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Los viajes de la casta 

Javier Gallego

Así que el resultado del escándalo de los viajes de Monago a cuenta del Senado no es que a partir de ahora los senadores y diputados se paguen sus desplazamientos con la caja del partido, no. Tampoco que Monago dimita ni que devuelva lo que gastó en sus vuelos privados. Ni siquiera que los parlamentarios nos cuenten qué viajes son esos que pagan con el dinero de todos. Nada de eso. PSOE y PP han llegado a un acuerdo por el cual harán pública la cantidad que el Parlamento gasta en viajes de diputados pero sin especificar quiénes ni adónde. Y de paso han aprovechado para incluir como gasto del Congreso viajes para actos del partido, un privilegio que antes no estaba escrito. Así que el resultado no es más transparencia y menos gasto, sino una simulación de transparencia y más dinero de todos para gastar. La regeneración de la democracia era esto.

Además nos la quieren colar: nos dicen que ahora habrá más control sobre los viajes pero que serán los grupos parlamentarios los que autoricen a sus diputados. Es como darle a un ladrón la llave de la puerta de casa y pedirle que no te robe (y perdonen la comparación, tanta corrupción hace que no pueda pensar en otra cosa). También sostienen los firmantes que se debe preservar la intimidad de sus señorías. ¡Ni que fueran a irse con sus queridos o queridas! Son empleados públicos, lo que hacen debe saberse. Nos pertenece porque lo pagamos. Pero no lo sabremos en el futuro ni habrá investigación sobre cómo despilfarraban en el pasado. El pacto ha sido también un pacto de silencio. Luego se quejan de que les llamen mafia.

Ante las críticas recibidas, el PSOE ha reaccionado anunciando que hará pública “casi” toda la agenda de sus diputados. No toda, no nos volvamos locos. Después el PP ha dicho lo mismo. Pero no es lo que han firmado. Hemos tenido que ir a regañarles para que rectifiquen. Son como niños. Son como la Casa Real, que también prepara eliminar los descuentos en los viajes y las tarjetas VIP de las infantas después de que la semana pasada pillásemos a Urdangarin cogiendo un avión en una furgoneta especial de Iberia y viajando separado del pasaje. Siempre van por detrás de la sociedad que pide igualdad y transparencia, menos cuando tienen que pedirnos dinero. Viajan por encima de nuestras posibilidades.

Parece mentira que no tengan suficiente con lo que reciben para pagarse solitos sus viajes. El año que viene, año electoral, los partidos se repartirán 156 millones del Estado. Un 86% más que en 2014. Sólo en 2011 el PP ingresó 120 millones, un 25% más que al inicio de la crisis. En un año corriente, Génova recibe 24 millones de euros; Ferraz, 14. Eso sin contar las donaciones ni préstamos bancarios que nunca devuelven ni las cajas B de algunos. Pues ahora no hace falta que se gasten un duro para irse de mítines porque podrán cogerlos del presupuesto del Congreso. Pero sólo los partidos de la Cámara, claro, que correrán con ventaja en las elecciones frente a quienes aún no tienen representación. Y luego se quejan de que les llamen casta.

Mientras la gente se ahoga, ellos se aumentan el presupuesto para los dichosos “actos de partido”. A eso es a lo que llaman hacer política, a pasarse el día dando mítines para los fieles, organizando foros para convencidos, congresos en hoteles de lujo para los amiguetes y homilías para militantes. Llaman política al autobombo que encima les pagamos entre todos. Ponga usted el telediario cualquier fin de semana y verá a los líderes de los dos grandes partidos dándose un baño de masas a nuestra costa. La casta no nos representa, sólo se representa a sí misma en un teatro al que llaman política. La obra es mala y los actores, pésimos.

Javier Gallego es director de Carne Cruda. Escucha el programa cada martes y jueves a las 12:00 en www.carnecruda.eswww.carnecruda.es

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