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Roca-Ferrer traza una vida de Madame de Staël como “baronesa de la libertad”

Roca-Ferrer traza una vida de Madame de Staël como "baronesa de la libertad"

EFE

Sevilla —

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El notario, filólogo, traductor de japonés y chino clásicos Xavier Roca-Ferrer ha publicado la biografía “Madame de Staël” (Berenice), en la que califica a la aristócrata que fue enemiga de Napoleón como “la baronesa de la libertad”.

Roca-Ferrer ha dicho a Efe que Madame de Staël (París, 1766-1817) sigue siendo una mujer actual en “su confianza en sí misma y en que no le importaba decir lo que pensaba; jamás pretendió ser 'correcta' en ningún sentido”, mientras que ha comparado su feminismo con el de otra escritora de su época, George Sand.

Si el feminismo no la reclama como una adelantada de su causa es, según su biógrafo, porque fue “demasiado realista para reclamar derechos políticos para las mujeres -en los Estados Unidos el sufragio universal no llegó hasta 1920-”, pero, al igual que Sand, reclamó que “se reconocieran los méritos de la mujer más allá de su papel de esposa y madre”.

“Creía en una inteligencia femenina tan potente como la masculina y dotada de una sensibilidad superior; exigió que la mujer fuese educada igual que los hombres y que la relación marido-mujer se desarrollara en un plano de igualdad; detestaba las convenciones”, ha añadido.

De su influencia en España ha dicho: “Sus dos grandes novelas 'Delphine' y 'Corinne' se publicaron en España antes de 1828; Fernán Caballero la admiraba tanto que firmó algunos escritos como 'Corina'; por lo demás, todo lo francés estaba aquí muy mal visto como consecuencia de la doble invasión, la de Napoleón y la del duque de Angulema”.

“Y además era protestante -añade-; pero mientras ella hablaba de Kant y de Fichte, aquí estábamos por Jaime Balmes... El abate Marchena la conoció en Francia e intentó sacarle dinero, a lo que ella se negó”.

Desde el punto de vista cultural y literario, Occidente “le debe muchísimo” a Madame de Staël, quien fue admiraba en Europa y en Washington, según Roca-Ferrer.

“Evidentemente, tarde o temprano, Europa hubiera acabado por conocer e interesarse por el pensamiento y el arte alemán de la época; ella anticipó este feliz momento en por lo menos treinta años”, ha añadido.

Sobre si el XVIII fue tan tolerante como parece leyendo su biografía, Roca-Ferrer ha asegurado que “el siglo XVIII fue en Francia un siglo muy libertino; Luis XV tuvo más de veinte amantes conocidas; las novelas casi porno se leían con fruición; Madame de Staël, educada en el calvinismo, fue promiscua pero dentro de un orden, y siempre buscando 'el amor absoluto', que no llegó a encontrar nunca”.

“También era riquísima y eso hace perdonar muchas cosas; fue una gran seductora, pero nunca una tonta seducida”, ha señalado el biógrafo al calificar su relación con Benjamin Constant de “muy curiosa” porque “parece raro que un cínico y una idealista se entendieran tan bien durante quince años aunque tuvieran sus más y sus menos”.

Sobre si es compatible el catalanismo y el ideal europeo de De Staël, ha contestado: “El ideal europeo de Madame de Staël fue cultural, pero no político más allá del respeto a los ideales de la revolución y, en especial, la libertad -dentro de un orden-”.

En relación con el nacionalismo, Roca-Ferrer cuenta dos anécdotas: “Cuando Napoleón era cabo, escribió al ministro Necker reclamando la independencia para Córcega; luego, cuando se convirtió en emperador, ni se le ocurrió concedérsela; en cuanto a Madame de Staël, que era suiza, quería desde niña ser francesa a toda costa pues odiaba Ginebra -aquella 'caverna de personas decentes'-; pero cuando Napoleón anexionó Ginebra a Francia de un día para otro, se puso furiosa y trató de impedirlo por todos los medios”.

Roca-Ferrer no encuentra nada extraordinario en compatibilizar su tarea profesional como notario con su labor intelectual como traductor y escritor: “Todo es cuestión de voluntad; el día tiene 24 horas; dedique 8 a la profesión, 6 a dormir, 4 a comer y a transportes y le quedan 6 para sus hobbies y vicios, como ver la tele, que es lo que no hago; Mahler compuso toda su música durante su mes anual de vacaciones”.

Por Alfredo Valenzuela

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