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Pedro Sánchez busca el equilibrio entre criticar a En Marea y pedir su apoyo para gobernar

Pedro Sánchez junto al candidato socialista a la Xunta, Xoaquin Fernández Leiceaga.

Irene Castro

Pedro Sánchez se encuentra en plena encrucijada. Aspira a liderar una alternativa a Rajoy con una división cada vez más evidente en el seno del PSOE entre quienes avalan su intento y quienes sostienen que debe quedarse en la oposición abriendo la puerta a la abstención. Pero no es el único frente que tiene abierto: Sánchez se juega la segunda posición en las elecciones gallegas contra los partidos de los que pretende recibir apoyo para llegar a Moncloa. 

El secretario general se juega en Galicia mantenerse como segunda fuerza. Por eso se ha volcado en el apoyo a su candidato, Xoaquin Fernández Leiceaga. Que el PSOE mantenga el tipo depende en buena medida de que vuelva a evitar el sorpasso de En Marea -candidatura en la que concurre Podemos-.

Por eso buena parte de los ataques de Sánchez -por detrás de los que vierte contra el PP- se dirigen a la coalición de izquierdas. El líder del PSOE reivindica la capacidad de gobernar de los socialistas frente a los que se presentan a las elecciones “sin experiencia”. “No somos un conglomerado de siglas que se superponen unas a otras sin un proyecto definido. Allí donde gobiernan, por calificarlo de forma suave, es con un balance moderadamente decepcionante”, expresó Sánchez en un acto en Vigo en alusión a la gestión que las mareas están llevando a cabo en algunas de las principales ciudades gallegas tras superar al PSOE en las municipales, como Santiago o A Coruña.

La paradoja es que esa arremetida contra En Marea se dirige a aquellos con los el PSOE aspira a gobernar si Alberto Núñez Feijóo pierde la mayoría absoluta. Así lo ha reconocido el candidato a la Xunta en varias ocasiones. “Aspiramos a poder liderar un Gobierno alternativo al PP después del 25S -expresó en una entrevista en eldiario.es-. En Galicia, los gobiernos alternativos al PP siempre han sido gobiernos en coalición y hay una cultura de coalición que se expresa en el nivel municipal y provincial con absoluta normalidad. Por tanto, nosotros lo intentaríamos”.

También Sánchez necesita el apoyo de Podemos y sus confluencias en su intento para llegar a Moncloa. El líder socialista nunca se ha cerrado a formar un gobierno en coalición, pese a la desconfianza en Pablo Iglesias que tienen en Ferraz. No obstante, la opción preferida de Sánchez es recibir el apoyo de Unidos Podemos y Ciudadanos -bien sea voto a favor o abstención- en la investidura y gobernar en solitario con independientes para evitar, así, el “veto mutuo” entre Iglesias y Albert Rivera. 

Los contactos con ambos dirigentes se han paralizado. Dos semanas después de anunciar que llamaría al resto de líderes políticos en orden de mayor a menor representación, Sánchez aún no ha contactado con Ciudadanos. La intención de mantener una segunda comunicación con Iglesias esta semana -tal y como anunció el secretario de organización de Podemos, Pablo Echenique- se ha retrasado. “Estas cosas no son lineales. Se planifican de una forma pero hay muchos actores, la gente está ocupada y estamos en campaña”, justifican en Ferraz. 

En las elecciones vascas y gallegas Sánchez también se arriesga a un nuevo intento del sector crítico para cortarle el paso en la guerra cada vez menos soterrada en la que está sumido el PSOE por el liderazgo. Si Leiceaga mantiene el tipo, Sánchez podrá tener un mayor margen que si se hunde tras el golpe de mano que dio en la precampaña electoral al modificar las listas que habían decidido las direcciones provinciales. Los socialistas gallegos se han dado una tregua hasta que pasen los comicios. 

El debate interno sobre la investidura, tras el 25S

La tensión interna en el PSOE se ha disparado públicamente esta semana. La ola de apoyo al presidente extremeño, Guillermo Fernández Vara, por los insultos que ha recibido por defender la abstención han devuelto al primer plano el debate sobre qué debe hacer el PSOE. El plan de Sánchez de intentar una alternativa a Rajoy no la comparten los principales barones, que sostienen que se debe quedar en la oposición y abre, además, la puerta a una posible abstención. 

Los movimientos del sector crítico dependen en buena parte de los resultados del 25S. Susana Díaz ha dado por hecho que se convocará un Comité Federal tras los comicios, tal y como reclaman varios dirigentes territoriales, entre ellos Fernández Vara. La presidenta andaluza ha asegurado que dirá en ese órgano interno lo que ya ha defendido en público: que Sánchez se tiene que ir a la oposición porque “con 85 escaños no se gobierna este país”. 

Eso es lo que quieren los barones alejados de Ferraz: un compromiso del secretario general que, de viva voz, ante ese órgano aseguró en julio que el PSOE tenía que quedarse en la oposición. Además, el PSOE andaluz aboga ahora por replantearse el no al PP si va a la investidura con otro candidato, como defiende Felipe González. También el presidente aragonés, Javier Lambán, comparte esa tesis y ha asegurado que un “paso atrás” de Rajoy “facilitaría las cosas”. También el barón extremeño defiende desde el día después de las elecciones generales que la única salida para evitar el bloqueo es una abstención del PSOE. 

Los dirigentes afines a Sánchez no creen que la sangre llegue al río y le tuerzan el brazo en el Comité Federal, además de que sostienen que los números son favorables al secretario general. “Nadie va a plantear la abstención. Y si la plantean van a perder estrepitosamente, sea en el Comité Federal, en una consulta o donde sea”, resume un dirigente territorial cercano al secretario general.

Mientras en el entorno de Sánchez han perdido el miedo a unas terceras elecciones, en el sector crítico sostienen que han de impedirse y algunas fuentes consultadas apuntan a “pulsar el botón rojo”, que consistiría en forzar la salida de Sánchez de la dirección con la dimisión de la mitad más uno de los miembros de la Ejecutiva. El partido quedaría pilotado por una Gestora se encargaría de ordenar la abstención de los 84 diputados socialistas para desvincular la responsabilidad del futuro líder del partido. Sin embargo, en Ferraz están convencidos de que la rebelión volverá a quedar en un amago.

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