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El delito de blasfemia sigue en el Código Penal español

Un cartel en el que Leo Bassi se ofrece como Papa.

Luz Sanchis

El atentado contra la redacción del semanario satírico francés Charlie Hebdo ha provocado un debate sobre el derecho a la libertad de expresión. En España ha habido varios casos de denuncia cuando algunos grupos han considerado que se atacaba los sentimientos religiosos de los que profesan el catolicismo. Los dos más conocidos en los últimos años han sido los que protagonizaron el cantante Javier Krahe y el cómico Leo Bassi, perseguidos por sus burlas.

El primero vio cómo se le perseguía en los tribunales por blasfemia. Al segundo se le puso un artefacto explosivo en el teatro en el que representaba La revelación, donde hacía de Papa. La obra Me cago en Dios, de Íñigo Ramírez de Haro, llevó a que ultraderechistas le agredieran, patearan al actor y se manifestaran en la puerta del teatro para que fuera retirada. Todos fueron absueltos de ofensas a la religión.

Las denuncias por los supuestos delitos reclamaron que se había vulnerado el artículo 525 del Código Penal: “Incurrirán en la pena de multa de ocho a doce meses los que, para ofender los sentimientos de los miembros de una confesión religiosa, hagan públicamente, de palabra, por escrito o mediante cualquier tipo de documento, escarnio de sus dogmas, creencias, ritos o ceremonias, o vejen, también públicamente, a quienes los profesan o practican”. Su segundo apartado señala las mismas penas para “los que hagan públicamente escarnio, de palabra o por escrito, de quienes no profesan religión o creencia alguna”.

Detrás de todas las denuncias está el Centro Jurídico Tomás Moro, cuyo lema es “Cristianizando el derecho, cristianizando la sociedad”. Dice defender “la dignidad de la persona, de la familia y de los derechos humanos” y, para ello, impulsa todas las actuaciones judiciales a su alcance cuando sus integrantes se sienten ofendidos. Este colectivo de juristas ultraconservadores se pone en marcha en cuanto percibe una ofensa a sus creencias, lo que sucede muy a menudo, como prueba el apartado “Actuaciones” de su web. Entre sus últimas iniciativas figuran la petición de retirada del juego Vatican Quest, que consiste en hacer de Benedicto XVI y atrapar a los monaguillos que tratan de escapar para conducirlos hasta los cardenales.

Hasta ahora, los tribunales no han respondido tal y como esperaban los colectivos más conservadores. Aunque se considere probado el escarnio, los jueces no han concluido en la mayoría de los casos que esas burlas se hayan hecho expresamente para ofender los sentimientos religiosos, por lo que han archivado o absuelto a los acusados. Para el portavoz del centro Tomás Moro, el problema es que “el legislador no es consciente de que la protección de la libertad religiosa en España está bajo mínimos” y “se confunde diversidad con laicismo”.

El cristo de Javier Krahe

Una entrevista a Javier Krahe en el programa 'Lo + Plus', emitido en 2004, incluyó como fondo un vídeo que incluía imágenes de un corto rodado en 1977 sobre el cantante. La voz en off indicaba cómo cocinar a un cristo con mantequilla y hierbas aromáticas. El centro Tomás Moro interpuso una querella contra el cantante y la productora del programa. El caso se alargó durante más de ocho años y se reabrió en dos ocasiones hasta que finalmente se condenó a la acusación a pagar las costas.

La sentencia concluyó que “no había quedado probado que concurriera en ninguno de los acusados la intención de menoscabar, humillar o herir los sentimientos religiosos de terceros”. El fallo precisa que los miembros del tribunal no niegan que los denunciantes “se sintieran sinceramente ofendidos”, pero descartan que se pueda aplicar a la intención de los denunciados.

'Me cago en Dios', de Íñigo Ramírez de Haro

El centro Tomás Moro difundió a través de Hazte Oír un formulario para denunciar a Íñigo Ramírez de Haro por la obra Me cago en Dios, exhibida en el Círculo de Bellas Artes y el teatro Alfil. El juez archivó al principio las 3.000 denuncias presentadas, pero el fiscal recurrió y fueron admitidas. Finalmente, el juez concluyó que burlarse de los sacerdotes o de Cristo queda “a una distancia abismal” de lo establecido en el artículo 525 del Código Penal y no vio en la obra “ánimo de ofender los sentimientos religiosos”.

Los denunciantes persiguieron a Ramírez de Haro, cuñado de Esperanza Aguirre, por incitación al odio y por escarnio a sus creencias, y los ultras se manifestaron en la puerta para exigir la retirada de la obra. Dos nietos de Blas Piñar patearon al actor Fernando Incera y agredieron al autor, antes de destrozar el equipo de sonido e intentar incendiar la sala al grito de “Viva Cristo Rey”.

Bomba contra Leo Bassi

En La revelación, el cómico se disfrazaba de Papa, telepredicador y fundamentalista para denunciar el fanatismo y el oscurantismo de sectas y religiones. El centro Tomás Moro volvió a la carga y lo acusó de vulnerar el artículo 525, como hizo también la asociación ultracatólica Alternativa Española. La causa se sobreseyó y archivó porque el tribunal consideró que “no creer en los dogmas de una religión y manifestarlo públicamente entra dentro de la libertad ideológica y de expresión”. Aunque los denunciantes recurrieron, el Tribunal Supremo ratificó en 2012 el archivo de la causa.

Bassi no solo recibió numerosas amenazas de muerte. Un hombre llegó a dejar bajo una butaca del teatro una bomba casera hecha con una botella cuya mecha llegó a arder pero no a explotar.

Protesta en la capilla de la Complutense

El 10 de marzo de 2011, un grupo de personas irrumpió en la capilla de la Universidad Complutense, situada en la Facultad de Geografía e Historia, con gritos a favor de su cierre y consignas contra la Iglesia católica. En la protesta, varias chicas se desnudaron de cintura para arriba, lo que escandalizó a muchos y provocó una gran polémica, además de una nueva denuncia por ofensa a los católicos y por hacerlo en un lugar destinado al culto.

El diario La Razón publicó el 10 de abril de 2011 un editorial titulado “Ataques a la religión”. En él acusaba a “algunos sectores de la izquierda trasnochada” de atacar a los católicos y bajo esa intención situó tanto la protesta en la Complutense como la obra de Bassi y otra ambientada en una sauna gay en la que “un hombre cercano al Vaticano pactaba una noche de sexo con otro varón”. Los responsables del diario reclamaron entonces al poder político y a la justicia “aplicar la ley e impedir cualquier acto excluyente en el que se ridiculicen y ataquen las creencias de todos y cada uno de los españoles sin excepción”.

El editorial ha sido rescatado en Twitter para subrayar el contraste entre esa actitud y la portada del diario este jueves en solidaridad con Charlie Hebdo en la que aparecía una de sus viñetas de Mahoma.

Un artista, con el seudónimo de Fiocho, será juzgado por intentar una performance en una iglesia de Quijorna (Madrid). Su intención era protestar contra un mercadillo ultraderechista que el pueblo había organizado en el colegio público unos meses antes. El plan consistía en instalar un reproductor de música escondido en una bolsa dentro de un confesionario para que en el momento de la misa conmemorativa del 12 de octubre sonara un remix del PP con el Cara al sol.

El problema fue que la bolsa fue tomada por una bomba y los Tedax tuvieron que desalojar la iglesia. Se le acusó de un delito contra la libertad por interrumpir una celebración religiosa.

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