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De robots asesinos a chips espía: cuándo sufriremos la tecnología de 'Black Mirror'

En el universo de 'Black Mirror' es posible verter los pensamientos de una persona en la mente de otra

Lucía Caballero

Hace ya seis años que espectadores de todo el mundo se debatían entre el horror y la fascinación ante los primeros capítulos de la serie británica Black Mirror. Como en aquella ocasión, diciembre ha sido el mes elegido para estrenar la cuarta temporada del magistral título de ciencia ficción creado por Charlie Brooker. Aunque demasiado pronto para ser cosa de los Reyes Magos, el lanzamiento en Netflix ha llegado justo a tiempo para despedir 2017 y brindar a los más seriéfilos el regalo de Navidad perfecto.

La última remesa de episodios sigue el patrón de sus predecesores: explorar cómo los avances tecnológicos podrían afectar a distintos aspectos de la vida de las personas para mostrarnos un inquietante futuro distópico. Pero el verdadero secreto de la serie está en estimular la imaginación de la audiencia con escenarios que, aunque llevados al extremo, podrían convertirse en realidad dentro de unos años.

Tanto es así que algunos de los dispositivos e ideas que aparecen en la serie ya tienen una versión modesta o un proyecto en desarrollo en el presente. ¿Enjambres de abejas robóticas? ¿Una vida póstuma en la 'nube'? Vamos a hacer un repaso por la cara más real de la tecnología de Black Mirror, no sin antes avisar para que no haya disgustos: este artículo puede contener ‘spoilers’.

De monedas virtuales a ojos biónicos

Uno de los primeros mundos distópicos planteados por Brooker y su equipo es el del capítulo de la primera temporada 15 millones de méritos, cuyos protagonistas viven en una realidad plagada de interfaces y avatares donde todo funciona gracias a un sistema de bonificaciones basado en valores digitales llamados “méritos”. A pesar de que no se obtienen pedaleando, las criptomonedas están a la orden del día y muchos consideran que la economía del futuro pasará por adoptarlas a gran escala.

En el mismo episodio puede verse cómo las pantallas detectan cuándo los personajes las miran para reproducir o pausar anuncios. Fuera de la serie, empresas como GazeHawk, adquirida por Facebook, o Tobii desarrollan soluciones tecnológicas para publicistas basadas en seguimiento ocular o eye tracking eye trackingpara detectar cuándo un usuario atiende a un contenido.

La primera entrega de la serie nos proponía también la posibilidad de un futuro hipervigilado donde diminutas cámaras implantadas en los ojos graben toda nuestra vida. La idea de unas lentes artificiales controladas por implantes cerebrales aparece por primera vez en el capítulo Toda tu historia, pero el concepto es recurrente y aflora en otras temporadas y episodios como Blanca Navidad, Caída en picado, La ciencia de matar o Arkangel, en la última temporada.

El dispositivo varía un poco en cada título, pero en general se trata de unas lentillas con funcionalidades de realidad aumentada similares a las que hoy ofrecen las Google Glass o las gafas de Magic Leap. Los personajes las utilizan para almacenar experiencias, revivir recuerdos, consultar una red social superpuesta a la realidad o ver a través de las paredes gracias a rayos infrarrojos.

Si bien su uso todavía no está extendido, la empresa Second Sight fabrica unas gafas aprobadas por la FDA que envían información sobre contornos y sombras a un implante colocado en el nervio óptico de su portador. Y Google X, la rama del gigante de Mountain View dedicada a los proyectos más innovadores, trabaja ya en unas lentillas inteligentes con un chip integrado.

Las protagonistas de Arkangel nos muestran cómo una persona podría ver (literalmente) a través de los ojos de otra y monitorizar su estado de salud y localización gracias a un implante en el cerebro y una simple app. Más allá del tema ocular, y aunque no podamos aún liberar microordenadores en la sangre, el desarrollo de circuitos electrónicos que pueden implantarse o de píldoras inteligentes con sensorescircuitos electrónicospíldoras inteligentes figuran entre las líneas de investigación de numerosas universidades.   

No es casualidad que el inventor e ingeniero futurista Raymond Kurzweil, impulsor de la Singularity University, prediga que los implantes que generan imágenes artificiales se harán realidad en la década de 2030. Y que la nanotecnología biomédica es solo el comienzo: “Los ‘nanobots’ nos mantendrán sanos, recrearán un mundo en realidad virtual en contacto con el sistema nervioso, permitirán la comunicación directa cerebro a cerebro a través de internet y expandirán los límites de la inteligencia humana”, sostiene Kurzweil.

Tecnología para burlar a la muerte

La resurrección o la perpetuación de la vida gracias a la tecnología y la inteligencia artificial es otro de los temas recurrentes de la serie. Si los episodios San Junipero y Blanca Navidad planteaban la posibilidad de guardar nuestra personalidad en la ‘nube’, el capítulo Black Museum de la última entrega juega con el traslado de la consciencia de un individuo a la mente de otro.   

En general, estas alternativas están aún lejos de convertirse en realidad. Lo más cercano a ellas por el momento es el estudio de la conectividad cerebral —las conexiones entre neuronas— gracias a iniciativas como el Human Brain Project para entender mejor la cognición humana y poder simular el funcionamiento del cerebro.

Sin embargo, antes de replicar la consciencia humana, lo más probable es que los científicos consigan recrear las neuronas de otros organismos más sencillos. Algo que, según el neurobiólogo Mikhail Lebedev, de la Universidad de Duke, podría ocurrir en la próxima década. Para el economista y físico de la Universidad de Oxford Robin Hanson, desarrollaremos la tecnología necesaria para emular el cerebro humano en el próximo siglo.  

Desde el punto de vista práctico, empresas de la corriente transhumanista como la estadounidense Humai trabajan para conseguir algo similar a lo que podemos ver en Black Mirror. El fundador de esta, Josh Bocanegra, asegura que su equipo conseguirá resucitar a un ser humano trasladando su cerebro a un cuerpo artificial dentro de unos 30 años.

Abejas y perros robóticos 

Pero la serie británica no solo presta atención a los humanos. También hace un hueco a los animales, como demuestran los episodios Metalhead, de la última temporada, y Odio nacional, que cerró la tercera entrega allá por el 2016.

El primero presenta un escenario futuro dominado por manadas de perros robóticos asesinos que le tienen bastante tirria a las personas. Más allá de las mascotas caninas de silicio, la popular compañía Boston Dynamics lleva años desarrollando canes artificiales cada vez más ágiles e inteligentes.

Sin embargo, las máquinas de esta empresa son aún bastante rudimentarias comparadas con los animales de carne y hueso. Además, aunque alguna pueda fallar, no parece demasiado probable que vayan a volverse contra toda la raza humana. Desgraciadamente, lo que sí es factible es que acaben al servicio de personas que las utilicen, por ejemplo, en conflictos armados.

El episodio Odio nacional, por su parte, se decanta por los insectos voladores. En él aparecen enjambres de drones con aspecto de abeja diseñados para matar. Para convertirse en realidad, los dispositivos deberían incorporar tecnología de reconocimiento de imágenes y objetos para diferenciar a las personas. El concepto ya existe, solo falta que pueda utilizarse a pequeña escala.

Según Kyle Foley, presidente de la firma Skyworks Project, los drones van a ser cada vez más pequeños, hasta alcanzar la talla de una abeja, y la idea de un insecto artificial podría convertirse en realidad en unos tres años. Tanto DARPA como el Gobierno británico barajan la posibilidad de utilizar drones libélula espías, como los desarrollados por la startup Animal Dynamics.

Aplicaciones más inteligentes

Otro de los aspectos que la serie trata en más de una ocasión son las consecuencias de que un sistema de inteligencia artificial nos dicte cómo actuar en nuestras relaciones sociales. Como si fueran versiones avanzadas de aplicaciones que ya existen, los programas que aparecen en los episodios Caída en picado y Cuelguen al DJ, este último de la cuarta temporada, se han convertido en el centro de las vidas de los personajes.

Caída en picado recrea un mundo cuyos habitantes valoran al resto de personas en la vida real a través de una appapp según su actividad en las redes sociales. Seguro que te suena. Muchos de los conceptos que aparecen en el episodio no son nuevos: más allá de plataformas como Facebook o Instagram, una herramienta de recomendación llamada Peeple (que fue polémica incluso antes de estrenarse) permite evaluar el trato con otros individuos.

La idea de construir un sistema de valoración en base a la información personal forma parte, incluso, de planes gubernamentales. China está desarrollando un Sistema Social de Crédito para otorgar puntosSistema Social de Crédito y conformar una especie de historial de cada ciudadano en ámbitos como el financiero, el político o el legal, teniendo en cuenta su actividad en internet.

Lo que podemos ver en Cuelguen al DJ, sin embargo, es algo muy parecido a una versión futura de las aplicaciones de citas actuales. Un software inteligente que determina el grado en que dos personas son compatibles y les aconseja para encontrar a su media naranja, entre otras cosas sorprendentes, en un mundo virtual.

Si bien aún no existe esta tecnología, los algoritmos que utilizan las apps para ligar son cada vez más eficientes y analizan más parámetros para encontrar el match prefecto. Así que no es tan difícil imaginar un futuro cercano donde tengan aún más protagonismo. Como tampoco que podamos tener citas en un universo artificial, como ya ocurre en el programa Virtual Dating, donde los participantes son escaneados para crear versiones virtuales que interactúan gracias a unas gafas.

Aunque tengamos que esperar para vivirlas en primera persona, algunas de las situaciones que experimentan los personajes de Black Mirror podrían convertirse en una realidadBlack Mirror gracias a (o por culpa de) la tecnología. Eso sí, las más espeluznantes mejor que se queden en la ficción.

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La segunda imagen de este artículo es propiedad de Google

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