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La independencia de Catalunya y la de sus medios de comunicación

La Guardia Civil a las puertas de Indugraf.

José Sanclemente

Cuando alguien me dice que los medios de comunicación deberían ser éticos y neutrales, siempre le contesto que la ética es una cualidad moral que solo es aplicable a las personas y que la neutralidad no está en la esencia de la economía de una empresa, aunque ésta sea periodística. 

En estos momentos de tensión política extrema, entre la mayoría parlamentaria catalana y el Gobierno español, parece inevitable que algunas empresas de medios periodísticos busquen posicionarse ante sus lectores a favor o en contra del referéndum. Todo lícito si se hace con un criterio de independencia y bajo los patrones ideológicos que estimen conveniente sus editores. 

Solo veo un problema cuando los medios se decantan por defender las posturas de los gobiernos que los subvencionan, los banqueros de sus consejos de administración que los financian o los anunciantes que les condicionan.

En Catalunya, la imprenta Indugraf -que ya ha sido registrada por la Guardia Civil en dos ocasiones, buscando evidencias de que allí se hayan impreso las papeletas del referéndum- es propiedad de varios editores de prensa, algunos como El Segre y la Mañana de Lleida con subvenciones recientes otorgadas por la Generalitat catalana, o los hasta hace poco propietarios del diario Avui y Punt Diari (ahora Punt Avui), también con un historial de donaciones del erario catalán que puede hacer sospechar que les merece la pena correr el riesgo de jugársela. 

Cuando El Periódico de Catalunya se defiende frente a las acusaciones de “manipulación” por parte del Govern de la Generalitat y de los mossos, por la publicación del supuesto aviso de la CIA, y su director afirma que la obligación del periodismo es “arrojar luz sobre la verdad y fiscalizar al poder”, también debería añadir, en favor de su credibilidad ante los lectores, que no debería recibir dinero del Gobierno catalán el medio que dirige. Todo ello sin perjuicio de que debería haber contado desde el principio que lo que publicaba era un documento manipulado.

Y eso que me parece injusta la campaña de desprestigio que se está llevando contra el medio del Grupo Zeta, con gente animando a dejar de comprarlo porque lo consideran alineado con los medios de Madrid que, también endeudados y debilitados, no sabemos si difunden tesis anticatalanistas en sus editoriales por convicción ideológica o por seguidismo de quienes les financian. 

En Catalunya, la televisión catalana (TV3) emite continuamente el spot del referéndum que el Tribunal Constitucional acaba de suspender y va a ilegalizar, a pesar de que las agencias Focus Media y Carat se han negado a distribuirlo. También TV3 está subvencionada por el Govern e indirectamente sus colaboradores, que suelen ser próximos a las tesis del ejecutivo independentista.

Estoy convencido de que la mayoría de catalanes queremos votar porque está claro que será la única manera de avanzar para resolver este conflicto en el que nos hemos metido, nos han metido. Los medios de comunicación es cierto que deberían arrojar luz  a los ciudadanos en lugar de sombras, pero algunos no están  por la labor, la mayoría de ellos tienen la misma credibilidad que muchas de las instituciones del Estado y de la Generalitat, cuando son manejadas por los gobiernos: muy poca.

En medio de este desastre, quienes están pagando el mayor precio son algunos periodistas que sí tienen ética, pero se ven sometidos a la autocensura y son vilipendiados por determinados sectores por sus opiniones, no neutrales, pero sí libres. Que se lo digan a Jordi Évole, por poner solo un ejemplo. 

Esto de la independencia no se sabe cómo acabará, seguramente no muy bien, pero la de algunos medios de comunicación hace tiempo que es una quimera imposible.

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