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VENTANA RURAL
España ante la presidencia del Consejo de la Unión Europea: especial mención a la agricultura
España ha asumido el pasado día 1 de julio la presidencia del Consejo de la Unión Europea (UE) hasta el 31 de diciembre. En estos momentos el estancamiento político de nuestro país ha provocado advertencias de las empresas sobre las consecuencias de un “vacío de poder” en Madrid y augura dificultades para cumplir con parte de la agenda de la UE. Aunque el intento fallido del partido de extrema derecha Vox, contrario a la UE, de llegar al poder fue recibido con alegría en Bruselas, ni la derecha ni la izquierda tienen ahora un camino despejado para formar Gobierno.
Mientras España ocupa la presidencia semestral rotatoria del Consejo de la UE, la falta de liderazgo genera incertidumbre. A los líderes empresariales, por su parte, interesados en la estabilidad política y en las rebajas fiscales, les preocupa que el estancamiento postelectoral obstaculice los esfuerzos por reducir la deuda pública española.
Ahora se preparan negociaciones impredecibles sobre posibles pactos parlamentarios. No podemos permitirnos perder mucho tiempo en una situación en la que se percibe que la economía se puede ver ralentizada.
Sin embargo, el FMI ha aumentado su previsión de crecimiento del PIB español para este año del 1,5% al 2,5%. El presidente del Gobierno en funciones Pedro Sánchez, prevé que España crezca casi tres veces más rápido que la media de la eurozona del 0,9%.
Sánchez parece tener más posibilidades de alcanzar la mayoría absoluta necesaria para formar gobierno. Si no se consigue reunir votos suficientes para formar gobierno viable, Madrid tendrá que convocar unas nuevas elecciones en diciembre o enero.
Es significativo apostar por una seguridad alimentaria, que la población pueda adquirir los bienes alimentarios a precios accesibles, pero, sobre todo, a que ello se logre fundamentalmente con una soberanía alimentaria
España ha asumido la presidencia de la Unión Europea (UE) que ostenta en este semestre el Gobierno español, con un equilibrio entre dos posiciones en muchos casos enfrentadas. Por un lado, las exigencias de la Política Verde, buenas prácticas medioambientales y la Estrategia “De la Granja a la Mesa”. Por la otra parte, la necesidad de una actividad agraria fuerte, competitiva y rentable capaz de ofrecer autoabastecimiento alimentario a la población con eficiencia como se ha puesto de manifiesto con la invasión de Ucrania, en un medio rural vivo.
Estos objetivos coinciden con los previstos en el acta para la constitución de la Unión Europea en Roma en 1957 donde se contemplaba el incremento de la productividad, asegurar el nivel de vida de los agricultores, luchar contra los retos de la estabilidad de los mercados y garantizar una seguridad en los abastecimientos a precios razonables.
Es significativo apostar por una seguridad alimentaria, que la población pueda adquirir los bienes alimentarios a precios accesibles, pero, sobre todo, a que ello se logre fundamentalmente con una soberanía alimentaria o, lo que es lo mismo, en base a producciones propias y evitando en lo posible una fuerte dependencia exterior para evitar situaciones de crisis como la derivada de la invasión de Ucrania y la falta de aprovisionamiento de algunas materias primas.
En este sentido, Agricultura, en total acuerdo con las peticiones planteadas por la organizaciones agrarias, aboga por unos mecanismos de entrada en frontera donde, además de controles de las producciones en volumen, funcionen los mecanismos correspondientes para que los productos importados cumplan con las mismas condiciones en la producción que las exigidas a los productores comunitarios. Es la llamada cláusula “espejo” que planteó y defendió España en Bruselas en los últimos años, frente a las importaciones, pero sobre cuya aplicación por parte de las autoridades comunitarias dominan las dudas.
En los sistemas alimentarios subsisten hace demasiado tiempo la desigualdad profunda, la discriminación estructural y la violencia sistémica, y ciudadanos de todo el mundo están pidiendo cambios
Los consumidores de los países del centro y norte de Europa impusieron esas políticas y, muchos productos, como el tomate, disfrutan de una autopista de entrada donde no se aplicaron esas exigencias en detrimento de los países productores del sur.
En los sistemas alimentarios subsisten hace demasiado tiempo la desigualdad profunda, la discriminación estructural y la violencia sistémica, y ciudadanos de todo el mundo están pidiendo cambios. Una transformación de esta escala demanda una estrecha colaboración entre personas muy diversas que participan en formas de resistencia creativas, junto con gobiernos progresistas dispuestos a escucharlas y representar sus intereses. El respeto de los derechos humanos debe ser la base de cualquier esfuerzo por reducir la inseguridad alimentaria aguda. Es el único modo de crear un sistema sostenible y equitativo que provea una alimentación adecuada a todas las personas.
Durante el periodo de la presidencia española, Bruselas debe plantear la nuevas exigencias en materia de bienestar animal por las que los ganaderos en explotaciones intensivas, especialmente para la avicultura y el porcino, deberán aumentar la superficie en la granja por unidad, lo que obligaría a reducir cabañas, aumentar costes fijos, con incremento de los precios, o apostar por ampliar instalaciones con el coste correspondiente y siempre que cuenten con las licencias correspondientes, cada día más difíciles de conseguir en el territorio rural.
Una tercera actuación e iniciativa importante de la Administración agraria española, es tratar de impulsar la innovación y el desarrollo y muy concretamente las posibilidades de la evolución en base a la genética, tanto en relación con las plantas como en las cabañas ganaderas desde la perspectiva de combatir nuevas enfermedades, plagas o la política varietal de semillas frente a la sequía.
España tiene que incidir en marcar políticas valientes por parte de la Unión Europea para avanzar de cara a la competitividad y sostenibilidad del modelo agrícola del presente y del futuro
España tiene además interés en analizar la situación de las denominaciones de calidad, Indicación Geográfica Protegida (IGP), Denominaciones de Origen (DO), etc, mejorar o clarificar la denominación de cada una para que efectivamente cumplan con los objetivos que se pretenden con las mismas.
Demasiados frentes abiertos y escaso tiempo para tomar decisiones cruciales. Pero, sin duda, seguir avanzando en el clima de paz en la Unión ante los aires de cambio que se impulsan ha de situarse como el gran reto de este tiempo.
Es un momento para rentabilizar, y si la atención está puesta en otra parte, se pierde la iniciativa, la oportunidad, y toca esperar otros 14 años.
España tiene que incidir en marcar políticas valientes por parte de la Unión Europea para avanzar de cara a la competitividad y sostenibilidad del modelo agrícola del presente y del futuro. Así, las nuevas técnicas genómicas en la producción vegetal será el tema principal del Consejo informal que se celebrará en septiembre de este año en Córdoba.
Hay que abordar medidas para garantizar el relevo generacional en el campo, fomentando el modelo de agricultura tradicional y familiar. Para ello, es necesario buscar fórmulas para conseguir incrementar el ritmo de incorporación de jóvenes, incluso duplicarlo, ya que permitirá la viabilidad de este modelo en el futuro.
Es necesario recuperar la conexión con el campo, y fomentar la formación sobre la realidad de la agricultura y el mundo rural.
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