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La televisión griega celebra su segundo nacimiento

La fachada de la sede de ERT en junio de 2013 cuando se decretó su cierre.

Aitor Sáez

Atenas —

“No sentimos nada nuevo, esta es nuestra casa. Estamos de vuelta en nuestro hogar, en nuestro trabajo y nuestras vidas”, asegura sonriente Vagelis Papadimitriou, uno de los empleados despedidos de la radiotelevisión pública griega, ERT, que el lunes entraron por primera vez en dos años en el edificio donde trabajaban.

El 29 de abril el Parlamento heleno aprobó la ley para readmitir a 1.500 de los 2.595 despedidos, una decisión que representó la mayor victoria de los trabajadores en Grecia. Esta mañana decenas de exempleados y simpatizantes se congregaron para entrar al edificio de la televisión en un ambiente de celebración.

La ERT estaba “abierta”, como gritaban en sus consignas, y como bautizaron a la plataforma (ERT Open) que siguió emitiendo de forma autogestionada. De hecho, para Vagelis la ERT nunca cerró, “porque seguimos trabajando y sobre todo porque seguimos estando juntos”. Durante los 23 meses que duró la movilización, los despedidos mantuvieron en funcionamiento las 19 emisoras de radio regionales y continuaron emitiendo en televisión por Internet. La nueva ley permitirá ahora retomar la actividad normal de los cuatro canales, entre ellos uno de internacional.

No obstante, los exempleados no quieren “que sea como volver un lunes al trabajo”, sino que desean una nueva ERT. Vagelis cuenta a este diario que la experiencia autogestionaria les ha servido para repensar la idea de periodismo y la función de una televisión pública. “Hasta ahora los Gobiernos de turno imponían sus intereses y controlaban el contenido. Eso se ha acabado. Vamos a trabajar para la gente y dar voz a los luchadores”, afirma repitiendo uno de los lemas de la protesta. Además, quien fuese redactor de Política cubriendo los temas gubernamentales reconoce que la cadena perdió mucha credibilidad debido a esa manipulación. “Durante estos últimos dos años he aprendido a valorar la importancia de hacer un periodismo independiente. Hemos hecho un esfuerzo muy grande para llegar hasta aquí”, zanja.

Los que se han quedado fuera

Los que se han quedado fueraNo todos han podido aguantar el desgaste de esa larga lucha. Nikos Panagopoulos, quien fue cámara durante un año, explica que 18 compañeros murieron en este periodo. “La mayoría fallecieron por ataques al corazón, debido al estrés que supone quedarse sin trabajo y venir igualmente cada día. Otros sufrieron cáncer y fallecieron en menos de un año, por causa de profundas depresiones”, relata.

Una de las reclamaciones de los trabajadores es que por cada fallecido ocupe su puesto alguno de sus familiares. Según Nikos, la presidenta del Parlamento griego, Zoé Constandopulu, les ha asegurado que esa petición se presentará en la Cámara en las próximas semanas.

A pesar de su alegría, el joven cámara reconoce que está disgustado porque los únicos readmitidos han sido los que contaban con contratos fijos, mientras que aquellos temporales no se podrán reincorporar por el momento. Otra de las encrucijadas aún abiertas. Nikos afirma, sin embargo, que seguirá viniendo a colaborar con sus compañeros.

El cierre y la lucha

El cierre y la lucha“Los primeros días fueron muy difíciles y nadie podía creerse que el cierre fuese verdad”, recuerda Nikos, quien admite que “en el fondo, todos estaban convencidos de que iba a abrirse de nuevo”. Él esperaba que fuese antes, pues estaba prevista su reapertura en tan sólo tres meses.

La ERT cortó la señal por antena pasada la medianoche del 11 junio de 2013. El Gobierno del conservador Antonis Samarás tomó la decisión de manera unilateral alegando que se encontraba dentro del paquete de recortes acordados con la troika, pese a que el medio público se financia a través de un canon que pagan los ciudadanos y que, por otro lado, tampoco fue abolido tras la interrupción de ese servicio. Precisamente, el Ejecutivo de Syriza ha recalcado que los 300 millones de costes anuales se cubrirán con ese canon, por lo que no supondrá un gasto adicional que podría haber despertado el recelo entre los acreedores.

“La reapertura no dependía del Gobierno que estuviese en el poder, sino de toda nuestra presión. Syriza no tenía otra opción”, considera el cámara. Además de los empleados de la televisión, en la lucha participaron sindicalistas, activistas e incluso algunos parlamentarios, hasta convertir la ERT en una insignia de la lucha “no tanto de la libertad de expresión, sino de la oposición al desmembramiento de los derechos sociales, del Estado y de la democracia”.

Así describe Stamatis Chatzidimou lo que representó esa movilización para el país. El activista destaca que “en cinco años de crisis económica Grecia ha vivido 32 huelgas y sólo ésta ha triunfado, junto con la de las limpiadoras del Ministerio de Finanzas”, que el lunes también celebraron su readmisión tras más de un año de acampada ante la sede del Ministerio.

La ERT fue sustituida por NERIT, una corporación que actuó como plataforma de propaganda del anterior Ejecutivo, y que podría ser absorbida por la televisión pública tras su reapertura. Por los pasillos se cruzaron ayer compañeros de ambas emisoras. “Nosotros no guardamos ningún rencor a los trabajadores de NERIT”, subraya Nikos, “estamos aquí para seguir trabajando y hacer realidad los proyectos que hemos levantado todo este tiempo”.

Evitar errores del pasado

Evitar errores del pasadoPese a la euforia, Vagelis avisa de que “todavía queda un largo camino hacia la victoria final”. Aunque en la convocatoria para la apertura de puertas la plataforma de trabajadores despedidos alentaba a los exempleados a ocupar de nuevo sus puestos desde el lunes, las incorporaciones se formalizarán dentro de tres semanas, después de que concluyan los procedimientos de selección.

Según Vagelis, deben tomarse decisiones importantes, como los salarios y la asignación de tareas, que discutieron en una primera reunión informal que sirvió también para escenificar la vuelta simbólica a la normalidad. Otro de los puntos más relevantes para culminar esa renovación será el nombramiento de la nueva junta directiva, que se llevará a cabo durante esta misma semana.

Los trabajadores podrán elegir a través de voto secreto a dos de los representantes, mientras que la Comisión de Transparencia del Parlamento colocará a los otros cinco. Por otra parte, el Gobierno anunció que desaparecerán los contratos privilegiados de algunos directivos, para eliminar así las diferencias salariales.

Además, la nueva ley pretende proteger a la ERT de las antiguas prácticas de despilfarro de dinero público –con sueldos que oscilaban entre los 2.500 y 4.000 euros–, la opacidad y el enchufismo, motivos que habían sido aprovechados por el anterior Gobierno para justificar su cierre. La vigente norma prevé una reducción del gasto en producciones propias y en las externalizadas, así como una auditoría sobre el estado de las cuentas.

El objetivo es crear una emisora “abierta, libre de patologías del pasado e independiente”, tal y como manifestó el ministro de Estado griego Nikos Pappás el día de la aprobación de la ley. A tenor del ímpetu de los exempleados que participaron en los dos años de protesta, ese será el espíritu de la nueva ERT. Como indica el sindicalista Nikos Kletzas, la idea será mantener los valores que se impulsaron en el periodo de autogestión. “Estábamos abiertos a la gente ordinaria para que expresaran sus demandas”, apunta. “Nos dimos cuenta de una apreciación importante: no somos una emisora estatal, sino pública. Es decir, que todo el mundo puede usarla”.

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