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Mujeres en tecnología, aún pocas pero más visibles

Mujeres en tecnología, haber haylas. Foto: Alexander Dulaunoy

Maite Garrido Courel

Madrid —

“Girls need modems!”. Durante los años 60, este fue el grito reivindicativo que Jude Milhon, programadora informática y luchadora incansable por la participación activa de las mujeres en la red, lanzaba a una sociedad que veía nacer una nueva forma de comunicación. En una incipiente revolución sexual, Milhon llamaba a las mujeres a experimentar los placeres del ‘hackeo’ y la programación en un mundo que ya auguraba dominado por los hombres. Más de 50 años después, las estadísticas que hablan sobre la presencia de mujeres en ámbitos técnicos, como la ingeniería informática, reflejan una realidad desigual.

Según datos del INE de 2011, las mujeres suponen el 54% de las matrículas totales en universidades de España, mientras que en las carreras técnicas su presencia se reduce al 28,4%. Otro informe de la Comisión Europea de 2011, afirma que las carreras con más chicas son las de ciencias médicas (en España, el 70%), mientras que en matemáticas e informática el número de alumnas en las universidades europeas desciende hasta el 25% y en la ingenierías y arquitectura solo alcanzan un 15%.

En relación a comunidades específicas de desarrollo de software libre, Miriam Ruiz, ingeniera y editora del weblog Barrapunto, compilaba una serie de datos en un estudio realizado en 2012, sobre la participación de mujeres en este campo que no dejaba lugar a dudas. En Debian: 1,3 % de mujeres, 12 desarrolladoras de un total de 873 ; en Ubuntu: 5,1 % de mujeres, 32 de un total de 625 personas ; Mozilla: 16,75 % de mujeres, 68 mujeres de 406 personas. La elección del área de conocimiento sin embargo, suele venir dada por las preferencias no por las habilidades. Entonces, ¿de dónde provienen esas preferencias?

“Yo creo que muchas mujeres ni siquiera evaluan el hacer una carrera técnica como una opción. Y si no lo tienes claro te dejas llevar por lo que todo el mundo espera”, dice para eldiario.es Laura Morillo, ingeniera técnica en informática de sistemas. “Cuando yo estudié -me gradué en 2007- éramos diez de cien, exactamente el 10%, y nos dijeron que habíamos sido la promoción más numerosa de los últimos años”. La idea biologicista de que los hombres poseen mayores cualidades para este tipo de materias no se sostiene porque las mujeres que sí lo hacen demuestran ser igual de buenas (o de malas) que ellos.

“Lo que ocurre cuando estás ante una mayoría tan aplastante es que el ambiente no llega a ser hostil pero sí se hace un poco difícil y eso puede hacer que te sientas insegura” sostiene Nerea Luis Mingueza que estudió el Grado de Ingeniería Informática y está realizando un Máster en ciencia y tecnología. “Todavía sucede que cuando alguien hace mal una ecuación dicen ‘es un manta’ pero cuando es una chica la que lo hace mal, la percepción cambia. En el fondo estás como representando al mundo y en seguida llegan a la conclusión de que ‘eso es porque las chicas no saben hacerlo’.

¿Tecnofobia femenina?

Los estereotipos en torno al mundo geek, los prejuicios sutiles a los cuales las mujeres se enfrentan, los problemas derivados de trabajar en ambientes predominantemente masculinos, y los sesgos sexistas empleados en el lenguaje, son factores que pueden influir en la escasez de mujeres y en su elección de preferencias.

A finales de los años 90, la filósofa Sadie Plant (una de las primeras en acuñar el término ciberfeminismo) intentó recuperar la historia de las mujeres en la tecnología en su libro Ceros + Unos (Destino, 1998) donde desmentía un estereotipo muy extendido: la tecnofobia femenina.

Esta idea, que aún continúa filtrada en parte del tejido social, repercute no solo en la brecha digital de género sino en el mercado laboral y en la posibilidad de acceder a un puesto de mayor responsabilidad o decidirse a llevar a cabo un emprendimiento tecnológico. Para Marissa Mayer, paradigma de mujer de éxito por su trabajo en Google, el problema del número bajo de las mujeres programadoras y mujeres emprendedoras de internet es un problema de cómo vemos la tecnología y cómo nos la hacen ver desde pequeñas.

“Es evidente que el estereotipo de persona que se dedica a la informática es varón, igual que el estereotipo de piloto de aviación o de policía o de futbolista, etc. Lo que me pregunto es si la acción más favorable para cambiar los estereotipos es visibilizar o es normalizar”, nos dice Margarita Padilla, ingeniera informática, ex directora de la revista Mundo Linux y autora de El kit de la lucha en internet (Traficantes de sueños, 2012) “Este tipo de visibilizaciones en mi opinión son más bien contraproducentes que beneficiosos, aunque eso parezca una paradoja. Cada vez que se visibiliza la presencia de mujeres como algo excepcional, se está confirmando la norma de que eso es una excepción”.

Padilla, que lleva media vida dedicada al hacktivismo, junto a otros hackers fundó Sindominio.net, se muestra preocupada respecto al ciberfeminismo: “En mi opinión los feminismos, como tantas otras utopías recientes relativas a las tecnologías comunicativas, están en estado de shock ante el avance y el empuje de la web 2.0, que en definitiva son estrategias de negocio que han sabido aliarse, muy a su favor, con los deseos relacionales de las personas. Dicho de otra manera, han perdido la iniciativa”.

Propuestas desde la red

A pesar de los datos expuestos al comienzo, existen propuestas desde la red que han generado comunidades de programadoras o informáticas. Laura Morillo y Nerea Luis forman parte del grupo Agile-Girls. “La iniciativa nació en el AOS2010 (Agile Open Spain) ante nuestra preocupación por nuestro género en la informática. Sabemos que muchos, llegados a este punto, dirán que son cosas normales, que hay profesiones que atraen más a chicos que a chicas y viceversa, etc. Sin embargo, nosotras creemos que esta profesión, especialmente en su parte más técnica, no debería verse afectada por cuestiones de género”, explica Morillo.

La idea de las Agile Girls, -adoptado el nombre por las metodologías ágiles- era crear un espacio de mujeres pero no excluyente con los hombres, emulando la experiencia que ya existía con las Rails Girls. “Ellas empezaron en Finlandia y se ha extendido por todo el mundo. Hacen un taller de programación todo un fin de semana para gente que está aprendiendo. No tienen porqué ser informáticas de carrera y eso es lo que queremos también nosotras, que se acerquen mujeres incluso si no saben”, añade Amaia Castro, ingeniera informática y, al igual que Laura Morillo, desarrolladora de Ruby on Rails. Según sus integrantes, la intención de crear este tipo de grupos es hacer ver que son más de lo que se piensa en un un primer momento, que “no son unicornios”.

Existen otras iniciativas que arrancaron en un lugar concreto y se extendieron por todo el globo. Como las Pyladies, un grupo de mujeres desarrolladoras que utilizan el lenguaje de programación Python de código abierto o el proyecto Debian Women. Desde 2004 instan a más mujeres a usar software libre -en concreto Debian- e investigan casos de sexismo dentro de Debian. El proyecto LelaCoders investiga la presencia de mujeres en el desarrollo de la informática así como el software libre y destaca precisamente los grupos que ya existen como Systers o LinuxChix.

“Al final el objetivo es conseguir que más mujeres se sientan atraídas por los temas que tratamos”, concluye Laura Morillo. “Que dejen de pensar que son ‘cosas de tíos’ o ‘de frikis’ y que no les dé miedo acudir a un evento pensando que se van a encontrar solas. Somos más de lo que parece”.

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