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Primero roban y después se pitorrean

Rosa Paz

Andaba la ciudadanía escandalizada por el esperpento protagonizado, sin vergüenza alguna, por el expresidente Jordi Pujol en el Parlament de Catalunya, cuando, sin tiempo para digerir la iracunda bronca que les echó a los diputados catalanes un señor que es, como mínimo, defraudador confeso, saltó a los titulares un nuevo episodio del culebrón de corrupción de Caja Madrid/Bankia: directivos y consejeros de la entidad –hasta 86– se beneficiaron de tarjetas de crédito con las que pagaban gastos personales sin necesidad de justificación y de forma totalmente opaca para la Hacienda pública.

Entre 2003 y 2012, es decir, hasta que Bankia, con un agujero de 20.000 millones, fue nacionalizada, estos altos cargos se gastaron en comidas, en ropa, en viajes, en el súper o sacándolo directamente del cajero más de 15 millones de euros. Pues bien, aún algunos de los afortunados en el reparto de las tarjetas opacas se justifica con un sencillo “nos dijeron que todo era legal”. Así que primero estafan a los ciudadanos –y eso sin entrar en el timo de las preferentes– y después nos toman por tontos.

Vale que para estar en el consejo de administración de algunas cajas de ahorros no hacía falta, por lo visto, saber mucho. Con el escándalo de la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) se descubrió, por ejemplo, que habían puesto en la comisión de control de la entidad a una bailarina de ballet clásico a la que le dijeron “que no hacía falta” que entendiera de finanzas.

Podrían saber mucho, poco o nada de economía y contabilidad los beneficiarios de estos sobresueldos de dinero negro de Caja Madrid, pero lo que no pueden aducir es que desconocían sus obligaciones como ciudadanos, porque todas las personas adultas que residen en países democráticos saben que nadie te regala nada, y menos dinero, y que todo lo que se cobra hay que declararlo al fisco.

Más aún cuando ocupan un puesto determinado por su proximidad o pertenencia a un partido; en el caso de CajaMadrid/Bankia, la mayoría al PP, aunque también había alguno del PSOE e IU y de los sindicatos UGT y CCOO. Así que venir ahora, cuando les han pillado, a decir “nos dijeron que todo era legal” suena a pitorreo, y, la verdad, con casi seis millones de parados, tanto trabajo precario, tantos salarios por los suelos, tanto recorte de prestaciones sociales..., que quienes se aprovecharon del todo gratis no muestren un poco más de pundonor y de sensibilidad aumenta la ya elevada irritación ciudadana.

Claro que unos pocos de los beneficiarios, más astutos o más rápidos, devolvieron el dinero gastado con estas tarjetas opacas cuando se inició la investigación judicial a raíz de que eldiario.es publicara, en diciembre de 2013, los correos de Miguel Blesa, expresidente de la entidad, en uno de los cuales ya se hablaba de las retribuciones de los consejeros, incluidas las tarjetas “black a efectos fiscales”. Rodrigo Rato fue uno de los que reintegró la pasta. Tal vez porque con su currículum –exvicepresidente del Gobierno y exministro de Economía, exdirector gerente del Fondo Monetario Internacional, expresidente de Bankia– tenía difícil ampararse en que alguien le dijo que todo era legal. Aunque nada es imposible. Observen, si no, los titubeos y justificaciones de los dirigentes del PP a los sobresueldos que desveló su extesorero y actual inquilino de la cárcel de Soto del Real, Luis Bárcenas.

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