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Sobre este blog

Iker Armentia es periodista. Desde 1998 contando historias en la Cadena Ser. Especializado en mirar bajo las alfombras, destapó el escándalo de las 'preferentes vascas' y ha investigado sobre el fracking. Ha colaborado con El País y realizado reportajes en Bolivia, Argentina y el Sahara, entre otros lugares del mundo. En la actualidad trabaja en los servicios informativos de la Cadena Ser en Euskadi. Es adicto a Twitter. En este blog publica una columna de opinión los sábados.

A Gibraltar se le ve demasiado el humo de la cortina

Portada de La Razón sobre Gibraltar del 4 de agosto de 2013

Iker Armentia

Defiende el historiador Federico Sánchez Aguilar que Gibraltar es la “herida abierta” de España aunque su apariencia sea más bien la de un padrastro levemente enrojecido al que acudir a rascarse en estos veranos púnicos de martilleos mediáticos. Gibraltar tiene todo lo que se le puede exigir a una buena película de aventuras de Cine de Barrio: ardides de la pérfida Gran Bretaña, persecuciones marítimas, una honra mancillada y el recuerdo de una España de ultramar que ya no volverá. Snif, snif.

Sí, Gibraltar lo tiene todo para convertirse en un éxito veraniego en los gabinetes de comunicación del Gobierno, pero lo que está perdiendo es su principal esencia: el humo de la cortina. Dicho de otra forma: el humo se ve demasiado. A fuerza de sobreactuar en los últimos años, la polémica sobre Gibraltar se ha convertido en un chiste en sí mismo. Es metaactualidad más que actualidad. En el momento que escribo este artículo, me cuesta encontrar la noticia sobre las acusaciones británicas a España en los portales de los principales diarios conservadores del país y tampoco veo por ningún lado un comunicado de Vox acusando a Rajoy de ser un agente del MI6.

No hay que descartar, por supuesto, que en próximos días vivamos una escalada de los acontecimientos, y se haga llamar a consultas a embajadores y se lancen bloques de hormigón al mar y haya entonces que ponerse tiquismiquis en la verja y revisar el interior de las Biblias al cruzar la frontera. Puede incluso que surjan las consabidas declaraciones cruzadas entre políticos que quieran prosperar en 'Sálvame Gibraltar' y quizás no falten banderas en la portada de La Razón pero, en todo caso, el Peñón, como señuelo para despistar al personal, no parece tener la efectividad de antaño.

Es difícil igualar una temporada tan extraordinaria como la primera de 'True Detective'.

Habrá quién recuerde –con razón– que Gran Bretaña se burla con insolente persistencia del Tratado de Utrecht, pero eso habla tanto del descaro británico como de la ineptitud de los mandatarios españoles de los últimos 300 años. Además, a los ingleses hay que agradecerles que ayudaran también desde Gibraltar –aunque fuera por su propio interés– a evitar que las fuerzas napoleónicas tomaran Cádiz y se pudiera así promulgar la Constitución liberal de 1812, aunque después se liberara España para que el repugnante Fernando VII (¿se puede insultar a Fernando VII o te aplican la Ley Mordaza?) enterrara la Constitución y mandara al exilio, a la cárcel y a la tumba a sus promotores. Es lo que ocurre con España: a veces da la impresión de que lo mejor para el país es que gane el enemigo.

Por otro lado, quizás la cortina de humo todavía tenga buena salud en las Islas británicas donde tampoco les faltan marrones que esconder. Aunque parece ciertamente ingenuo que confíen en que se monte la Gran Escandalera acusando a España de dejar escapar a un narco en las aguas de Gibraltar, cuando el Gobierno del PP aprueba leyes que provocan el excarcelamiento de un buen puñado de narcotraficantes internacionales.

A esta cortina de humo de Gibraltar que arranca con renqueante ritmo le faltan nuevos protagonistas, o un giro inesperado del guión que haga revivir el interés por la historia: un Artur Mas gritando 'Gibraltar catalán' en la campaña de las plebiscitarias rompería los audímetros de 13TV. O quizás ya no haya mucho más que ordeñar y lo mejor sea recurrir a otro gancho. Podríamos, por ejemplo, reformar el Senado para que las instituciones se acomoden a los nuevos tiempos y la ciudadanía recupere la confianza en los políticos. Mira, a esta cortina igual no se le ve tanto el humo.

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Iker Armentia es periodista. Desde 1998 contando historias en la Cadena Ser. Especializado en mirar bajo las alfombras, destapó el escándalo de las 'preferentes vascas' y ha investigado sobre el fracking. Ha colaborado con El País y realizado reportajes en Bolivia, Argentina y el Sahara, entre otros lugares del mundo. En la actualidad trabaja en los servicios informativos de la Cadena Ser en Euskadi. Es adicto a Twitter. En este blog publica una columna de opinión los sábados.

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