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Desdeelsur es un espacio de expresión de opinión sobre y desde Andalucía. Un depósito de ideas para compartir y de reflexiones en las que participar

Atlas de humor autonómico

La actriz caracterizada como la Virgen del Rocío, en un momento del programa.

Carmen Camacho

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Mapa 1. Alcaudete (Jaén), Martes Santo. Mientras contemplamos la procesión, mi primo me cuenta que viene de una calçotada que han hecho en la casa de un amigo. Una calçotada, sí, en mi pueblo. Es el mismo pueblo al que vino Manuel Jabois en vísperas del 1-O y nos puso poco menos que por paletos –“aquello tenía muchos rasgos del Celtiberia Show”, dijo- porque cada año, en la feria, se despliega la senyera junto a la arbonaida para recibir con los brazos abiertos de par en par a las hijas y a los hijos de los obreros que emigraron en los años 60 y 70.

Menos mal que, por lo menos, el propio periodista reconoció al poco en la SER que donde había querido ver andaluces acomplejados lo que encontró fue convivencia verdadera, de corazón a corazón. La presbicia está en el ojo de quien ve las cosas desenfocadillas, no en quienes transitan con nitidez, juntos y sin conflicto, entre marcas identitarias. Soy de un pueblo andaluz hasta la médula, donde viven Jordis y Montses, nativas de una patria movediza, que sienten como propia Andalucía pero también, por supuesto, Cataluña. Soy del pueblo andaluz donde nacieron y vivieron el padre y los abuelos de Gabriel Rufián, y los padres y los abuelos de otros políticos catalanes, independentistas y no. Soy de un pueblo andaluz donde aprendí, por boca de mis primas, las poquitas palabras en catalán que me sé.

“No sé qué gusto le encuentran estos catalufos a comer cebolletas”, me dice mi primo guiñándome un ojo. “Lo que pasa es que aquí hacéis la salvitxada igual de mal que mecéis al Cristo”, deja caer el de la calçotada, que nos está escuchando. “Quillo, catalán, ¿tú no serás de la cofradía rival?2, le replico. Nos reímos los tres a nuestras anchas.

Mapa 2. Sevilla, vísperas de Semana Santa. Atiendo al cartel del Solemne Triduo Heterodoxo –flipante, obra de Lazarus, representa a un verdadero SuperStar: mitad David Bowie mitad Jesús Despojado-. Algunos puntos del programa: La carrera oficial, ¿pay per view cofrade? o Elogio y pompa del histerismo. Nadie, que yo sepa, se ofende. Por Instagram, me pongo morada de ver los trabajos de Penko, carpintero digital –sublime imaginero, diría yo- que diseña nazarenos de la Marvel y nazarenas con faldas a lo Marilyn, a Dark Wader de diputado de tramo, a una Macarena inigualable. Mi cuñado, metacofrade, se vuelve loco mostrándome las cosas de La soga de Judas. Tonterías de capirote. María Cañas se marca una muestra de videoguerrillas y videomaquias que proclaman que “otra Semana Santa es posible: risastente, iconoclasta y heterodoxa. Otras Fiestas de Primavera indomables acontecen en la calle, en la periferia, en el subsuelo…. que se reinventan y fluyen”. “¡A muerte con Dios!”, proyectan Los voluble. Los Volante de la Puebla causan furor con sus costales electrónicos. Vuelven a sonar los Califato, con su Crîtto de lâ Nabahâ. Se publican kilos de artículos y reportajes sobre la resignificación de los símbolos identitarios y la disidencia. Nadie desde las instituciones, los partidos o la Iglesia se rasga las vestiduras ni invitan a los demás a que se las rasguen. Solo se escucha de vez en cuando a algún que otro grupúsculo ultramontano embozado en su anonimato. El “¿a que no os atrevéis a hacer esto con el islam y con Alá?” es el nuevo “si tanto os gustan los inmigrantes, metedlos en vuestra casa”: carece de fuerza.

El humor que se pesa y mide a todas horas, deja de serlo. Hace este mundo más grave y chungo

Mapa 3. TV3, programa Està passant. Una actriz sale vestida de la Virgen del Rocío (el papel le sale regulinchi), con un muñeco en las manos, y los presentadores hacen chistes acerca de que ella no sale en Semana Santa o sobre su vida sexual. De todo esto me entero por tuits nada menos que de Teresa Rodríguez y de Juanma Moreno, y por las declaraciones del Obispo de Huelva, que ven en esto andalufobia y una inmensa falta de respeto, y que le han dado una gravedad y un peso desorbitado. Gasolina al fuego: una nueva oleada de reacciones sobre los límites del humor y la tirantez entre catalanes y andaluces está servida, pues no hay piedra más ampulosa que la de los elementos identitarios (cerveza, bandera, traje regional, santa patrona, postre típico…, da igual) para tirarnos a la cabeza.

Inmediatamente, recordé la genial obra Estrella sublime, de la compañía Bastarda Española, que estuvo años en cartel, sobre las gracias y desgracias personales y sexuales (lésbicas, para más datos) de una Dolorosa. Salvo en Écija, que fue cancelada por “presiones cofradieras”, ningún político se sulfuró ni nos invitó a sulfurarnos de esta manera. Nadie partió los cristales del teatro donde la virgen fumaba y confesaba que su compañera Rocío, en las procesiones, tragaba tierra. Esto nos lleva a concluir que, para quienes tanto se han ofendido y propagado su indignación, lo sagrado aquí no es la Virgen del Rocío, es lo identitario. ¿La misma parodia merece censura o aclamación según el lugar de procedencia del humorista? A mi entender, a quienes promueven que nos sintamos ofendidos por esta parodia se les ha ido mucho la mano. Defender lo identitario no puede pasar por proscribir el humor, menos en Andalucía, que tanto presume de guasa, incluso de su famosa gaditanísima (y pesada) carga. El humor que se pesa y mide a todas horas, deja de serlo. Hace este mundo más grave y chungo.

Elevar a categoría universal la gracia que a mí o a usted nos puede hacer algo no es ninguna buena idea. Menos aún es pedir que la gente no se ría "para favorecer la paz entre nosotros"

“Gracias a los ofendiditos, porque ellos nos darán el material audiovisual de los próximos shows sin tener que ver la televisión”, tuiteaban, con razón, Los voluble. El sketch constituye en sí mismo una pieza televisiva friqui nivel Dios. Arguyen, quienes se echan las manos a la cabeza, que esta sátira no tiene gracia. Es lo que tiene el humor, que hay quien se troncha con Los Morancos, con Eugenio o con los cuartetos del carnaval de Cádiz, y peña a la que le sale barrillos cuando los ve. También hay quien se troncha con lo que, se supone, no debe reírse: a mayor represión, más risa, sí que, a este paso, nos vamos a acabar muriendo de risa con todo… Elevar a categoría universal la gracia que a mí o a usted nos puede hacer algo no es ninguna buena idea. Menos aún es pedir que la gente no se ría “para favorecer la paz entre nosotros” (ha dicho el Obispo de Huelva), que –recuerdo- jamás ha dejado de existir. Al mapa 1 –el de la convivencia, el corazón abierto y la guasa mutua- me remito.

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