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La fiscal, tajante en el juicio contra Ana Julia Quezada: “Actuó con claro ánimo de ocasionar la muerte a Gabriel”

Arranca el juicio contra Quezada por el asesinato de Gabriel Cruz tras la entrada del jurado

Europa Press / eldiarioand

La fiscal ha asegurado este lunes ante el tribunal de jurado que enjuicia a Ana Julia Quezada por la muerte violenta de Gabriel Cruz que el niño, de tan solo ocho años, “no tuvo opción alguna de salir con vida de aquella finca” de Rodalquilar, en Níjar (Almería), a la que fue en coche con su presunta asesina. Este lunes, la fiscal, la acusación particular que ejercen los padres del niño y la defensa de la acusada han expuesto su versión de los hechos, que dará la propia Ana Julia Quezada este martes.

“Yo tengo una convicción subjetiva y personal que no sirve de nada pero tengo la convicción jurídica de que Ana Julia Quezada cometió un delito de asesinato y otro de lesiones sobre los padres del menor”, ha trasladado no sin advertir a los integrantes del jurado que van a oir un “audio que les va a impactar por las expresiones usadas por la acusada” cuando trasladaba el cuerpo sin vida de Gabriel en maletero del coche en el que fue detenida.

La fiscal Elena Fernández ha subrayado el “destrozo moral” y “la total desolación” que sembró Ana Julia Quezada en los once días en los que se prolongó la búsqueda del pequeño y ha tildado de “incuestionable” que “le causó la muerte” de forma independiente a las circunstancias que hacen que sea un asesinato o un homicidio.

“Actuó con claro ánimo de ocasionar la muerte a Gabriel, de modo deliberado y consciente, a sangre fría, con desprecio de la vida del menor, de forma impredecible y que anuló por completo la capacidad de reacción de Gabriel, quien no podía esperar de ninguna manera que el ataque fuera a proceder de la pareja de su padre, una persona que le generaba confianza por formar parte de su entorno”, ha afirmado.

En esta línea, ha remarcado que Ana Julia Quezada “aprovechó la situación de desamparo, de ese desequilibrio de fuerzas” que le daba una “mayor facilidad” para cometer el delito y “asegurar el resultado de la muerte” aquel 27 de febrero de 2018.

Sobre su comportamiento en los días posteriores a la desaparición y a la postre muerte del niño, la fiscal ha reprochado la “sobreactuación en los medios” en los que mostró un “estado de aflicción compungida y falsario” en manifestaciones, “alentando los ánimos de los padres”.

“Pensamos que el impacto emocional de ese comportamiento en el estado de conmoción emocional, de angustia e incertidumbre de Ángel Cruz y Patricia Ramírez, permite acusarla de dos delitos de lesiones psíquicas por su absoluto desprecio a su estado”.

La fiscal ha demandado a los miembros del jurado popular que, frente a la tesis de la defensa de Ana Julia Quezada que sostiene que su criterio está “contaminado por influencia previa” derivada de la difusión mediática del caso, se “abstraigan” y demuestren que “eso no es así y que van a ejercer con responsabilidad su función”.

Ante los siete mujeres y dos hombres que deben dirimir la culpabilidad o no culpabilidad de la única procesada por la muerte violenta de Gabriel Cruz, les ha solicitado que abandonen “cualquier idea preestablecida” sobre los hechos y se centren en las pruebas que se van a practicar a lo largo de las ocho sesiones de la vista.

“El juicio oral contra la acusada se va a celebrar realmente aquí”, ha remarcado con énfasis la fiscal Elena Fernández bajo la atenta mirada de Ana Julia Quezada, quien se ha derrumbado con las manos en la cara y ha roto a llorar a la entrada de los miembros del jurado popular en la sala.

El resto del tiempo se ha mantenido sentada al lado de sus abogados, con los grilletes retirados de las muñecas después de que contestara afirmativamente a la pregunta de la magistrada sobre si iba a permanecer “en calma” en sala.

Un “móvil económico”

La acusación particular que ejercen Ángel Cruz y Patricia Ramírez ha afirmado por su parte que Ana Julia Quezada mató a Gabriel Cruz “porque le estorbaba” y ha apuntado también un “móvil económico” ya que sabía que la abuela paterna del menor “tenía dinero”.

“El móvil es doble; por una parte, económico y, por otro, le incomodaba la relación de Gabriel con su padre, lo que le llevó a un total desprecio por la vida de un niño de ocho años y es absolutamente incomprensible”, ha trasladado.

El letrado Francisco Torres, cuya intervención ha seguido atentamente la acusada entre lágrimas y expresiones de sorpresa y disgusto, ha discrepado de la opinión de la fiscal, quien ha sostenido que el “móvil” es “aparentemente irrelevante”, porque, según ha subrayado, “no cabe tanta maldad, ni hacer tanto daño a un niño”.

Ha defendido, también frente al Ministerio Público, que Ana Julia Quezada actuó no solo con alevosía y premeditación al forzar los hechos un “día en el que el padre estaba ausente” sino que también se “ensañó” con el menor “aumentando inhumanamente el dolor para hacerle sufrir”.

“Lo apaleas, lo ves balbuceando con vómito y, ahí, lo asfixias”, ha asegurado con dureza para añadir que si “su pretensión era asfixiarlo, no le da la somanta de palos que le dio durante una hora”.

Torres ha considerado “inaceptable” la tesis sostenida por la defensa de que fue una muerte “accidental” ya que Gabriel “estuvo cerca de una hora con posibilidad de salvarse de haber habido una simple llamada” y ha expresado ante los miembros del jurado popular que su sensación es que “lo quiso descuartizar” ya que “se negó a contestar al juez por qué lo desnudó para enterrarlo después”.

“Se les fue de las manos después de que al tercer o cuarto día de búsqueda hubiese hasta 3.000 personas buscándolo y se le acumulaba la presión ya que desde el minuto uno todas las sospechas estaban sobre ella. Se preguntaba dónde lo meto, algún día van a venir y lo van a encontrar”, ha dicho para cuestionar el arrepentimiento que aduce la defensa de Ana Julia Quezada e interpelar sobre qué “arrepentimiento” cabe si dijo: “os voy a dar yo 'pescaito' por mis cojones”.

El abogado de Patricia Ramírez y Ángel Cruz ha entrado al detalle para ilustrar la “frialdad y crueldad” de la procesada y ha preguntado al jurado si “podían imaginarse ponerse a pintar una puerta o a poner una lavadora después de matar y enterrar a alguien”.

“Lo golpea hasta que lo mata y después se pone a fumar porque lo ha dicho y después a cavar el hoyo”, ha afeado al tiempo que ha destacado “la falta de escrúpulos brutal” con la que “dormía a diario con el padre del niño que había matado o animaba a diario a todo el mundo”.

Al hilo de esto, ha tildado de “innecesario” el gesto de poner una camiseta del niño “a unos cuatro kilómetros de donde lo había sepultado para focalizar la búsqueda” o el afirmar en público que “iba a aparecer y que le iba a dar una coca-cola cuando sabía que lo había matado”. “Llevo miles de juicio y jamás he visto tantas escenas de maldad con las que ustedes van a ver”, ha concluido.

Turno para la defensa

Por otra parte, la defensa de Ana Julia Quezada ha indicado que “no quería matarle sino acallarle” y ha sostenido que, si estaba “todo planeado”, como afirman las acusaciones, “fue una chapuza enorme”. “Entendemos que no fue un plan preconcebido, ya que, si bien su conducta no fue la más afortunada, sí es pero muy común, ya que el ser humano cuando hace el mal por desgracia y por naturaleza tiende a ocultarlo”, ha dicho para añadir que, si bien es “innegable que ha habido una muerte, habrá que determinar si tenía intención de matarle o de callarle”.

El abogado Esteban Hernández ha rechazado, asimismo, que la procesada tuviera “intención” de ocasionar “lesiones psíquicas” a los padres del niño, Ángel Cruz y Patricia Ramírez, y ha dicho que durante los once días en el que se prolongó la búsqueda “intentaba que no se descubriera lo que había hecho, pero inconscientemente quería descargarse del peso que llevaba encima”.

Con respecto al delito de asesinato por el que su patrocinada se enfrenta a la pena de prisión permanente revisable, ha insistido también en la “intención” para mantener la tesis del homicidio que pasa porque “el niño la empezó a insultar y le puso la mano en la cara hasta que se dio cuenta de que no respiraba y estaba muerto”.

“Si estaba todo planeado cómo lo matas en una vivienda propiedad del padre, te quedas allí con todo el revuelo mediático y lo haces todo con un móvil que poco sentido tiene”, ha afirmado para remarcar que, donde la acusación particular “habla de somanta de palos, el fiscal no dice nada de eso y habla de que le tapa la boca y le sofoca”.

Hernández también ha apelado a la “cordura y ecuanimidad” del jurado y ha trasladado la necesidad de que se haga “justicia, que no es venganza”. “Es un trabajo triste y queremos poner cordura para que ustedes valoren la prueba desde la objetividad y la imparcialidad”, ha concluido.

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