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Javier Elzo: “Hay que construir el futuro desde el presente mirando al pasado”

Javier Elzo, acompañado de Iñaki García Arrizabalaga e Iñigo Lamarca durante la presentación de su libro.

Paola Fernández

San Sebastián —

El sociólogo Javier Elzo ha escrito un último libro “pensado en clave de futuro”. ‘Tras la losa de ETA: por una sociedad vasca justa y reconciliada’ tiene como objetivo “abordar la situación que se ha generado tras tantos años de dolor”. Durante la presentación del libro en San Sebastián, Elzo ha asegurado que el punto focal de su reflexión es “cómo abordar la memoria justa de lo sucedido para no caer ni en el olvido, ni en una repetitiva rememoración paralizante del dolor padecido”, particularmente “cuando nos detenemos en el dolor padecido por nosotros y nos olvidamos del dolor padecido por los otros”. Así, insiste en que la violencia de ETA “no es la consecuencia inevitable del conflicto vasco, no estamos pues ante una violencia secundaria”. En consecuencia, “no es asumible en el magma de la violencia existente en el País vasco”, aunque “no es la única violencia injusta que hemos padecido”. El sociólogo ha destacado que “ETA ha perdido la batalla militar, está ganando la batalla política y mucho cuidado que no gane la batalla judicial”.

Sin embargo, Elzo ha querido destacar sobre todo el camino futuro y ha dedicado este libro “a los hacedores de concordia, de convivencia y de reconciliación”. En este sentido, su apuesta es que “con manchas de aceite en diferentes puntos de la geografía vasca, quizá consigan que la era post-ETA no pueda equipararse a la era post-franquista, donde triunfó el silencio del olvido de victimarios y de víctimas”. Asimismo, cree que en Euskadi “es imposible pensar en un único relato, pero sí es posible pensar en un relato compartido”. Por ello, defiende que hay que buscar el deber de la memoria verdadera poniendo el acento en los que más han sufrido, “particularmente las víctimas de todo tipo de violencia injusta”.

Elzo ha estado acompañado por el hijo del delegado de Telefónica en Gipuzkoa asesinado por los Comandos Autónomos Anticapitalistas (CAA) Juan Manuel García Cordero, Iñaki García Arrizabalaga, quien participó en 2011 en el primer encuentro restaurativo de España. García define esta experiencia como “una de las cosas que a nivel personal más me ha enriquecido”, ya que se “aprende a mirar y a determinar que por encima de la condición de terrorista, está la condición humana”.

Ejercicio de empatía

García Arrizabalaga señala que en el conocimiento de la verdad, las víctimas especialmente “debemos hacer un enorme ejercicio de empatía”, porque “en este país nos hemos dedicado con demasiada frecuencia a llorar a nuestros propios muertos y no hemos sido capaces de ver que la persona que tenemos en frente también estaba sufriendo”. Por todo ello, ha asegurado que le “duele terriblemente en el corazón” las críticas de asociaciones de víctimas al informe elaborado por el Gobierno vasco sobre otras víctimas de violencia y de abusos policiales. A su juicio, la verdad incluye conocer la autoría de los 250 asesinatos de ETA sin resolver, pero “precisamente las víctimas del terrorismo de estado y de la guerra sucia tienen muchas más dificultades en el camino para el conocimiento de la verdad”.

Por otro lado, ha mostrado su “fascinación” porque en 2014 el mundo de la Izquierda Abertzale critique la detención de miembros de ETA para ser conducidos ante los jueces, “es una burla a mi condición de víctima”. En este sentido, recuerda que “con impunidad no hay reconciliación que valga”. Finalmente, García ha remarcado que se debe hacer “memoria inclusiva, no de venganza”, lo que permitirá “recordar lo que hicimos bien y lo que hicimos mal en el pasado, para no volver a repetir el mismo error”.

Por su parte, el Ararteko, Iñigo Lamarca, ha destacado que en “este país hemos vivido un régimen de terror y corremos el riesgo de olvidarlo y querer pasar página”, lo que “sería algo tremendo para la sociedad vasca”. Así, ante todas las víctimas hay que “aplicar a rajatabla” el derecho a la verdad, justicia, memoria, reparación, reconocimiento y el derecho a las garantías de no repetición. Para ello, hay que tener muy presente lo ocurrido y a cada una de las personas que han sido víctimas de las violencias, porque “solamente así construiremos un futuro basado en unos valores comparativos”. Esto es, que todas aquellas personas que han sido victimarios, “responsables de alguna manera de todo horror que hemos vivido, han de hacer una valoración crítica de su pasado y pedir perdón”.

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