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Sí que hay quien manda

Suso de Toro

Para comprender la democracia española lo mejor es no dedicarse a hacer filología jurídica sobre la Constitución y las leyes en general, dejarse de tonterías y aceptar la evidencia de que se basó en un pacto entre el rey y los dos grandes partidos estatales. Esta etapa histórica que hemos vivido no es igual que la Restauración borbónica en el tiempo de Alfonso XII aunque nos la recuerda. Pero todas las encuestas indican una crisis del bipartidismo que todavía sostiene esto, ¿será que entró en crisis este sistema político?

Los dos principales partidos pierden apoyos que se van para otro en su mismo campo ideológico, del PP hacia UPyD y del PSOE hacia IU. Lógicamente estarán preocupadísimos y esa preocupación va a estar condicionando las decisiones políticas que tomen; sin embargo, lo niegan, o se lo niegan a sí mismos. Dicen creer que el desapego y rechazo ciudadano es coyuntural, y que en un año o dos y llegada la hora de unas elecciones serias y con la cabeza fría, la gente recapacitará y volverá a casa, como el turrón por Navidad. Puede ser o puede que no. Lo más lógico es pensar que si las grandes crisis económicas desencadenaron casi siempre serias crisis políticas, lo más probable es que lo que estamos viviendo y lo que viviremos en los próximos dos años sea una crisis del sistema de esta segunda Restauración.

Lo curioso del caso es que puede ser que debido a la diversidad nacional que encierra España el único modo posible de que exista un Estado, parlamentario, es con un sistema así. O bien ensayar otro modelo de Estado, cosa difícil.

Aunque no debieran hacer falta las perturbaciones y el enfado que crean el paro y las políticas antisociales para ver que esos dos partidos tienen cada uno su propias crisis interna. El PP carece de liderazgo, Rajoy no se lo puede dar pero mientras gobierne el partido no puede buscar otro líder. Y el PSOE está atravesando una fase de agonía comprensible. Su dilema está entre cambiar algo para que nada cambie o hacer una crisis profunda que primero cambie la cultura política del partido y luego comience a ensayar una política económica y social distinta de la que hicieron estas décadas.

Esto último es casi imposible, puesto que aunque el partido vaya a descender aún escalones de su crisis y perdiendo poder no dejará de ser una máquina de poder que da ocupación en puestos públicos a numerosos cargos políticos. Son un “partido responsable con sentido de Estado”, son profesionales de la política, en suma. Así que dentro de unas semanas, quizá algún mes, la dirección no tendrá más remedio que convocar un congreso del que saldrá algún secretario o secretaria más joven que el actual y alguna invocación a abrirse a la sociedad y a los nuevos movimientos sociales.

Pero no sé si valdrá la pena detenerse a seguir analizando esas cosas, pues es cierto que no hay Gobierno ni oposición pero aunque hubiese no es ahí donde hay que mirar. O a quienes hay que escuchar. Ya nos ha dejado caer desde Bruselas un portavoz del verdadero poder que hay que implantar el “contrato único”. ¿Qué es eso de “contrato único”? A estas alturas no hay que estudiar derecho laboral o político para saber que es más de lo mismo, otra vejación, otra ignominia. A continuación corren a dar todo tipo de explicaciones: sólo era un comentario banal, nada serio, no hay nada decidido, se verá... Pero sabemos que vivimos un tiempo en el que no hay un comentario de un poderoso que sea inocente, todos revelan bien sus intenciones.

No es cierto que a Europa le haga falta un Gobierno europeo, eso parecía hasta hace un par de años, es evidente que ya lo tiene. No está elegido democráticamente, cierto, pero ejerce el poder ejecutivo, y manda además con una gran violencia. Es una violencia de un Estado, el alemán, contra los otros estados integrados y es una violencia social y política contra las clases trabajadoras y parte de las clases medias. Un lobby de poder económico amparado en los estados y en las instituciones europeas y sin haber sido elegido para ello, quita y pone presidentes de Gobierno y remodela brutalmente la sociedad. Tiene una estrategia y un reto claramente, hacer urgentemente a Europa más competitiva frente a Asia y EE.UU. Pero a costa de que Europa deje de ser europea.

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