivindica el papel que ellas juegan como modo de transformación.

La asociación ha lanzado esta semana su mensaje feminista en Plasencia y en Mérida, donde han participado en las actividades programadas en la Feria de los Gitanos. Se definen como feministas porque creen firmemente en la igualdad de derecho y libertades entre hombres y mujeres.

Pero también son diversas. Frente al estereotipo de la cultura occidental, que les identifica como personas heterogéneas, se trata de un pueblo diverso y rico. Y hablar de diversidad también supone visibilizar a gitanos y gitanas lesbianas, gais, bisexuales o transexuales. Motivo por el que para ellas es indispensable combatir los estereotipos por LGTBI-fobia entre los propios gitanos, explica María José Jiménez, presidenta de la asociación.

Otro de los principios que les mueve es combatir las discriminaciones contra la diversidad religiosa y geográfica. En torno a la cuestión de fronteras apuntan a la estigmatización que sufren los gitanos rumanos. “Nosotros más que nadie deberíamos de comprenderlos, volcarnos en un gesto solidario”. Pone el acento en que son personas que han sido expulsadas, que han vivido en su proceso de éxodo episodios de violencia, y que sufren una doble o triple discriminación.

El nombre de Asociación Gitanas Feministas por la Diversidad no es casual. Explica su presidenta que hacía falta una línea crítica que rompiese las políticas “opresoras” o la instrumentalización de ciertas asociaciones que se han movido en torno a subvenciones “miserables”. De hecho se trata de un colectivo que no acepta subvenciones de ninguna clase.

Se definen como libres e independientes, “como la lucha de la gitanas ancianas, las guerreras feministas, nuestras madres, que nos dieron formación, apoyo y compresión, sin apenas saber leer y escribir forjaron el nuevo despertar de las mujeres gitanas”, afirman en su página web. Trabajadoras sociales, sociólogas, maestras, antropólogas, cantaoras, bailaoras, fotógrafas, mediadoras… Intelectuales y flamencas...

Son gitanas y gitanos que apuestan por una generación nueva de personas que formen parte del activismo social y que transformen la sociedad. “Resulta conmovedor impartir una charla en Plasencia y que se acerque la típica gitana mayor con mandil, vestida de negro, a felicitarnos. Nos aplauden, y les hacemos partícipes de un nuevo modo de entender el mundo”, comenta María José Jiménez.

No obstante sí que tienen detractores, muchos de ellos procedentes del mundo de la religión, lo que por otro lado también ocurre en la lucha feminista occidental.

El feminismo gitano

Este colectivo apuesta por combatir estereotipos entre los gitanos aprovechando que ellas son gitanas. Pero también remueven conciencias entre el mundo payo presente en sus actividades. Comenta así que sus reflexiones son una “bofetada a la realidad de la izquierda”, que históricamente se ha olvidado en sus reivindicaciones de empoderar y reclamar también los derechos del pueblo calé.

Hablando en perspectiva de género, echa en falta en este activismo una defensa sincera de los derechos de las mujeres gitanas.

El feminismo gitano tiene como referente al feminismo ‘eurocentrado’ y occidental, en cuanto que comparte la lucha abierta y significativa contra el patriarcado, junto a una disconformidad por un mundo capitalista.

Pero a ese discurso ellas añaden el discurso de defensa de la raza. Es decir: el feminismo, si no es antirracista, no es feminista, según aclara María José Jiménez.

El feminismo gitano también añade una lucha de clase social, porque el hecho de ser mujer y gitana tiene aparejado que se trata de una clase social empobrecida. Aquí apunta que las gitanas no están significadas como género. Son un objeto: son simplemente gitanas. Lo que conlleva un peso económico, social y político muy específico.

Sus charlas incluyen una performance en la que las gitanas pasean con una mochila a sus espaldas. Es la mochila que llevan todas solo por el hecho de ser mujeres y calés.

¿Cómo nacen?

Su labor es de incidencia política y de sensibilización sobre la realidad de los gitanos, y de lo que se piensa de ellos. Es una asociación que nace hace cuatro años en los que han mantenido en la calle la protesta y donde han intentado visibilizar las discriminaciones. Uno de sus objetivos es el de lograr a nivel estatal y europeo que cambie el 'estatus quo' hacia las causas gitanas.

La realidad que describen es que existe una identidad creada que se ha mantenido a lo largo de 600 años de historia. Su idea es darle la vuelta a este estatus.

Un estatus civil, político y social. Supone dejar de recibir recibir el trato que han tenido por parte de las políticas sociales de los últimos 35 años de democracia, y que han “colonizado al pueblo gitano”. Unos procesos que según describe son los mismos que llevaron a colonizar en otros tiempos a otros tantos pueblos.

“No paramos de oír la palabra integración, cuando hemos sido objeto de políticas racistas que han promovido la ‘guetificación’”, señala la presidenta de la asociación feminista en alusión a la esfera de la educación. Pero también en materia de igualdad o vivienda.

Unas políticas que han mirado a los gitanos como si fueran seres ‘extraterrestres’, “con mucha falta de información y de reconocimiento”.

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