Javier Nicolás Rodríguez es militante del PSOE y de Juventudes Socialistas
Hay políticos que se limitan al mullido despacho y otros que no tienen reparos en bajar a las vías del tren, escuchar a las asociaciones vecinales, comprometerse en medio del justo bullicio e impartir órdenes a las autoridades a tal efecto. Hay quienes deciden continuar con uno de los peores resultados electorales y otros que deciden dimitir habiendo ganado las elecciones. Suele ocurrir que los primeros no entienden a los segundos, que la política también va de eso, de convicciones y de credibilidad. No de aventuras que cambian cada seis meses ni de mensajes de regeneración de quienes se presentan como novedad cuando hasta ayer mismo ratificaron la continuidad del equipo saliente. La Región de Murcia merece un proyecto político serio y comprometido dirigido desde el territorio y no a 400 kilómetros desde la capital pese a las promesas de ubicuidad permanente. Son demasiados años de resignación mientras nuestros servicios públicos se degradan y la gente progresista se pregunta sin respuesta: “¿Dónde está el Partido Socialista?”
La manida y recurrente promesa de la unidad orgánica que se intenta patrimonializar resulta poco creíble por parte de quienes vienen desempeñando responsabilidades importantes desde hace tiempo en el partido. Para lograr unir es importante reconocer primero lo que se ha podido dividir. ¿La unidad de qué o de quién y en torno a qué? Harto difícil resulta coser las diferencias y convertirse en paladín de la unidad cuando se acusa al adversario de estar en política por dinero. Menos aún cuando se aupa a unas agrupaciones mientras otras igual de dignas e importantes son excluidas y canceladas en listas negras. La exclusión de quienes piensan distinto no puede formar parte de la dinámica política, es imperativo integrar la diversidad. De lo contrario, la unanimidad orgánica podría llevar al equívoco seguidismo y alejamiento de las auténticas prioridades de la ciudadanía murciana. Insisto, de nada sirve la unanimidad orgánica si en la calle es rechazada. Valga como anécdota positiva que hace escasos días y, ante la sorpresa de algunos compañeros, el candidato que no tenía responsabilidades entonaba el mea culpa frente a la militancia. Ojalá quien sí las tiene las asuma con la misma ligereza con que las descarga en el resto, si acaso es electo.
Por otra parte, ambas candidaturas han puesto de relieve la necesidad e importancia de que los jóvenes comiencen a asumir responsabilidades en el Partido. Mientras una de ellas ha hecho de la juventud su lema principal prometiendo cargos a diestro y siniestro, la otra ha subrayado la importancia de la preparación de la juventud para una correcta participación en política institucional. Como joven murciano, debo señalar que sacralizar la juventud como activo político no es necesariamente algo positivo, más bien un juicio edadista pues, del mismo modo que hay adultos con ideas frescas y renovadoras, pueden haber jóvenes con ideas viejas y derrotadas. Basta con señalar el ejemplo de la organización juvenil de Vox, Revuelta, que nos lo recuerdan cada día. En este clima de disputa, las Juventudes Socialistas deben dar un paso adelante y no limitarse a ser una mera correa de transmisión, deben plantear con sinceridad y valentía las problemáticas que afectan a los jóvenes.
Por último, confío y deseo en que, una vez superada la cuestión orgánica, se hable del proyecto programático. La Región de Murcia ha inaugurado el año 2025 con el ya crónico problema de la contaminación y el consiguiente perjuicio a la salud de nuestros mayores y jóvenes. La defensa de la vivienda debe ser una cuestión central en la acción política. Las carencias de los colegios y los hospitales continúan siendo una prioridad urgente. La causa feminista, la memoria histórica y LGTBIQ+ no deben ser meros principios declarativos limitados a actividades folclóricas o de cumplimiento de cuotas, sino profundas convicciones. Y frente a los discursos de odio e intolerancia de algún ya ex vicepresidente no cabe la equidistancia. Para encarar tales retos no basta con extraños gobiernos en la sombra que nadie tiene muy claro qué significan, es necesario volver a ser ambicioso. Es hora de volver a abrir el Partido Socialista a la sociedad civil, sin miedos y con convicción, es hora de volver a ganar.
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