Andalucía Opinión y blogs

Sobre este blog

Nuestra democracia: el mayor logro del franquismo

0

Seguro que muchos lectores recuerdan aquella respuesta de Margaret Thatcher cuando le preguntaron por su mayor logro: “Tony Blair y el Nuevo Laboralismo”. A cincuenta años de la muerte del dictador y el inicio de la Transición, algo parecido, salvando todas las distancias, podríamos decir sobre el franquismo.

La pervivencia en el ámbito institucional, y en otros estructurales, del franquismo se ha vuelto a evidenciar con la sentencia del Tribunal Supremo contra el fiscal general del Estado. Más allá de todos los detalles del juicio, analizados ya en este mismo medio con todo el rigor exigible, queda claro que nuestra democracia hace aguas a espuertas por la magistratura. Desde la okupación del CGPJ por el PP y las intenciones explícitas de manejar el Supremo “desde atrás”, a nadie se le escapa que se trata de órganos integrados por profesionales sin escrúpulos, puestos por el bipartidismo para luego cobrarse el favor, igual que en el régimen franquista.

¿No se parecen demasiado el Supremo y la Audiencia Nacional al antiguo Tribunal de Orden Público? ¿No se parece demasiado esa “policía patriótica” que se montó en la cloacas durante el gobierno de Rajoy a la antigua Brigada Político-Social? ¿No se parece demasiado, por no salir de la policía, la extendida práctica de la tortura, ante la que hacía la vista gorda Grande-Marlaska en su etapa de juez, a la de las oscuras prisiones y calabozos de la dictadura? ¿No se parecen, de hecho, los excesos policiales bajo el paraguas de la Ley Mordaza, que el gobierno de Pedro Sánchez tenía tantas ganas de derogar, a los que nos cuentan nuestros padres? ¿No se parece demasiado la inacción del gobierno contra la continua corrupción policial a la permisividad de antaño? ¿No se parece demasiado la ley de inmatriculaciones para que la Iglesia se apropie de inmuebles públicos a las prebendas del franquismo? ¿No se parece demasiado la casilla en la Declaración de la Renta a favor de esa misma Iglesia al continuo desvío de fondos con el que le beneficiaba el nacionalcatolicismo? ¿No se parece demasiado el delito de ofensa contra los sentimientos religiosos al antiguo delito de blasfemia? ¿No se parece demasiado la renuencia del PSOE a convocar un referéndum sobre la forma de la jefatura del Estado a conservar la herencia que Franco impuso en con el modelo de monarquía? Es más, ¿no se parece demasiado la represión brutal contra el referéndum del Procés a aquella España Una, Grande y Libre, sobre todo en lo de Una? ¿No se parece demasiado nuestra actual ley hipotecaria a la del franquismo, con esos desahucios legales y además condenando a seguir con el pago de la casa que te arrebatan? ¿Y los indultos del PSOE a los banqueros que hacen caja con esa ley no se parecen a demasiado a una imagen del NODO? ¿Y esos CIE en los que se encierra a personas de otros países no recuerdan demasiado a las mazmorras de la Ley de vagos y maleantes? ¿Y la corrupción, no se parece demasiado, etc? No hace falta que sigamos.

Con el cincuenta aniversario de la muerte de Franco han proliferado los reportajes sobre lo que fue la dictadura, uno de los regímenes más brutales en todos los sentidos que haya vivido Europa. Recordar para no repetir, se dice, y yo no lo negaré, pero sí que ese recordar corre el riesgo de confundirse con la autocomplacencia.

Hasta hace una semana el PSOE se revolvía cuando oía que la democracia española distaba mucho de ser perfecta o que el lawfare era una realidad incuestionable. Sencillamente, su partido, como fundador del tinglado, siempre salía inmune, hasta la ofensiva ordenada por Aznar con su “el que pueda hacer, que haga”. Con el cincuenta aniversario de la muerte de Franco han proliferado los reportajes sobre lo que fue la dictadura, uno de los regímenes más brutales en todos los sentidos que haya vivido Europa.

Recordar para no repetir, se dice, y yo no lo negaré, pero sí que ese recordar corre el riesgo de confundirse con la autocomplacencia. ¡Claro que nuestra democracia es mejor que cualquier forma de dictadura! Sin embargo, no basta con recordarlo. O los poderes públicos toman conciencia explícita de los defectos de nuestra democracia o claro que volveremos a repetir.

¿No se trata de memoria? Pues señalemos todo aquello que en nuestra actual democracia nos recuerda a la antigua dictadura para que sin más demora se elimine de cuajo.