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El alquiler de la Transición
La Transición fue un alquiler. Lo hizo la élite económica y social de este país a las clases medias. Eran tiempos complicados para mantener el piso. Una casa grande, con problemas económicos, peleas familiares y con un pasado difícil de disimular. Y los más listos de la familia, que para eso habían podido viajar y salido al extranjero, tuvieron una visión: alquilemos habitaciones, la casa de invitados..... Dejemos a otros entrar en la finca, démosles una copia de la llave: pero la propiedad es nuestra.
Dicho y hecho. Una clase ávida de superar blancos y negros de su pasado se paseó por la finca. Vivió en ella pero no leyó la letra pequeña. El casero y su descendencia mantuvieron sus apellidos en las grandes empresas, en los cuadros legales o sanitarios, en la justicia. Un grupo de no más de doscientos apellidos seguían, y siguen, teniendo las llaves de acceso a los grandes grupos de la élite nacional. En la función pública y en la empresa privada. Algunos creyeron ser ricos, ser como ellos. Pero, repuesta la economía familiar, alejadas las peleas familiares, el casero empezó a advertir un peligro: que el inquilino, con el Estado de su parte, estaba siendo capaz de mejorar la educación de sus hijos, la sanidad de la mayoría y repartiendo justicia con igualdad y así equilibrar la posición de salida de cada ciudadano, porque no es lo mismo salir desde el barrio de Salamanca que desde San Blas.
Y visto el peligro de agrietarse el guión de los apellidos y arrancar el letrero de reservado el derecho de admisión a la entrada de las élites, concluyó con tres determinaciones:
1.- Sólo la política protege al débil. Deteriórese.
2.- El Estado es el gran garante del buscador de justicia social. A desprestigiarlo como gastador.
3.- El estado de bienestar es una escalera de igualdad y acceso social inaceptable.
Y en eso estamos, desahuciados del estado. Como casa nos han dicho que es una ruina: pero ellos siguen dentro. Ni la venden ni la alquilan. A los instrumentos de defensa los miramos desconfiados, con razón en muchos casos, pero son los que tenemos; y al objetivo estado de bienestar, con una sonrisa cínica desde la piscina hacia quienes están tras la verja, se nos dice que no es mantenible. Ya. Lo no mantenible para los dueños de las llaves es la escalera de acceso que es el estado de bienestar.
Queda iniciar el derecho de tanteo y retracto ya de los instrumentos públicos. Y culminar la transición con un acuerdo amistoso pero en el que esta vez la propiedad entre en el contrato.
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