Desdeelsur es un espacio de expresión de opinión sobre y desde Andalucía. Un depósito de ideas para compartir y de reflexiones en las que participar
Cero en violencia de género
Cero. Es el número de casos de violencia de género que tendremos en España a partir del nuevo registro que va a poner en marcha el Ministerio de Sanidad Política Social e Igualdad, y su indicador “Mujeres hospitalizadas más de 24 horas”.
Ahorraremos en papel, en gráficos, en ruedas de prensa, en bases de datos… Ya no habrá que preocuparse del presupuesto ni se producirán recortes en violencia de género, sólo habrá que echar mano de los datos, y al comprobar que no existe violencia contra las mujeres concluir que no hacen falta recursos, ni servicios de atención, ni juzgados especializados, ni teléfonos de información… ni nada. El Gobierno del PP, y su Ministra Ana Mato a la cabeza, habrán acabado de un plumazo de gaviota con la violencia de género.
Si no fuera por lo triste que es el anuncio, daría risa.
Sólo caben dos posibilidades, o que el desconocimiento de las personas responsables sea tan grande que no tengan consciencia de lo que han propuesto, o que la ofuscación por erradicar la igualdad de la agenda política sea tan enorme que actúen con pleno conocimiento para desarrollar una estrategia que invisibilice esta violencia, y así no tener que cuestionar la ideología de la desigualdad ni que las mujeres sean algo más que “esposas, madres y amas de casa” al servicio de los suyos.
Un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS) dirigido por Campbell y publicado en The Lancet (2002; 359: 1331-36), una de las revistas más prestigiosas de medicina, ha recogido que las alteraciones más frecuentes en violencia de género son los dolores crónicos (cefaleas, de espalda, de extremidades…), problemas neurológicos centrales (mareos, pérdida de conciencia, crisis de agitación…), alteraciones gastrointestinales, hipertensión arterial, resfriados e infecciones de repetición como consecuencia de los problemas aparecidos en el sistema inmunitario por el estrés crónico… También recoge toda una serie de lesiones en el aparato génito-urinario (sangrado y fibrosis vaginal, dispareunia, dolor pélvico crónico, infecciones urinarias…) debido a que en el 40-45% de los casos se producen además agresiones sexuales. Ninguna de estas alteraciones obligan a la hospitalización de las mujeres que las sufren.
En otro estudio de 2008 realizado también por la OMS, este coordinado por Ellsberg y publicado en la misma revista (The Lancet, 2008; 371: 1165-72), literalmente se concluye que “las lesiones no son el problema más grave”, y que “las lesiones más frecuentes son leves (erosiones, excoriaciones, cortes superficiales, bocados…)”, aunque, sigue recogiendo el trabajo, “la salud de las mujeres víctimas de esta violencia es pobre o muy pobre” debido a la exposición crónica y a las múltiples agresiones llevadas a cabo por el hombre con el que comparten la relación de pareja. El estudio finaliza afirmando que los efectos permanecen en el tiempo, y que la salud de las mujeres víctimas se ve afectada por una cultura que minimiza las consecuencias al no relacionarlas con una situación de violencia.
La realidad es objetiva en el día a día y el conocimiento científico también es claro, por eso sorprende el desconocimiento tan manifiesto o la mala intención del Gobierno, y esa imagen que tiene de la violencia de género, más cercana a la que aparece en los telefilms de verano mientras se espera la conexión con el Tour de Francia que a la realidad.
La violencia de género busca el control y el sometimiento de las mujeres, y para ello no es necesario recurrir a un grado intenso de fuerza. La violencia psicológica que ejerce todo maltratador, la culpabilización y el aislamiento de la víctima, las amenazas, las humillaciones, los insultos… también los golpes aislados, esos bofetones y puñetazos, los agarrones y zarandeos, esas patadas lanzadas contra el cuerpo de las mujeres… son suficientes en la mayoría de los casos para conseguir someterlas y dominarlas. Y todos estos ataques repetidos dentro de una situación de violencia mantenida son los que dan lugar al cuadro lesional y al deterioro de la salud que recoge la OMS, sin que en ningún caso requieran la hospitalización de las mujeres, y menos por un periodo superior a 24 horas.
La dimensión de la violencia de género, una violencia estructural que ha sido ocultada históricamente y amparada por las normas de convivencia actuales, hasta el punto de llegar a ser considerada como “normal”, hay que conocerla a través de diferentes fuentes. Unas deben ir orientadas a medir los casos detectados en las distintas instituciones y administraciones (justicia, policías, sanidad, servicios sociales…), y otras, a conocer su verdadera dimensión social a través de estudios sociológicos, como la Macroencuesta (2011) que se realizó desde el Ministerio de Igualdad con el CIS. Este estudio demostró que en España son casi 600.000 las mujeres que sufren la violencia de género, y que casi el 80% no denuncia ni acude a un hospital diciendo que ha sido agredida por su marido.
Pero el Gobierno no ceja en transformar la realidad. El último informe de la OMS, publicado en junio de este año (“Global and regional estimates of violence against women: Prevalence and health effects of intimate partner violencia and no-partner sexual violence”), recoge que la prevalencia de la violencia contra las mujeres es del 30% en nuestra zona. Pero eso ha sido hasta junio. Ahora, con los nuevos datos del Gobierno pasará a ser de cero tan sólo con un registro.
Además de esta barbaridad política y técnica hay otra consecuencia inmediata, por cierto muy posmachista y ya utilizada en alguna ocasión. Veamos el razonamiento: si todo lo que no sea “mujer hospitalizada más de 24 horas” no es violencia, entonces las denuncias que hagan las mujeres que sufran agresiones físicas, psicológicas y sexuales que no conlleven ese ingreso clínico serán denuncias falsas. Con lo cual se cierra el ciclo, y además de demostrar que la violencia de género no existe y que ha sido “un invento interesado del feminismo para lucrarse”, se dejará constancia de la maldad y perversidad de las mujeres que denuncian a sus parejas “para quedarse con la casa, los hijos y la paga”.
Si tuviera que puntuar de 0 a 10 esta decisión del Gobierno, lo tendría muy claro: Cero.