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La renuncia de Botella reaviva la batalla por Madrid en el PP

Aguirre, Cospedal, Botella, González, Sáenz de Santamaría y Cifuentes, en un acto de ABC en mayo de 2013. / Efe

Andrés Gil

Nadie lo sabía en el partido. Sólo el presidente, Mariano Rajoy. Pero a casi ninguno en el PP le ha pillado por sorpresa. Desde que llegó a la alcaldía de Madrid, Ana Botella se ha visto discutida tanto dentro como fuera del partido. Su ascenso, propiciado por su antecesor, el ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, nunca gozó de la confianza de destacados miembros del PP madrileño, que siempre reconocían que Botella no era “un referente del PP en Madrid; Ana no es Alberto”, y afeaban sus intervenciones en público: “La gestión del Madrid Arena fue fatal, con escapada a un spa incluida; el fracaso olímpico y el relaxing, de vergüenza ajena; y que una huelga de barrenderos tuviera repercusión internacional es inaudito”. Todo ello, en dos años y ocho meses.

“Botella no necesitaba la alcaldía para nada, y era un sufrimiento para ella estar todos los días en boca de los demás, con risas incluidas entre los compañeros del partido, sin apenas apoyos internos. No es una sorpresa que no repita”, explican en el PP, donde manejan unas encuestas propias para la alcaldía tan demoledoras para el PP y Botella como las que se han publicado en los medios de comunicación desde que llegó al cargo. “Ana Botella siempre ha hecho lo mejor para el Partido Popular”, ha tuiteado Esperanza Aguirre tras conocerse la renuncia de la alcaldesa a repetir.

Por primera vez desde que Gallardón llegó a la alcaldía de Madrid, en 2003, los aguirristas, que dominan el PP de Madrid, vislumbran la posibilidad de hacerse con el Ayuntamiento de la capital, único municipio que no controlan del centenar largo en manos del PP en la comunidad de Madrid. Pero no lo tendrán fácil: la consolidación de Ignacio González como posible candidato para el Gobierno regional supone un freno a las aspiraciones aguirristas. “Rajoy puede permitir que Aguirre y los suyos tengan una de las dos administraciones, pero no las dos”, afirman en el PP: “El tándem Aguirre-González es muy, muy improbable. Además, Aguirre ahora está en un momento delicado, con un proceso judicial pendiente [por su fuga de unos agentes de movilidad]”.

Eso sí, en todo caso, se da por hecho entre los populares que a Aguirre le seduce la idea de ser candidata, le alienta saberse una de las preferidas por la militancia y le encantaría que Rajoy se lo pidiera. Pero esta posibilidad parece poco probable, tanto como que la presidenta del PP madrileño vaya a dar una batalla abierta por ser elegida. No obstante, algunos en el PP deslizan la posibilidad de que, después de lo mucho que ha defendido las primarias, convoque una consulta, aunque no sea vinculante porque no está previsto en los estatutos, “para presionar a Rajoy”.

El 17 de septiembre de 2012 Aguirre afirmó que dejaba “la primera línea política”, decisión que no tenía “marcha atrás”. Este martes, en la SER, González ha dicho de ella: “Sería una buena candidata si quisiera”.

La carta de Santamaría

Junto a Aguirre, cobra fuerza el nombre de la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, si bien algunos atribuyen a Gallardón que circule su nombre: “Quiere quitársela del Ejecutivo, donde ha frenado su reforma del aborto sistemáticamente, y así poder ganar fuerza en el Gabinete”. A otras fuentes del PP, sin embargo, les cuadra la jugada: “Soraya es joven [cumplió 43 años en junio] y tiene difícil a corto plazo crecer dentro del Gobierno. Si las encuestas internas le dan bien, ser alcaldesa de Madrid uno o dos mandatos, donde podría acumular capital político, representaría un trampolín para ella para volver a la política nacional con más aspiraciones”.

La otra dirigente que tiene buena imagen entre sus votantes es Cristina Cifuentes. La delegada del Gobierno en Madrid ha logrado una notable proyección pública desde que accedió al cargo tras la llegada de Rajoy a La Moncloa. Cifuentes ha expresado muchas veces que no tiene ambiciones más allá de su actual cargo, pero, como ocurriría con la vicepresidenta, su futuro político depende únicamente de Rajoy. “No voy a entrar en el asunto de las candidaturas, porque creo que entrar por mi parte en estos momentos en este debate lo único que contribuye es a que haya personas se pongan nerviosas. No quiero que nadie se ponga nervioso conmigo, todo lo contrario”, afirmó Cifuentes recientemente.

Desde la barrera, algunos señalan a una posible tapada, Lucía Figar. La consejera de Educación tiene a su favor que, a pesar de pertenecer al equipo de Aguirre y González, está bien vista en Génova. En su contra, la falta de notoriedad. “Necesitas a alguien muy conocido, y a Lucía no la conocen ni los directores de instituto”, explican dentro del PP.

Pero ni Sáenz de Santamaría, ni Aguirre, ni Cifuentes, ni Figar son dueñas de su destino. La candidatura del PP a la alcaldía de Madrid es cosa de Rajoy –y no tanto de la providencia en la que cree Aguirre–, incluso quién llegaría a ser alcalde, si al final el Gobierno reforma la ley electoral y el PP logra mayoría simple. El propio Rajoy comunicó este lunes a sus compañeros que no tengan prisas, que no había urgencia para la elección de los candidatos, decisión que puede prolongarse hasta abril, la fecha límite de acuerdo con la legislación. No obstante, dentro del PP creen que la marcha de Botella puede tener consecuencias: “¿Rajoy puede permitirse tantos meses sin referente político en la capital de España? Puede ser, su carácter es de esperar hasta el final, pero quizá la renuncia de Botella precipite la decisión y tengamos candidato antes de que acabe el año”.

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