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Morir en la calle tras un desahucio

Fotografía de Montse.
16 de diciembre de 2025 21:39 h

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Ocurrió hace una semana. Una mujer de 63 años fue encontrada agonizando en la calle, tras haber sido desahuciada hace casi tres meses del edificio en el que vivía en el municipio madrileño de Collado Villalba. No se pudo hacer ya nada por ella: murió en el hospital al que fue trasladada. Tenía nombre, Montse, y se le han incorporado apellidos y hasta imagen. Un lugar de nacimiento, la cercana Segovia, una familia allí que reclamó el cadáver y poco más. Cuesta encontrar todos los datos de una vida que acaba así.

 El Ayuntamiento, regido por Mariola Vargas, del PP, publicita en su web la instalación de 85 cámaras de videovigilancia “para reforzar la seguridad en el municipio, prevenir delitos, mejorar la seguridad vial, proteger a vecinos y comerciantes y optimizar la capacidad de respuesta de la Policía Local”. Pero parece que ninguna vio a Montse en ese periplo que le llevó a la muerte. Las noches en la calle, al pie de la sierra, a 900 m. de altitud, soportan muy bajas temperaturas.

Tampoco envió el ayuntamiento a nadie de los servicios sociales (solo a policía y en gran número), para ejecutar un desahucio “preventivo” exprés, sin orden judicial, y echar a la calle a los nueve vecinos que residían en ese bloque de la calle Trinidad. El edificio está gestionado por el Sareb, el llamado banco malo que se nutrió de inmuebles víctimas precisamente de impagos que absorbió el rescate bancario. Lo describen como “el que gestiona los activos inmobiliarios procedentes del saneamiento del sector financiero”, que no deja de ser una versión bastante curiosa. El Sareb no dio orden alguna de desahucio e incluso negociaba con los inquilinos acuerdos de alquiler; algunos llevaban allí varios años.

La orden municipal se justificó en la insalubridad del edificio, inundado en el garaje por falta de mantenimiento. Y se ejecutó con una violencia de tal calibre -según relatan los afectados y otros testigos- que tapiaron de inmediato los accesos y no les permitieron ni sacar sus enseres. Luego aparecerían -parcialmente- en los contenedores de la calle. Relataron también la odisea para rescatar a sus mascotas. En la liberación de un gato que quedó emparedado dos días participó toda una expedición. Las mascotas tienen especial significado de arraigo en las personas vulnerables. Transcurridos los meses nadie ha ido, por cierto, a erradicar el daño que se arguyó para el desahucio tan precipitado.

Los inquilinos expulsados fueron buscando acomodo donde podían. Varios en otro edificio amenazado de desahucio municipal en las mismas condiciones en la Calle Real. Allí viven ya un centenar de personas. La principal amiga que hizo Montse, vecina de la Calle Trinidad, reside en este lugar, pero no había espacio para otra persona más al parecer. No habla por lo profundamente afectada que se encuentra. Volvió a acercarse, sin embargo, a la reunión de la Asamblea de Vivienda de Villalba, una asociación de activismo político dedicada desde 2019 a denunciar los abusos inmobiliarios y, sobre todo, a explicar a los llamados Okupas que tienen derechos, que no se pierden por no disponer de una casa donde vivir. Guillermo Di Marco, uno de sus portavoces, relata lo difícil que resulta a veces convencerlos y más cuando se lo cuentan unos jóvenes. Aunque resulta que estos jóvenes sí se preocupan por ellos.

Denuncian que Villalba tiene una de las inversiones por persona en Servicios Sociales más bajas de España. Según los datos de Hacienda son 39,27 euros anuales, cantidad diez veces inferior a los 405 euros de media de la Comunidad de Madrid, que también es una de las que menos invierte en los ciudadanos. Y que la alcaldesa, Mariola Vargas, se ha distinguido por “una política de odio al pobre”. Al conocer la muerte de Montse se mostró muy compungida y dijo que tenía que informarse en el hospital de si la fallecida tenía patologías previas: casi tres meses durmiendo en la calle o a salto de mata, malcomiendo seguramente aunque acudía de vez en cuando al Albergue de día Santa Rita de Cáritas, es una patología previa del copón, si se me permite. 

Un país cuya Constitución consagra el derecho a una vivienda digna no puede albergar tragedias como esta. No se debe seguir tolerando que la vivienda sea un objeto de especulación en lugar de un derecho ciudadano. Ni que los alquileres hayan subido un 95% en 10 años. Ni que volvamos a estar en un remedo de la burbuja inmobiliaria de nuestros males, con ventas y precios en un boom como el de entonces: 2007, citan. Una Comunidad cuya presidenta vive en dos pisos plagados de cuartos de baño y adquiridos por su novio cuando ya estaba investigado por delitos fiscales y corrupción en los negocios adolece de un problema estructural de envergadura.

Tirando del hilo encuentras más datos de un retrato incompleto de Montse. Un perfil en Facebook mostrando un notable gusto estético, pocos datos, y un silencio total desde hace dos años. Tenía familia y amigos. No sabemos qué la llevó a la ratonera en la que se convirtió para ella Collado Villalba, qué sueños perseguía o de qué temores huía, pero sí que no mereció morir así, ni vivir así. Es fácil imaginar su calvario durante estos casi tres meses en la calle o durmiendo donde fuera. Los portales de Belén, cuajados de luces y hasta de banderas de España fabricadas con bombillas, no tuvieron el mínimo espacio para alojar a Montse. Ni para cuidar de su alma rota, sin duda. Y algo cruje dentro al saberlo. Y es necesario contarlo.

En el hogar de día de Cáritas, muy afectados también, prefieren no contar nada, que todo se calme, hay demasiado ruido. Y es cierto, vivimos tiempos en los que casos como este son flor de escándalo por un día y la labor ha de ser de fondo y continuada. He decidido, por tanto, no abundar en detalles personales innecesarios. Pero fiel a la idea de que el silencio alimenta la impunidad y esta autoriza a la repetición de los atropellos, recordar que hay muchas más personas vulnerables a las que la cultura oficial orilla. Y cada vez más: la inhumanidad se está extendiendo de forma insoportable. Deberían gritar menos, zancadillear menos, y ocuparse de las personas que para eso están.

 Este viernes hay convocada una manifestación a las 19.00 en la Plaza de los Belgas de Collado Villalba en memoria de Montse.

  

  

   

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