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El agua tóxica de Flint: algo huele mal en Michigan

Lee Anne Walters con muestras de agua recogidas en su casa el 15 y el 21 de enero, después de que las autoridades participaran en un encuentro con los ciudadanos por los posibles efectos nocivos del agua.

The Guardian

Ryan Felton - Flint, Michigan —

Lee y Ernie Perez se percataron de que algo iba mal cuando sus tres gatos empezaron a vomitar después de beber agua. En 2014, los habitantes de Flint, en el Estado de Michigan (EEUU), ya lidiaban con las mismas circunstancias que ahora les consumen. Los problemas empezaron en abril de ese año, después de que las autoridades locales decidieran rescindir el contrato de suministro de agua con la ciudad de Detroit, como medida para ahorrar dinero, y empezaran a extraerla del río local. Las quejas de los usuarios sobre el repugnante olor del líquido incoloro no se hicieron esperar.

Así que los Perez decidieron cerrar el grifo. Empezaron a beber agua embotellada y también la utilizaron para cocinar y bañarse. Sus tres gatos, junto con un felino salvaje y callejero que los visita con frecuencia, tampoco bebían agua del grifo. “Todos beben agua embotellada”, explica Lee.

Un año más tarde, esta ciudad de 100.000 habitantes, situada en el llamado “Cinturón del óxido” de Estados Unidos (la industria del automóvil y del metal de los Grandes Lagos), todavía utiliza la misma fuente de suministro, a pesar de que en otoño del año pasado se confirmó que contenía unos niveles extremadamente elevados de plomo. Esta misma semana, las autoridades han asegurado que, coincidiendo con el consumo de agua contaminada del río Flint, se ha producido un aumento de la enfermedad de los legionarios, una forma grave de neumonía. Todavía se desconocen las causas pero los científicos que estudian el problema habían previsto el incremento de esta enfermedad. Cada vez hay pruebas más evidentes de que las autoridades locales, estatales y federales no prestaron suficiente atención a las señales de esta creciente crisis.

Incluso en pequeñas cantidades una exposición al plomo -una poderosa neurotoxina- puede producir efectos a largo plazo sobre la salud. Los niños de corta edad se arriesgan a tener problemas de comportamiento o un coeficiente intelectual más bajo

Las primeras señales de alarma saltaron en octubre de 2014. Una fábrica de motores de General Motors dejó de utilizar el agua del río Flint porque oxidaba algunos de los componentes. Sin embargo, las autoridades siguieron dando todo tipo de explicaciones sobre la inocuidad del agua para tranquilizar a la población; un comportamiento calificado esta semana de “inadmisible” por la candidata presidencial demócrata Hillary Clinton.

Los resultados de algunos análisis también evidenciaron que al agua contenía niveles elevados de sustancias químicas que pueden causar problemas en el hígado y en los riñones. Pese a este hallazgo, las autoridades restaron importancia a la preocupación de los habitantes de Flint y afirmaron que el agua era completamente inocua.

En febrero se dieron a conocer los resultados de algunos estudios independientes. Uno de ellos, elaborado por una coalición en la que participan lugareños, los investigadores de VirginiaTech y la American Civil Liberties Unión (Unión Estadounidense por las Libertades Civiles, ACLU) de Michigan, constataba que el río Flint, extremadamente corrosivo, disolvía el plomo de las tuberías de agua y lo llevaba hasta los hogares de esta ciudad de 100.000 habitantes. Otro estudio, elaborado por un pediatra, revela que han aumentado los casos de niños con niveles altos de plomo en la sangre.

Las autoridades negaron rotundamente estas alegaciones, hasta que en octubre, el gobernador de Michigan, Rick Snyder, reconoció que la situación era más grave de lo que inicialmente había pensado y anunció un plan de 12 millones de dólares para recuperar el suministro de agua procedente de la ciudad de Detroit.

Snyder también anunció la creación de un grupo de trabajo para determinar las causas del problema. El mes pasado, el grupo publicó un informe demoledor que responsabilizaba al Departamento de Calidad Medioambiental de Michigan por no haber supervisado correctamente el río Flint y por haber restado importancia a las quejas de los ciudadanos. El Gobierno Federal también está investigando los hechos.

Mientras las investigaciones siguen su curso, los habitantes de Flint lidian como pueden con un gravísimo problema de salud creado por el hombre. Y quieren soluciones concretas. “Lo cierto es que debería haberse pronunciado hace mucho tiempo”, afirmaba Barbara Cowan el jueves pasado, en relación a la respuesta del gobernador, mientras recogía una de las cajas de agua distribuidas por la Guardia Nacional y la Cruz Roja.

'Completamente inaceptable'

El jueves 14, los Perez se unieron a una inacabable marea de residentes que inundó la estación de bomberos número 5, donde los voluntarios de Cruz Roja entregaban cajas con botellas de agua a todo aquel que las necesitara. El personal de este centro de abastecimiento de agua, uno de los cinco que se han puesto en marcha en la ciudad, está muy ocupado. Peggy Zuehlk, una voluntaria, explica que el día anterior el personal de Cruz Roja entregó cerca de 700 cajas.

A pesar de disponer de agua potable, los Perez siguen preocupados. Sus gatos ya no vomitan pero la pareja explica que les incomoda ducharse con el misterioso líquido. “El picor es insoportable”, afirma Ernie Perez, de 73 años. Y precisa que la sensación que tiene en el cuerpo tras ducharse con el agua es más intenso que la picadura de un mosquito u otro insecto parecido.

Lee se une a la conversación para indicar que “es como tener agujas calientes por todo el cuerpo, y a nuestra edad se hace insoportable”. Su exasperación aumenta por el hecho de que están pagando un precio muy alto por un suministro de agua contaminada; uno de los más elevados del país. “Tiramos de la cadena y pagamos 109 dólares al mes”, lamenta.

Despliegue de la Guardia Nacional

El martes 12 de enero Snyder desplegó a la Guardia Nacional, cuyos miembros trabajan ahora en los centros de abastecimiento de agua. La población hace esfuerzos por comprender cómo el agua contaminada ha impregnado sus casas durante meses. El Estado también ha solicitado ayuda adicional a la Casa Blanca y a la Agencia Federal de Gestión de Emergencias. El jueves 14 por la noche el gobernador pidió al presidente Obama que declare el estado de emergencia en Flint para acelerar la respuesta a la crisis.

Una exposición al plomo aunque sea baja, por ser una poderosa neurotoxina, puede producir efectos a largo plazo sobre la salud. Los niños de corta edad pueden tener problemas de comportamiento o un coeficiente intelectual más bajo. Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades afirman que ninguna exposición al plomo, por baja que sea, es segura.

Se desconoce si las autoridades estatales de medioambiente han incumplido la normativa federal que garantiza que el agua es inspeccionada con regularidad. El grupo de trabajo nombrado por el gobernador ha manifestado que el Departamento de Calidad Medioambiental de Michigan es el principal responsable de lo sucedido. El grupo de trabajo ha constatado que el agua corrosiva del río Flint arrastraba el plomo de las tuberías porque el organismo de medio ambiente de Michigan no había instado a la ciudad a hacer un seguimiento de los niveles de la corrosión y a tratar el agua. Los expertos también consideran que el contenido y el tono de los comunicados de la agencia son “completamente inaceptables”.

“Lo que ha pasado es inadmisible”, indica el investigador de Virginia Tech, Marc Edwards, que ha liderado el equipo que analizó las muestras tomadas en cerca de 300 hogares de la ciudad. El pasado otoño, The Guardian informó sobre la decisión del estado de no requerir a la ciudad que tratara la corrosión del río. Edward también había alertado de que la falta de tratamiento podía provocar un aumento de los casos de legionelosis. Entre junio de 2014 y noviembre de 2015 se han registrado 87 casos en el condado y diez enfermos han muerto, aunque todavía no se sabe si esta enfermedad guarda relación con el agua.

A principios de julio, en respuesta a la publicación de un informe interno de la Agencia para la Protección Medioambiental que expresaba preocupación respecto de los recursos hídricos de Flint, las autoridades de Michigan restaron importancia a estas inquietudes.

“Permítanme empezar tranquilizando a todos los que están preocupados por la posible presencia de plomo en el agua potable de Flint”, aseguró en ese momento el portavoz del gobernador, Brad Wurfel. A finales de ese mes, el entonces jefe de Gabinete de Snyder, Dennis Muchmore, escribió un correo electrónico en el que afirmaba que a los habitantes de Flint preocupados por la calidad del agua no se les estaba dando “el beneficio de la duda”.

“Están preocupados y con razón, tras recibir los resultados de los niveles de plomo obtenidos a partir de las muestras de agua”, aseguraba en un correo electrónico en manos de Edwards: “Estas angustiados y preocupados por el impacto que esto puede tener sobre su salud y nosotros los estamos ignorando (el estado no se está solidarizando con ellos)”.

Las autoridades le contestaron a Muchmore que no había motivos de preocupación. El portavoz de Snyder afirma ahora que el comentario de Muchmore es un reflejo del grado de compromiso del equipo del gobernador con la comunidad.

Pasividad frente a un grave problema de salud pública

Según un informe del auditor publicado este diciembre, el Departamento de Calidad Medioambiental de Michigan debería haber evaluado la situación detenidamente. Manifiesta que las autoridades de esa agencia eran conscientes en marzo de 2015 de que los niveles de plomo del agua de Flint estaban muy por encima del límite fijado por la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA) para adoptar medidas.

Algunos observadores también critican cómo la EPA ha gestionado esta situación. Henry Henderson, responsable del Consejo de Defensa de los Recursos Naturales en el medio oeste del país, explica que la Ley de Seguridad de Agua Potable establece que la EPA puede tomar medidas de emergencia en crisis como la de Flint.

“Es doloroso constatar que ninguna de las agencias del Gobierno, entre las que se incluye la EPA pero no es la única, entendió que se trataba de un asunto urgente”, reflexiona Henderson: “Su pasividad resulta chocante y han hecho declaraciones públicas sobre la inocuidad del agua completamente inapropiadas, ya que a todas luces es nociva para la salud”. “Creo que podemos afirmar con cierta seguridad que se optó por encubrir los hechos”, concluye.

En declaraciones a Detroit News, el administrador regional de la EPA ha señalado que las autoridades federales prefirieron no tomar cartas en el asunto y pedirle al Departamento de Calidad Medioambiental de Michigan que resolviera la situación, pese a que sabían desde hacía meses que Flint no había impulsado ninguna medida para reducir la corrosión en el agua.

Henderson manifestó que la administradora, Susan Hedman, “tiene un profundo desconocimiento de sus responsabilidades y de sus competencias, o simplemente está mintiendo”. La ley federal autoriza a los administradores de la EPA a tomar medidas de emergencia en crisis como la de Flint.

En un correo electrónico con fecha de 20 de agosto, obtenido por The Guardian, la responsable de programas de la EPA, Jennifer Crooks, solicita a tres funcionarios del Departamento de Calidad Medioambiental una copia de una carta enviada a Flint en la que se informa de los elevados niveles de plomo. “Flint ha recibido mucha atención a lo largo de este año, quiero ser positiva y pensar que la situación se calmará cuando se usen las tuberías de Karegnondi en 2016”, indicaba.

Una fuente de agua barata que les ha salido muy cara

Los problemas con el agua comenzaron cuando las autoridades decidieron ahorrar y utilizar el río Flint como fuente de suministro. La medida quería evitar la bancarrota de la ciudad, donde el 40% de la población, predominantemente afroamericana, vive por debajo del umbral de pobreza. Durante décadas, la falta de empleo y el poco margen recaudatorio han asfixiado a la ciudad, un problema que se vio agravado con el aumento de la delincuencia. Flint es una de las ciudades más violentas de Estados Unidos. Sin embargo, no ha sido la delincuencia sino el agua contaminada con plomo la que ha llevado a los lugareños y a los activistas a preguntarse cómo ha podido pasar algo así.

La oficina del gobernador no ha querido explicar el papel que este desempeñó en la decisión de convertir el río local en la principal fuente de suministro, pero lo que sí es evidente es que Snyder es quien ha designado a los responsables de gestionar situaciones de crisis como esta.

A finales de 2011, mientras la situación económica de la ciudad seguía empeorando, Snyder nombró a un administrador de emergencias económicas con plenos poderes para supervisar las cuentas de la ciudad, y vació de competencias a los dirigentes locales elegidos por los ciudadanos. Durante meses las autoridades estatales y locales evaluaron las distintas opciones que tenía Flint para abastecerse de agua. En marzo de 2013 decidieron que la ciudad apostaría por un nuevo sistema de suministro y dejaría de utilizar el de Detroit, con la esperanza de bajar la factura de agua de los habitantes.

Aunque Flint todavía estaba bajo control de un administrador de emergencias, los miembros del Consejo municipal aprobaron una resolución para sumarse a una iniciativa de creación de un nuevo sistema regional de gestión de aguas en 2016. Sin embargo, tenían un problema: ¿Cómo se abastecían hasta 2016? Los responsables del suministro de Detroit se percataron de que Flint iba a prescindir de sus servicios, subieron el precio del suministro del agua y les dieron un aviso de un año para renegociar un contrato con validez hasta 2016. Eso o debían encontrar otra fuente de suministro de agua. Ante la imposibilidad de hacer frente a la subida de precios de Detroit, Flint tuvo que buscar una fuente temporal de agua que los pudiera abastecer hasta 2016.

En febrero de 2014, la opción de seguir utilizando el agua de Detroit de forma provisional hasta 2016 seguía sobre la mesa. Un mes más tarde, el entonces gestor de emergencias de la ciudad, Darnell Earley, escribió una carta a las autoridades hídricas de Detroit (documento que más tarde cayó en manos de la American Civil Liberties Union de Michigan) que dio a conocer el problema de plomo del agua de Flint, ya que en ella afirmaba que la futura planta de tratamiento de aguas de Flint “estaría pronto operativa y podría tratar el agua del río”.

“Y en este caso ya no será necesario que Flint continúe contratando servicios de suministros de agua para abastecer a la población y a los negocios a partir del 17 de abril de 2014”, decía Earley en su carta. En la actualidad es el responsable de emergencias de las escuelas públicas de Detroit.

El gobernador intenta salvar su carrera política

El jueves 14, la cola en el punto de abastecimiento de agua situado en el centro de Flint llegaba hasta la calle. Los que esperaban su turno soportaban las bajas temperaturas del duro enero, y los conductores aparcaban sus automóviles en doble fila, dejando muy poco espacio para maniobrar. Para el jefe de bomberos de Flint, David Cox, la escena de caos ilustra la difícil situación de la ciudad. “El caos se apodera del centro cada vez que llega un camión con agua. Y solo ves una estación de bomberos, es exactamente igual en las otras cuatro”, asegura.

Larry Ross, aún en el exterior del edificio, cree que todos los cargos electos, del más al menos importante, son responsables de lo sucedido. “Estoy convencido de que el gobernador, el estado y los poderes fácticos encubrieron el escándalo y ahora están intentando solucionar este problema de la forma más barata posible”, afirma Ross: “Si no fuera por las repercusiones nacionales de esta crisis, creo que no hubieran movido ni un dedo”.

El año pasado a su hijo Gavin le diagnosticaron envenenamiento por plomo, y desde entonces ha desarrollado defectos del habla. El agua de Walters contenía 13.200 ppb (parte por mil millones) de plomo. La que contiene 5.000 ppb se considera un residuo peligroso

Los afectados se sienten agradecidos por la llegada de ayuda y provisiones. Sin embargo, Lee-Anne Walters, la madre que contactó con las autoridades de la EPA a principios de 2005 para expresarles sus sospechas en torno al agua del grifo, asegura que la reacción de Snyder deja mucho que desear.

El año pasado a su hijo Gavin le diagnosticaron envenenamiento por plomo, y desde entonces ha desarrollado defectos del habla. Edwards, el investigador de Virginia Tech, analizó el agua del grifo de su casa y los resultados fueron sorprendentes. Una de las pruebas realizadas demostraba que el agua de Walters contenía 13.200 ppb (parte por mil millones) de plomo, una cifra muy por encima de la proporción que la EPA considera segura (el agua que contiene 5.000 ppb se considera un residuo peligroso).

“Me da la sensación de que para él es más importante salvar su carrera política que salvar a la población”, afirma Walters al hablar de la respuesta del gobernador.

Esta semana se anunció que las autoridades locales empezarán a cortar el suministro de agua a aquellos usuarios que no han pagado el recibo. Sin lugar a dudas, las quejas no harán más que aumentar. Sin embargo, la principal preocupación en estos momentos es tener agua potable.

Mientras que Ross y otros vecinos aguardan su turno para llevarse una caja con botellas de agua, un voluntario irrumpe en el centro y exclama: “Escuchadme todos, por primera vez podemos ofrecer 'kits' para analizar el agua, nadie debería irse sin uno”.

Mientras, el número de personas en la cola no paraba de aumentar. Sin embargo, el voluntario intentaba mostrar algo de optimismo: “Al menos hoy no estamos cubiertos por la nieve”.

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