La cara oculta de Virginia
La Biblioteca Británica ha tenido una semana ajetreada. En su afán por estar al día, ha hecho expresa su intención de digitalizar cuantos libros sea posible, con el fin de hacer llegar la cultura literaria -en una especie de nueva imprenta- a todo aquel que acceda a Internet (y tenga esa inquietud, claro).
En esa línea, estos días nos hemos enterado de que en la propia Biblioteca Británica han digitalizado seis manuscritos: el cuaderno de notas de Leonardo da Vinci (una de sus joyas); Beowulf, el poema épico más largo escrito en inglés antiguo; el Pequeño libro de amor que el ayundante de cámara de Luis XII escribió a su amante; un evangelio del Códice Áureo escrito totalmente con tinta de oro, un Libro de Horas y un incunable del Beato de Liébana. Ahí es nada.
No vamos a entrar en detalles porque hay que dejarle espacio también a Virginia Woolf. Parece ser que los sobrinos de la autora habían fundado un periódico, The Charleston Bulletin, y Virginia se encargó de los suplementos durante cinco años. La Biblioteca Británica se hizo con los manuscritos en 2003 y ahora informa de que su plan es publicar el próximo junio The Charleston Bulletin Suplements, un libro que compendie las colaboraciones de Virginia Woolf en el periódico familiar. Quieren remarcar, eso sí, el carácter humorístico de los textos, pero no de un humor blanco, sino afilado. No resulta muy sorprendente, porque en el fondo de su escritura ya latía un resuello irónico y jocoso, el lado oculto de la bipolaridad que terminaría por matarla.
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